Miguel

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5 años antes

Cuando cumplí los quince años, mi jefa por poco me ponía un vestido. De haber nacido niña, ese día me hubiera emocionado hasta los huesos. Pero en aquel entonces era un niño demasiado sociable que anhelaba besar a una chica.

Raquel era su nombre.

-Ni te atrevas- me advirtió Ricky, mi mejor amigo y (por si olvidé mencionarlo) hermano de la chica de mis ojos.

-¿Qué?

-A besar a mi hermana. Lo digo en serio, si me entero de que lo hiciste me vale si eres un principito, te mato.

-Pero ¿tú qué sabes?- le dije algo molesto.

-Veo tus ojos de cordero degollado Miguel, no creas que no sé qué babear por una chica mayor que tú, y la más bonita de tu reino.

-Pues...- ¿Cómo negarle una verdad tan acertada?- No es la más bonita del reino- Claro que lo era pero no podía darle la razón.

-Lo que digas. Pero no la beses.

Y así empezó la mañana de mi decimoquinto cumpleaños, el día en que me rompería el corazón.

En el transcurso del día no hubo nada interesante,  una fiesta grande se celebró en el palacio para toda la gente que quisiera entrar y una montaña de regalos se apeló sobre una mesa demasiado chica.

Cuando Rauquel entró por la puerta, mi sensor se activó como si de una alarma se tratase. Estaba preciosa, envuelta en seda color limón, su morena piel resaltaba.

Me acerqué poco a poco, haciendo un discurso mental para cuando llegara y pedirle una pieza de baile. El que controlaba la música estaba enterado, a mi señal empezaría una canción de baile lento.

Estaba casi a un metro de ella cuando unos musculosos brazos la rodearon por la cintura y le levantaron un poco. Cuando miré mejor, descubrí a un chico de aspecto mayor besándole la clavícula dulcemente y a ella sonriendo y lanzando miradas furtivas a su alrededor, como para que nadie la viera. Demasiado tarde.

Me quedé paralizado, era bien sabido que Rauquel no duraría mucho tiempo sin pareja pero yo esperaba ser el primero. Era tan solo dos años mayor pero yo podría haberla hecho mi princesa,  podría haberla hecho feliz.

Deseché la idea de que el amor existe.  Sí, mi yo de 15 años dejó de interesarse por el sentimiento que algún día compartiría con alguien. Me dediqué a labores del reino y me prometí a mí mismo que si llegaba a encontrar a alguien, ella me buscaría y no al revés.


Pasaron los años y Rauquel se casó a los tres años de noviazgo. Tuvo dos hijos antes de perecer de una extraña enfermedad y dejar a sus dos hijos huérfanos. El chico resultó ser un buen tipo que cuidó a sus niños con todo lo que pudo dar.

Contra todo pronóstico, asistí al funeral de mña que fue el amor de mi vida. Cuando todos se fueron, dejé una solitaria rosa roja sobre su tumba y pedí que no sufriera, allá a donde hubiese ido.

Le ofrecí a sus hijos y viudo una vida espléndida llena de comodidades y  dejé de lado el rencor que había desarrollado.

Cuando cumplí los 19, una carta llegó a mis padres, quienes la comunicaron a todo el reino incluso antes de decir,e su contenido.

La princesa de un próspero reino estaba casi en edad de contraer matrimonio y pasar al trono y se me había invitado a cortejarla.

ES TESTARUDA decía la carta en mayúsculas pero, vamos...

¿Quién se resiste a los antojitos  mexicanos?





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Acabo de darme cuenta de que el autocorrector escribió 'antónimos' en vez de 'antojitos', fallas técnicas 😂.

Lo siento por tardar tanto en actualizar, pero aquí estoy.

PD. Comenten, me encantan sus comentarios ❤

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2019 ⏰

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