~ XI ~

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Hacia un día hermoso. Un sol brillante cubría el las blancas nubes. Parecía como si la tormenta había pasado y  traía consigo la calma.

Esa mañana, Hinata había convencido a Naruto de salir a montar a caballo. Después del amargo día anterior, Hinata necesitaba conectarse con la naturaleza, aligerar su carga con la fresca brisa de las montañas.

Después de un rato cabalgando, Naruto observo como Hinata bajaba de su caballo y se acercaba al pequeño riachuelo que quedaba en frente. Naruto se acercó y posicionó al caballo junto al de Hinata, para que ambos caballos pudieron comer y refrescarse. Entonces camino hacia el río y observó deleitado como Hinata se quitaba sus zapatos , recogía  su vestido y mojaba las puntas de sus pies en el agua fresca.

En ese momento deseo ver algo más que sus piernas, un calor casi incontrolable lo atravesó y seducido por una potente atracción se acercó a ella. Hinata parecía ser una criatura encantadora, y él estaba embobado no solo por su belleza si no también por aquella voluntad salvaje que la hacían tan  diferente a otras mujeres.

–Eres hermosa Hinata– le susurro en su oído a sus espaldas.

Hinata se dio media vuelta y le sonrió.

–¿Eso es un cumplido Excelencia?

Naruto la rodeó por sus cintura y la acercó más a él. Hinata sintió una fuerte corriente recorrer su cuerpo y un ardor cubrió sus mejillas de un rojo carmesí. En ese instante vino a memoria sus besos y como la hacían sentir. Un deseo feroz por sentir sus labios se apoderó de ella.

Naruto pareció leer su expresión por que le dedicó una sonrisa sardonica y lentamente pasó su lengua  por la comisura de sus labios.

Hinata vibró ante el Dulce contacto, y un estremecimiento recorrió todo su cuerpo. Levantó más su cabeza y en ese instante Naruto tomó sus labios. Fue un beso lento, suave, uno que hizo que ambos perdieran el sentido.

Esta vez, Naruto estaba en busca  de algo, no sabía que, pero la forma en la que la besaba hacia que todo su mundo diera vueltas.

Naruto se separó, y ambos se miraron por unos segundos.

El mundo parecía desaparecer a su alrededor. Ambos se habían perdido en la profundad de sus sentimientos. Entonces Hinata comprendió que, lo que sentía por Naruto era algo más que una simple atracción. Queria a aquel hombre. Lo que le causaba una profunda tristeza porque ella sabía que él nunca la amaría. El solo deseaba una cosa de ella, su cuerpo.

Bajo la mirada para intentar ocultar las lágrimas que querían escapar de sus ojos.

Entonces Naruto rompió el silencio.

–Nunca, en mi vida había visto una dama de la alta sociedad mojar sus pies en un simple riachuelo– le dijo Naruto con humor.

Hinata levantó la cabeza y  le dedicó una radiante sonrisa

–Eso es porque no soy una dama de la alta sociedad.

Naruto estaba totalmente de acuerdo con aquello. Ella no era una mujer remilgada como él había pensado. Hinata era mucho más. Una mujer valiente. Sin embargo una mujer cargada por muchos secretos, y aunque se juró no  interferir más allá de su acuerdo, el deseo de conocer más de ella lo arropó.

La encaminó hasta que ambos quedaron frente a un árbol muy frondoso, se sentó de espaldas al árbol y la arrastró hacia su regazo, acomodándola entre sus piernas.

Hinata se relajó y disfrutó del momento. El viento comenzó a soplar y el silencio fue sobre acogedor. Era como si el Hululeo de  las hojas expresara aquellos sentimientos que ambos no se atrevían a confesar con sus labios.

–Háblame de ti Hinata, ¿Quien eras antes de venir a Londres?– Naruto fue el primero en romper el silencio.

Hinata, quien había cerrado sus ojos, los abrió.

–Vengo de un pequeño campo  al oeste del pueblo de Konoha.

Eso explicaba por qué Naruto la encontraba tan salvajemente atractiva.

–¿ Hasta que edad viviste en Konoha?

–Haste muy reciente. Solo llevo en Londres muy poco tiempo.

Naruto no se percató, pero de manera instintiva había comenzado acariciar el cabello de Hinata. La corrida a caballo había soltado algunos flequillos. Tomó uno en su dedo y lo comenzó a enroscar.

–Tus modales son impecables para una mujer que se crio en el campo, ¿tomaste clases?

Hinata soltó una pequeña risa y sacudió la cabeza negándolo.

–Si y no. Mi madre siempre se encargó de que mis modales fueran siempre impecables, pero mis tíos siempre me dejaban salirme con la mía.

Hinata suspiro al recordar a sus tíos. Los extrañaba muchísimo, también extrañaba la tranquilidad del campo.

Naruto divisó la expresión nostálgica de su rostro y apretó su agarre, atrayéndola más hacia él.

–¿Extrañas  Konoha?

–Mucho, viví mis mejores momentos en aquel lugar. Para serte sincera, la ciudad me asusta un poco.

Naruto sonrió ante su comentario. No la culpaba, una mujer que había criado en la tranquilidad, jamás se ajustaría al bullicio de la ciudad. Suspiro al pensar, si Hinata estaría dispuesta a quedarse con él.

Aquel pensamiento lo aterró. Sus sentimientos hacia Hinata se estaban convirtiendo en algo más.  Alejo aquellos pensamientos  de su cabeza, no cometería el mismo error dos veces. Hinata se marcharía y eso era algo a lo que él tenía que irse acostumbrando. La ayudaría a anular aquel matrimonio y luego la dejaría ir para siempre. Así tenían que ser las cosas.

–Creo que será mejor regresar. Iré esta tarde con Sasuke a investigar que se puede hacer con la anulación. Debo aprovechar que Otsutsuki sigue indispuesto y no puede presentarse ante la cámara.

Hinata levantó su rostro y sus miradas se encontraron. La expresión de angustia y desasosiego hizo que Naruto se sintiera algo impotente. Tenía que buscar una solución.

–Gracias Naruto, gracias por todo.

Naruto bajo su rostro y la besó.

Él sabía que haría cualquier cosa por esa mujer, era un hecho que no podía seguir negando.

Más tarde ambos regresaron a la mansión, y Naruto se reunió con Sasuke para salir a la cámara de los lores, Naruto esperaba que por sus buenas influencias, y algunos favores a pagar, pudiera persuadir a favor de Hinata.

   ~~~~~~~~~~~~*~~~~~~~~~~~~~

Naruto regresaba a la mansión después de un largo dia. Había presentado el caso de Hinata ante la cámara de lores con la esperanza de que se tomara a consideración que Hinata había sido forzada a casarse.

Y a pesar de que algunos estuvieron a favor de Naruto,había sido inútil. Lo único que podía anular aquel matrimonio era un divorcio inmediata, al cual Toneri se negaría rotundamente, o el hecho de que él no la hubiese tomado...

Entonces la verdad lo golpeo tan fuerte que casi se cae de su asiento. Tenía que llegar cuanto antes a la mansión Namikaze y preguntarle a Hinata si aquel miserable la había tocado.

Estaban tan envueltos en buscar solución que Naruto sólo asumió que había pasado, o al menos que él la había forzado. Esperaba que no, porque de ser así lo mataría con sus propias manos.

Su Hinata aún tenía su virginidad intacta, ese sería su pase a la anulación inmediata.

Se asomó por la pequeña ventana del carruaje y le pidió al cochero que acelerara su paso.

–¿Por que la prisa?– Pregunto Sasuke.

–Creo que acabo de encontrar  la solución a todo esto.

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Continuará...

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