~ XII ~

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Subió las escaleras tan de prisa que casi tropieza. Pero no había tiempo para detenerse, necesitaba saber si había pasado algo con Toneri, aquello era lo único que serviría para deshacer aquel
matrimonio.

Llego hasta la puerta y toco varias veces. Nadie contestó. No lo pudo avistar y abrió la puerta. Miró a todos lados buscándola y cuando la encontró quedó paralizado.

Hinata estaba sentada frente al espejo cepillando su larga cabellera. Tenía un bata de ceda blanca que marcaba cada extremidad de su cuerpo.

Hinata observo a través del espejo la figura paralizada de Naruto frente a la puerta. Tenía el cabello algo alborotado y la ropa desaliñada, pero ante sus ojos lucía más hermoso que nunca, algo salvaje y primitivo.

–Déjanos– le ordenó a la doncella que estaba preparando el baño.

Esta obedeció y haciendo una última reverencia salió se la habitación.

Hinata comenzó a acelerársele el pulso a medida que Naruto se acercaba a ella. Su mirada está fija en ella como un león a su presa. Cuando estuvo lo suficientemente cerca le puso las manos sobre sus hombros.

–¿Como te ha ido?– Pregunto odiando lo trémula que había salido su voz.

Naruto pareció despertar del hechizo, haciéndole entender donde se encontraba. Tan pronto había atravesado la puerta había quedado seducido por la delicada y sensual imagen de Hinata. Se si hubiese dejado llevar por sus impulsos, ya estaría desnuda sobre su cama.

–No muy bien. Es por eso que estoy aquí, debo hacerte una pregunta.

Hinata asintió expectante.

–Antes cúbrete – le ordenó para luego darse la vuelta–. O no seré capaz de controlarme.

Hinata se puso de pie mientras un rubor cubría sus mejillas al darse cuenta como estaba vestida,  tomó su delicado vestido verde limón y se lo puso.

–¿Ya?– Pregunto Naruto.

–Necesito ayuda con el lazo.

Naruto apretó los puños. Ya era suficiente con encontrarse en su habitación. Nada le impedía que la tomara en sus brazos y la poseyera sobre aquella cama. Pero tenía que contenerse, su virtud intacta, su aún la conservaba, era su boleto de salida de aquel matrimonio maldito.

Aún así, suspiro y se dio la vuelta. Hinata ya estaba de espaldas. El dio unos pasos y comenzó a atar el lazo. Había un apacible silencio que los envolvió en una profunda intimidad. No era extraño, parecía una rutina a la que ambos podían acostumbrarse.

–El parlamento me ha negado la petición.

Hinata palideció, estuvo a punto de derrumbarse cuando Naruto la atrapó en sus brazos.

–Hinata, necesito que me digas algo, ¿Toneri a tomado tu virtud? ¿A reclamado sus derechos maritales?

Hinata negó con la cabeza y Naruto sintió un increíble alivio.

–No, decía que una vez llegáramos a Londres...

–Es importante probarle al la cámara que eres virgen y que tú no deseabas este matrimonio. Será la única manera.

Hinata cerró los ojos sintió un profundo alivio. Luego los volvió abrir.

–¿Y como probaré tal cosa?

La inocencia de su voz provocó un nudo en su garganta.

–Tendrás que pasar por un examen médico.

Inocente Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora