Día uno: Primera Cita.

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Después de terminar la jornada laboral, James Barnes se dirigía al hogar que compartía con su amado rubio con una sonrisa pintada en los labios. ¿La razón? Hoy tendrían su primera cita.

Hacía casi un mes que se habían declarado. Para sorpresa de Barnes fue Steve quien dio el primer paso.

No pudo evitar sonreír aún más al recordar como el rubio, sonrojado y nervioso, después de un beso que ninguno de los dos pudo, ni quiso, evitar, le había confesado que lo amaba. Y él, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo se había abalanzado sobre el más pequeño juntando sus labios en otro apasionado beso.

Había ahorrado durante un mes para poder llevar a Steve a comer helado. Habían abierto una heladería a dos calles de su pequeño apartamento y en cuanto la vio pensó en su pequeño Steve y en lo feliz que se pondría.

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-Hey, Stevie, cariño, ya llegué –dijo con voz melosa mientras entraba al apartamento.

-Bucky, no hables tan fuerte, alguien podría oírte –dijo saliendo de la habitación. Vestía ligeramente formal, llevaba perfume y el cabello perfectamente peinado. Bucky se quedó mirándolo embobado. –Y-Yo me arreglé porque dijiste que tendríamos una c-cita. –explicó nervioso y sonrojado al sentir la intensa mirada del castaño sobre él.

-Wow, Stevie, te ves hermoso. Bueno, ya lo eres, pero hoy –Bucky silbó como lo hacían los chicos cuando veían a una chica linda. Steve se sonrojó aún más. -Sabes, creo que reconsideraré la idea de salir, no quiero que otros chicos y chicas se queden viendo a mi novio.

-Idiota –murmuró el rubio apenado, mientras Barnes se acercaba para besarlo. Beso que por supuesto aceptó gustoso.

-Iré a cambiarme, no tardo. –dijo James cuando se separaron.

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Caminaban uno al lado del otro. Steve solo se dejaba guiar por Bucky, ya que no sabía a donde iban. "Es una sorpresa", le había dicho Barnes.

Se preguntó cómo es que un chico tan guapo como James se había fijado en él, es decir, todas las chicas babeaban por el castaño y... lo había elegido a él. Un muchachito enclenque, flacucho y enfermizo. No iba a negar que se sentía el hombre más feliz del mundo porque lo hubiera hecho, llevaba enamorado de Bucky desde que era unos críos, pero ¿qué habría visto Bucky en él?

Mientras Steve iba perdido en sus pensamientos Bucky solo quería tomar su mano, era consciente de que no podía hacerlo. Pero Dios, cuanto lo deseaba. Deseaba tanto poder pasear con el rubio de la mano, con el más bajo sujetando su brazo, rodear sus delgados hombros, besarlo y que todos supieran que amaba a ese pequeño chico demasiado estúpido para salir de una pelea. Pero también sabía que ambos serían condenados.

Perdidos en sus pensamientos llegaron a la pequeña heladería a la que James tenía planeado llevar a Steve.

-Bueno, Rogers, llegamos. –dijo el ojigris contemplando con admiración como el rostro del más bajo se iluminaba al alzar la vista y contemplar el cartel que rezaba "Gelattos".

-Wow, Bucky, esto es... -exclamó Steve sonriente. –Pero no podemos pagarlo.

-Oye, confía un poco más en Bucky Barnes, no te habría traído si no tuviera dinero. –dijo haciéndose el ofendido. –ahorré este último mes.

-Bucky... --dijo enternecido, sonrojándose un poco. Sólo su Bucky haría algo así de lindo por él. -Yo... de verdad muchas gracias.

-Oye, sabes que no hay algo que no haría por ti. –respondió sonriente. El rubio se sonrojó aún más.

Fictober StuckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora