Capítulo 2

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Pasaba la noche en la que la Luna brillaba iluminando todo, y se fue escondiendo poco a poco, aunque el Sol todavía no aparecía, en Blithe Hollow, Norman ya estaba a punto de despertar.

La alarma del despertador comenzó a sonar a todo lo que podía, Norman abrió los ojos y con pocas fuerzas pudo apagar la alarma. Se levantó rápidamente de su cama y sacó varias prendas de su ropero, organizando algunas cosas. La habitación de Norman estaba llena de imágenes de Zombies, de algunos posters en referencia a películas de terror como "El Exorcista" o "Scream". Tenía una que otra decoración de zombis y frente a su cama sobre un mueble no muy alto, la televisión que recientemente pasaron a su cuarto.

Su abuela (o más bien su alma, pues había muerto desde hace mucho), entro a su cuarto, flotando y con una gran alegría. Ella no había querido irse al paraíso con su esposo porque le había prometido a Norman cuidarlo para siempre. Además de que ahí podía ver la televisión y hacer otras actividades..

—¿Querido? ¿Qué haces despierto tan temprano? Son apenas las cinco y media de la mañana, deberías estar durmiendo como los demás.

—Abuela, ¿puedes voltear hacia el otro lado? voy a cambiarme de ropa – dijo Norman un poco incómodo.

—Por supuesto querido.

Después de vestirse, encendió la televisión y se sentó al borde de la cama, sin mover ni un ojo hacia otro lado.

—Listo. Termine, y respondiendo a tu pregunta, es que hoy dentro de treinta minutos se estrena una nueva película de zombis y por nada puedo perdérmela —decía Norman contento.

—¡Vaya! —decía su abuela mientras carcajeaba— En mis tiempos, la gente se despertaba a esta hora para trabajar o a veces para ver los avances de las telenovelas.

—Buen chiste —dijo Norman entre risas— Pero ahora estamos en otros tiempos abuela, lo de hoy son los zombis come-cerebros.

Su abuela cruzó los brazos.

—No creo que a mucha gente de la actualidad le agraden los zombis, Norman.

Norman empezó a suspirar y se levantó de su asiento, miró hacia la ventana y después fijamente hacia el sol, el cual apenas se estaba dando a conocer con sus potentes rayos de luz. Luego bajó la mirada a la vieja casa al lado y algo llamó su atención.

Esa casa solía encontrase totalmente en ruinas, nadie la había ocupado desde años, pues los vecinos y extranjeros no querían tener como vecino a Norman Babcock, a quien consideraban raro. Por eso a él le pareció extraño cuando vio una camioneta de limpieza estacionada frente al hogar, y gente arreglando la casa. Debían haber estado desde hace un tiempo en eso, pues la casa se estaba comenzando a ver mejor, y Norman se preguntaba cómo no se fijó antes. Luego arrugó las cejas.

—¡Oh pero que raro! —exclamó sarcásticamente— Es extraño que alguien se mude sin preocuparse de que ahora tendrán al "rarito" de vecino.

La abuela se le acerco y trato de darle un abrazo, pero por su forma fantasmal era imposible hacerlo, Norman solo le contesto con otro abrazo y se volvió a sentar a ver la televisión. Mientras que su abuela seguía preocupada por él.

Por su parte, Coraline ya estaba desesperada por el largo viaje que seguían haciendo. Así que intentó distraerse jugueteando con Wybie.

Mel miro por el espejo retrovisor a los dos en la parte trasera del auto.

—¡Vamos, ustedes dos! —los regañó estoicamente.

Coraline miró a su madre y le sacó la lengua cuando dejo de verlos. Wybie comenzó a reírse, y pronto los dos tuvieron el festival de risas más ruidoso del mundo.

Los alucinantes mundos de Norman y CoralineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora