Capitulo 8

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Sonó el timbre de la puerta, Sandra extrañada se volvió a vestir y bajó.

-Hola amor, perdón deje las llaves aquí en casa, ¿estabas por bañarte?- dijo Francisco

-¿Cómo sabes eso?- dijo Sandra extrañada

-Porque tiene olor a tu jabón jajaja.- dijo riéndose

-Perdón, Andrea no sabía usar la bañera.-

-¿No se baña desde que llegó?-

-No no, quería un baño de tina.-

-Ok, tenemos tiempo entonces.- respondió.

Los escuché hablar por el pasillo, salí del baño y vi como Francisco la tomo de la cintura y la apretó contra la pared, vi como la desnudaba y vi como ella no se negaba, vi como si miembro recorría y entraba en su vagina sin pudor, pero ella no lo disfrutaba, ella solo fingía y aunque nunca he estado con ella, podría ver como es su cara cuando disfruta algo. En eso Sandra me vio, se tapó y vistió. Escuche como Francisco la obligaba a seguir y ella no quería más. Escuche una discusión muy fuerte entre ambos que finalizó con un portazo en la puerta principal. Baje a ver qué pasaba y Sandra estaba llorando, no quise preguntar, la abrace y al parecer sintió vergüenza y se fue. Pasaron las horas y aún sentía como lloraba en su habitación, tenía miedo no sabía cómo ayudarla, quería darle mi apoyo pero sentía que invadía su espacio. Me arme de valor y entré

-Hola Sandra.- le dije, ella estaba desolada, me miró y me dijo que me fuera, le pregunté si podía ayudar en algo y me dijo que en estos momentos estaba confundida. Yo me sentía mal con lo que había pasado.

Tomé su brazo y le dije que todo estaría bien pronto, que si era necesario me iría de su casa si esto ya era mucho para ella o para ambas. La verdad también estaba confundida.

-Quédate- dijo Sandra.

Lloro toda la noche en mi pecho, mientras yo acariciaba su cabeza, traté de animarla pero más triste se ponía, ya había llegado la madrugada y ella por fin dormía, me quede unos minutos más y me fui a mi habitación a dormir. Desperté dos horas más tarde y le llevé desayuno, estaba mejor de ánimo y me dijo con un sonrisa forzada lo agradecida que estaba.

Pasaron los días y un pequeño mensaje en el móvil de Sandra me incomodó. Era Francisco, al parecer iba a volver a casa por unas cosas. Por intuición supongo que se separaron un tiempo. Por lo qué Sandra ahora estaba sola en casa. Aún quedaba tiempo para entrar a clases y para ella estar sola era un infierno, ya que siempre estuvo acompañada de su presencia.

Ayude a Sandra a ordenar y sacar las cosas de él, después fui al supermercado a comprar para el mes, así ella no tenía que tener ese estrés. Poco a poco esa sonrisa volvió a salir en su rostro, era forzada, pero no del todo deshonesta. De vez en cuando ponía mi mano en su cara y la acariciaba, la abrazaba y me hacía sentir bien ser un apoyo para ella. Pasaron dos semanas y Sandra me dice si la acompaño a un Bar a lo que digo que sí, tomamos unos tragos y ella bailo toda la noche, yo no, pero disfrutaba verla bailar, tomamos mucho, y me llevo de la mano a casa. Abrió la puerta y me tomo de la mano.

-Entra- dijo Sandra

Sandra estaba borracha y yo también, me acorraló contra la pared y me dijo que esta noche yo iba a ser suya, me beso, levemente. Pero yo la detuve.

-Sandra, mi amor, no es el momento. Descansa, mañana hablaremos, no haré el amor contigo en este estado. Te...- dije sin pensar.

Me fui, aún era muy pronto, Vestí a Sandra y la dejé para que durmiera. Dios mío que hice pensaba pero sé que fue la decisión correcta. A la mañana siguiente Sandra no recordaba que había pasado ayer, solo recordaba que habíamos llegado pero no recordaba cómo llego a la cama. No le conté lo qué pasó, solo le dije y omití detalles de lo qué pasó. Quedamos en salir otro día que la había pasado bien y todo.

Por la tarde llamaron desde la universidad, que ya debían empezar las clases y que por favor volviéramos antes que los alumnos. Así fue. Me despedí de casa de Sandra y nuevamente a la universidad. Preparamos todo, ayude a ordenar su oficina como ella mi habitación. Pusimos música, bailamos y nos reímos a carcajadas de todo lo qué pasó el tiempo que estuve en su casa. Ese día Sandra llevaba una falda corta y se agachaba a cada rato, veía en su mirada la intención pero como estoy loca preferí ignorarlo. Cada vez se la subía más, fue al baño y noté que no usaba sostén y veía sus pezones como sobresalían de su blusa roja. Me miro y me dijo, no me has contado todo lo qué pasó anoche... se acercó a mi y sin preguntar, Respiro en mi cuello y me beso en la boca.

-¿Me permites hacerte el amor?- preguntó Sandra

Como negarme a eso, entré con ella tomada de la mano a mi habitación de la universidad, cerré la puerta con llave y la senté en la cama. Quería algo bonito para ella. Bese su cuello, saque su blusa y al descubierto estaban sus pechos, por al rededor de ellos casi esquivándolos pase mi dedos, quería prepararla a lo que le iba a hacer, que no era poco. Le saqué su falda, Acaricie sus piernas y las abrí, sentí como su cuerpo temblaba y fui más lento, acaricié sus brazos, y besé cada parte de su espalda. Ella tomó el control y me besó la mejilla, me abrazo y me susurro al oído

-Gracias por aparecer en mi vida, mi amor.-

No habíamos tenido oportunidad nunca de besarnos, pero nuestros cuerpos estaban entrelazados. Moría por besarla, quería besarla, nuestros labios se acercaron, mientras ella me abrazaba y.

SERENDIPIA, no se brilla sin oscuridad. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora