~VI ~

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Habían pasado dos días desde el acuerdo que había hecho con Hinata. ¿En que estaba pensando? ¿Como demonios se le había ocurrido aceptar aquella propuesta? Definitivamente, había actuado con su otro cabeza.

Mientras la tenía entre sus brazos, lo único que podía pensar era en la noche de bodas. En todas las cosas que le haría bajo la tenue luz de las velas. Esa misma noche había consumado el matrimonio si por el hubiese sido. Pero Hinata fue firme en su palabra de no hacer nada hasta la noche de bodas.

Tenía que admitir que lo impresionaba cada vez más. Era una joven muy valiente y cautivadora, y el hecho de haberse colado en su casa a esas altas horas de la noche comprobaba que a Hinata era una criatura extraña y salvaje. Algo que lo excitaba aún más.

Bajo la vista al gran libro intentando concentrarse en los números. Pero fue inútil. El vivo recuerdo de aquella noche seguía impregnado en toda la habitación. Incluso sentía su fragancia brotar por todo el lugar. Cerró los ojos y aspiro de aquel delicioso olor. Tenía que tenerla. Ella despertaba en él deseos oscuros. Una obsesión que no podía explicar con palabras.

Por su parte ya había enviado  a su hombre de confianza en busca de una licencia especial. La sorpresa fue evidente cuando Naruto le contó a Sasuke que se iba a casar, aunque según Sasuke no le sorprendía que fuera Hinata la elegida. Cosa que le irrito.

¿Tan evidente era su atracción por ella?

Deseo, si. Solo eso. Unas noches bajo el calor de su cama era un trato razonable. Ella obtendría su herencia y él, el placer de disfrutar de su hermoso cuerpo.

Un leve golpe en la puerta lo trajo devuelta.

–¿Excelencia?

–¿Que sucede Lee?

–Lamentó molestar a estas horas de la noche, pero se trata de la duquesa.

Naruto se puso de pie y atravesó la biblioteca hasta llegar al vestíbulo. Se detuvo y observó las escaleras que conducían a la parte superior de la mansión. A la distancia podía escuchar los gritos descontrolados de su madre.

–¿Cuando comenzó?– Pregunto Naruto a su mayordomo con profunda amargura.

–Hace un cuarto de hora. Hemos intentado calmarla pero nada ha funcionado, es por eso que he venido a molestarlo.

Naruto asintió. subió las escaleras y se dirigió al cuarto de su madre. A medida que avanzaba por el largo pasillo, los gritos de su madre se hacían cada ves más entendibles. Se detuvo unos segundos al escuchar el nombre de su tío.

Cerró los ojos e intentó apagar la amargura que floraba de su corazón. Como odiaba a ese hombre. No solo porque tan pronto murió su padre él se metió a su casa para seducir a su madre, si no que se tras su muerte había dejado un vacío en el corazón de su madre. La había llevado al borde la locura. Ahora no solo tenía que lidiar con un ducado, si no que también tenía que lidiar con su madre enferma.

Retomó su camino y entró al cuarto de Madre. Estaba de pie frente a la ventana gritando desesperadamente el nombre de su tío.

–Mamá...

Su madre se dio la vuelta al escucharlo.

–Minato, querido ¿eres tú? ¿Has vuelto por mi verdad? Vas a sacarme de esta casa y alejarme de ese duque maldito.

Naruto se acercó y la tomó de la mano.

–Así es querida, pero antes debes descansar– diciendo esto la llevo hasta la cama para ayudarla a recostar.

–Gracias por venir, no sabría que haría sin ti.

–Lo se, ahora descansa.– y con esa simple orden, Kushina cerró los ojos y quedó profundamente dormida.

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