Capitulo 4 - Sentimientos encontrados

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Había caído la noche, ya era tarde, me había quedado dormida en el pasto y hacía un montón de frío y ni pensar en la gripe que me espera. Entré a la zona de habitaciones, traté de despejar un poco mi mente, pasé por dirección para ver si estaba Sandra, pero para mi desgracias se había ido, por lo que sé ella tenía una habitación ahí mismo, dudé un poco si entrar y ver si estaba, pero no aguante más y entré, no estaba, realmente se había ido. Me quedé observando unas cosas en su oficina, abrí un par de cajones, indagué por si encontraba algo interesante, pero nada; se me cayó un vaso que ella tenía en el escritorio y vi ahí un cajón con llave, por suerte tenía un pinche (traba) y pude abrirlo, había una especie de diario de vida que tenía cosas sobre ella, traté de no leerla, pero la curiosidad me mataba. Habían cosas que le gustaban y algunas cosas de lo que sucedía con su novio, pero por respeto cerré el diario, no podía seguir leyendo. Me fui a mi habitación, y me quede dormida inmediatamente y ya no desperté hasta el domingo por la noche. Sentí a mis compañeras llegar al internado y me di cuenta que hace mucho tiempo no dormía tan bien. Alisté mis cosas, repasé un poco sobre la tarea de Literatura (qué aun no hacía) y me volví a dormir.

A la mañana siguiente mis ojos no paraban de buscar a Sandra, desapareció de la nada, solo quería saber cómo estaba. Yessica me pasó una copia del "refugio" y me fui a pensar un rato allá, me salte las clases, solo me importaba la de Literatura, ya había encontrado una Musa. Al estar ahí, me llama mi madre, me dijo que mi padre había tenido un accidente y que estaba grave en el hospital, realmente no quise verlo, pero estaba angustiada y solo quería llorar pero no pude porque justo había llegado Alondra y se quedó conmigo, no podía llorar, no había tanta confianza además de que odiaba que me vieran llorar.

Eran las 21:23hrs, le dije a Alondra que necesitaba ir al baño, que volvía rápido. No aguante más, me puse a llorar camino a mi habitación, no quería ver a nadie, solamente quería estar sola y llorar, sacar todo. Al llegar a mi habitación estaba Sandra revisando mis cosas, yo llegué alterada y solamente dije lo primero que se me vino a la mente, me tape la cara y ella me miró a los ojos.

-¿Qué hace aquí? ¿Por qué estás revisando mis cosas?- dije desconcertada

-O sea, solo tú tienes derecho de revisar mis cosas?- dijo frunciendo el ceño

-¿De qué hablas?- dije confundida

-No te hagas la tonta, solamente faltaba que cruzaras esta línea, entiende que no somos amigas.-

-Entonces termina de revisar lo que quieras y vete, no corresponde que estés en mi habitación.- saque mis manos de mi cara y continué -Tienes mucho trabajo para estar preoc...- me interrumpió

-¿Qué te pasó? Mira cómo estás, estás alterada, tus ojitos están rojos.-

-Qué le interesa, solamente váyase, necesito estar sola.-

-Pero Andre...-

-PERO NADA! VAYASE- interrumpí furiosa

-Cálmate, por favor sólo intento ayudar.-

-NO INTENTE AYUDARME AHORA, CUANDO LO ÚNICO QUE HA HECHO ES HACERME SENTIR LA PERSONA MÁS INÚTIL.- dije con voz entrecortada.

-Cálmate, ven aquí por favor.- dijo mientras intentaba abrazarme

-Déjeme, Déjeme.-

Respira, tranquila... Respira.- me abrazo.

Andrea en su pensamiento
Sus abrazos calman más que cualquier cosa, me encanta su manera de poder hacerme sentir en paz. Pero no puedo sentir nada por ella, es mayor, tiene un cargo importante e incluso es Ilegal.

-Me tengo que ir, lo siento.- me dijo con rareza en su voz.

-Por favor, no te vayas.- supliqué

-Lo siento.-

Ella se levantó, La miré, pero ella apretó la vista y abrió la puerta, la cerró de golpe, como si no importara lo que estaba dejando. Me quede ahí en la misma posición que ella me dejó, no sé por qué me afectaba tanto el tema de mi padre si con lo que me hizo no quería saber nada de él.

Al día siguiente sólo podía pensar en lo mucho que me calmo ese abrazo, pero lo que era real era que nos llevábamos mal, entonces, ni una buena relación de amistad podíamos tener por su "ética moral.'' Sentía que si la conocía, me iba a caer mejor, se veía que era una buena persona, pero quizás era así por una razón que no sabía, pero era lo que más quería saber. Hice mi cama y me fui a clases de biología, casi nunca me aparecía por allá, y para las pruebas me conseguía las alternativas con Anette, a cambio de enseñarle a sacar fotografías. Estábamos haciendo una guía sobre las bacterias, cuando en eso me llama el profe Damián y me dice que la directora quería hablar conmigo, a lo que yo le respondí que para qué y por qué solamente yo, él sólo me dijo que me fuera a la oficina, que me estaban esperando.

Con la peor de las caras, me dirigí hacia su despacho, abrí la puerta.

-¡Hola!, siéntate! ¿cómo estás?- sonrío Sandra

-Emmmmh, bien? A qué se debe todo esto?- pregunté

-Todo esto qué-

-¿Sacarme de mi clase de biología? Venir a su oficina...- dije desconcertada.

-Quiero saber cómo estás, por qué estabas llorando ayer...-

-¿Realmente le interesa? Tiene tanto trabajo, por favor, tengo que irme.- me levanté de la silla y me dirigí hacia la puerta.

-Tengo tiempo, por favor siéntate.-

-Lloraré-

-Sabes que no nos tenemos mucha confianza, pero quiero que cuentes conmigo, por favor-

-Y desde cuando esa preocupación tan repentino, por mi?, no creas que me debes algo por lo de la otra vez.-

-Debo saber, que te está pasando... me preocupas- dijo con una leve sonrisa fingida

...

Me mantuve en silencio y me quede mirado a Sandra en un largo e incómodo silencio, no sabía que decirle realmente estaba en otra, no le quise contar lo que sucedía con mi familia porque realmente no era su tema.

-¿me vas a contar?- dijo Sandra rompiendo la barrera de silencio

-¿Puedes dejarme en paz y retirarte?

-Dime que sucede- dijo Sandra abrazándome lentamente.

En ese momento todo mi cuerpo sintió unas cosquillas, realmente fue todo tan rápido que no alcancé a disfrutar el momento

-Por favor salga de aquí un momento.-

Sandra salió y su perfume en el aire era todo lo que estaba bien en ese momento, traté de abrir la boca para poder repetir ese abrazo, pero para mi mala suerte no me atreví.

Al día siguiente fui a clases de literatura y me llamaron a mi celular que debía ir urgente a ver a mi familia, obviamente ya sabía lo que sucedía, pero esta vez no habría una tercera llamada, así que llorando le supliqué a la profesora Amanda de literatura que hablara con la directora por mi y que me necesitaban urgentemente en mi casa, que claramente quedaba a mil kilómetros de donde estaba yo.

Recogí mis cosas, llorando seguí caminando por el pasillo y me topé con Sandra quien me miró con rareza y yo salí simplemente con ganas de que quedara más preocupada. Al salir por la puerta y viendo que nadie venía atrás mío, me seque las lagrimas y llame a un Uber, le dije que iba a Playa Islas, que quedaba unas horas de Hergueta. No iría a ver a mi familia, yo quizás hasta me olvide de que existen.

SERENDIPIA, no se brilla sin oscuridad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora