Te has parado a pensar todas las cosas que se te cruzan por la cabeza en milésimas de segundo. Yo no sé como es la gente pero yo sí que puedo afirmar que todos mis pensamientos son negativos, autodestructivos no sólo para mí sino también para la gente que me rodea. Las palabras quieren salir a borbotones de mis labios, gritan en mi interior por ser liberadas pero mi boca está sellada bajo mi miedo. Es humano tener miedo pero cuando este se convierte en un obstáculo para expresarte y ser como eres, pierde su significado y toma uno mayor. Dicen que hay que ser sincero pero en realidad, ¿hay alguien que lo sea? Fácil, la respuesta es no. Todos ocultamos algo. Una simple mirada o sonrisa puede significar detrás desesperación, tristeza, odio... pero nuestras emociones se quedan ocultas y al parecer nadie se percata de ello. Por este motivo, las palabras son las que toman el voto y luchan por salir. No está bien guardarse lo que piensas y te lo dice una experta. Nunca aprenderé la lección, sólo me muestro cuando es demasiado tarde y aquellos pensamientos se han quedado grabados bajo mi piel y me atormentan por la noche. Quizá algún día pierda el miedo a equivocarme, a mis inseguridades y sobre todo a quererme más a mi misma. Así y sólo así puede que me anime a decir lo que pienso de verdad y la gente vea que existo y que no puede pasar sobre mi.
