CAPÍTULO ONCE

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Pasada la media noche se escucharon los pasos suaves del menor recorriendo el pasillo, sus pies iban descalzos tal vez con la intención de no despertarle, pensó Taka.

Esperó hasta oír la puerta cerrarse para ir hacia allí. No se molestó en llamar, directamente abrió la puerta provocando que su hermano se girara rápidamente. Tenía aspecto de cansado y expresión seria lo que hizo que se sintiera mucho más culpable.

- ¿Dónde estabas?

- ¿Importa? - Preguntó con indiferencia.

- Por supuesto, mira la hora que es.

- No finjas preocuparte por mí. Sal de mi habitación.

- Realmente estaba preocupado ¿qué persona te crees que soy?

El menor soltó una risa irónica.

- ¿De verdad quieres que te conteste a eso?

Durante un instante el silencio que invadió la estancia se volvió incómodo y gélido. El menor le daba la espalda mientras colocaba algo sobre la cama. Después se sentó para quitarse los zapatos procurando no mirarle, estaba demasiado molesto con él.

- Hiro.

- No quiero oírte.

- Solo quiero saber si estás bien.

- No entiendo tu comportamiento ¿qué buscas realmente?

- Aclarar mi cabeza.

- ¿Y qué papel tengo yo en eso?

- Es complicado.

- Es ridículo - Soltó, molesto lanzando uno de los zapatos al otro extremo de la habitación - Toda esta situación es ridícula ¿pretendes limpiar tu conciencia por lo de esta tarde?

Una punzada se hizo notar en el estómago del mayor. Conocía tanto a su hermano que sabía que hablaba guiado por el dolor que él mismo le había causado.

- Lo siento, no debí... Pero ahora quiero que estés bien, es lo único que quiero.

Hiro le miró con cara de pocos amigos durante unos segundos y luego la bajó a sus pies al tiempo que se deshacía de los calcetines.

- Supongo que Toru es el encargado de eso ahora.

- No he ido a verle.

Una discreta sonrisa apareció en la cara de Taka, por suerte su hermano no le estaba mirando.

- ¿Por qué?

Hiro se puso en pie, exasperado. Dio unos pasos hacia él.

- ¿Cuál es el interés tan repentino en todo lo que tiene que ver conmigo?

- Eres mi hermano.

- Nunca has mostrado preocupación antes y también eras mi hermano ¿qué pasa?

- Esa es la respuesta que estoy buscando.

- No estoy de humor para tus acertijos. Vete.

Por un momento se quedó contemplando a Hiro quien correspondía su mirada. Estaba enfadado, dolido. Sus manos cerradas junto a las piernas se lo decían. La boca de su hermano le pedía que se fuera, pero el brillo casi escondido en sus ojos le decía lo contrario. El roce de sus labios ya le había dado la respuesta que no quería admitir, ahora esos preciosos ojos le daban la confirmación que no deseaba. Hiro tragó saliva y los ojos del mayor se deslizaron a su cuello, se mordió el interior de la mejilla para contenerse, contenerse de las ganas que tenía de acariciar la piel suave de su cuello. La respiración del menor se agitaba, podía verlo en como subía y bajaba su pecho bajo su fino jersey que dejaba a la vista su clavícula y el principio de un tatuaje ¿Cuándo se lo había hecho?

Apuntó con el índice a las letras.

- ¿Desde cuándo tienes un tatuaje?

- Tengo varios al igual que tú.

Taka se acercó para verlo mejor. Él rogó mentalmente que no le tocara.

El mayor se reprimiò para no recorrer el contorno de cada letra con su dedo.

- Es tarde será mejor que vayamos a dormir.

La voz de Hiro salió suave, dulce, dócil. Taka volvió a sonreír.

- ¿Me has perdonado?

- Claro que no.

- Ya no estás a la defensiva - Dijo en un tono más alegre del que le habría gustado.

- Tengo sueño y pocas ganas de discutir ¿puedes dejarme solo?

- Mañana hablaremos mientras tomamos un café.

- Quiero olvidarlo - La voz sonaba desgarradora, el mayor le miró con tristeza - Quiero olvidar todo lo que tiene que ver contigo y estos sentimientos. Solo eres y serás mi hermano. Se acabó, contra más lejos esté de ti mejor. He perdido las pocas esperanzas que me quedaban. A partir de mañana buscaré otro piso.

- Pero no me molesta tenerte aquí.

- Pero a mí me molesta vivir aquí.

Taka abandonó la habitación con una sensación extraña. Si solo deseaba abrazarle y tenerle cerca ¿por qué no se atrevía? Iba a perderle como hermano por idiota. Iba a perderle como algo más, como lo que comenzaba a crecer dentro de él por cobarde y por las innumerables dudas que tenía y no sabía como aclarar. Se apoyó contra la pared, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

- Lo reconozco. Me gustas, Hiro. Has conseguido lo que no creías que pasaría. Tu insistencia de olvidarme ha hecho que empezaras a gustarme. Pero jamás me atreveré a decírtelo y te irás de mi lado para siempre. Lo merezco por hacerte creer que eres una vergüenza para mí. No puedo creerme que el solo hecho de pensar que me olvidarás pueda dolerme tanto.

  Miró la puerta de la habitación de su hermano y se sintió aún peor.
  Aquella noche ninguno pudo dormir por tener en la mente al chico de la otra habitación.

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