Capítulo 1

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Coraline se encuentra en su cuarto renegando molesta.

— ¡Las cosas están del asco! y ahora está pasando esto. Las cosas no podrían estar peor.

­—¡Coraline! Baja rápido hija, debemos hablar sobre un asunto muy importante —se escuchó gritar de la sala de abajo a su madre.

—¡Coraline! baja, debemos hablar —mencionó a gritos el padre de Coraline.

Coraline acomodo sus cosas, se cambió de ropa y se peinó, mientras que escuchaba los gritos exagerados de sus padres. Empezó a bajar las escaleras, con una gran lentitud y una cara de molestia, pero también se llenaba de dudas referente a que sería la plática.

Coraline los miró con el ceño fruncido.

—Listo ya bajé. ¿Qué se les ofrece?

—Mira hija, no sabemos como reacciones con lo que debemos decirte, pero lo que sucede es una excelente noticia para nosotros —mencionó su madre.

—¡Exacto! No estamos muy seguros de que la noticia te va a gustar, pues estamos al tanto de tus opiniones —dijo su padre.

—Miren, déjense de presentaciones ridículas, esto parece el guión de alguna obra. ¿De qué se trata?.

Su madre suspiró, suponiendo como reaccionaría su hija.

—Nos ofrecieron una propuesta de trabajo muy buena, así que nos mudaremos a Massachusetts, el fin de semana.

Coraline se quedó en silencio procesando lo que acababa de oír.

— Es broma ¿verdad?... —dijo cuando por fín pudo encontrar su voz— ¡Mudarnos otra vez!, ya estoy cansada de eso. ¿Y justo ahora? ¿¡De verdad!?.

—Lo sabemos Coraline. Pero esto no solo lo hacemos por nosotros, es también para darte lo mejor siempre. —explicó su madre— Esperamos que te guste vivir allá, tal vez consigas hacer mas amigos.

—Pero no te preocupes hija —le dijo su padre poniendo su mano en el hombro de Coraline— Será la última vez que nos mudemos, es el puesto más alto, no tendremos que mudarnos de nuevo.

Coraline rodó los ojos con un gesto de fastidio en su rostro y no más tranquila

—Bueno al menos es algo, de todas formas no tengo otra opción.

—Y alístate, tenemos que ir a la casa de tu amigo —dijo su madre, cosa que Coraline había olvidado por un segundo. Luego arrugó las cejas y subió sin ánimo las escaleras.

Las cosas estaban ya suficientemente mal, pues días antes pasó un desafortunado incidente con la abuela de Wybie, y justo ese día era su funeral, así que era prácticamente como si el universo estuviera en contra de ellos.

Después del funeral, Wybie llevó a Coraline a un lado para hablar con ella por un rato, se sentaron en la entrada del Palacio rosa. Wybie tenía un traje elegante que lo hacía no parecer él, con la corbata desatada colgando de su cuello y ojeras en sus agotados ojos. Mientras que Coraline aprieta sus manos en su regazo sujetando el ruedo de su vestido negro que le dá por las rodillas. Al principio fue solo una pequeña charla, ella estaba educadamente evitando el tema del repentino ataque cardíaco y la muerte de su abuela. Para su alivio solo charlaban sobre cosas simples: los equipos deportivos de verano de su escuela, cómo estaba Slugzilla, lo que gato estaba haciendo en estos días.

Wybie también evitó algunos de sus temas más sensibles, las cicatrices mentales de Coraline todavía no se habían desvanecido del todo. Sin embargo, a él solo le quedaba una cosa por preguntar.

—Bueno... C-Coraline? —tartamudeó nerviosamente— Me preguntaba si... antes de que los servicios infantiles me recojan, ¿podría quedarme en tu casa... por un día o dos?

Los alucinantes mundos de Norman y CoralineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora