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¿Desde cuándo oikawa Tōru obedecía las órdenes de alguien?.

Nunca.

Nunca lo hacía, o bueno nunca creyó hacerlo.

- Maldito Iwa-chan- a regaña dientes Oikawa iba bajo la lluvia a el departamento del moreno.

Absurdo.

Si debía de ser absurdo el ir con Iwaizumi bajo la lluvia.

Inercia.

Claro Oikawa pensaba en que iba a aquella casa por pura inercia, aunque realmente no era así como funcionaba la inercia.

La lluvia se volvió más fuerte y del cielo se escuchaban crujidos a causa de los truenos.

Tōru llevo su vista a el cielo por un momento y pensó "Realmente me estoy volviendo loco".

Iba empapado con una botella de vino y carne recién comprados, y cuando estuvo a punto de llegar a el departamento de Hajime se arrepintió.

Estaba realmente loco al ir a ese lugar obedeciendole a Iwaizumi.

Claro que aunque quisiera irse no pudo pues su cuerpo termino llevándolo a la puerta del departamento del moreno, donde tocó dos veces.

-Ya voy - se escuchó detrás de la puerta- Pero que mier...-

- Cállate, no quiero saber de ti lo patético que me veo de esta manera- Oikawa fruncia ligeramente su entrecejo mientras se adentraba al departamento.

- Iré por unas toallas - Hajime corrió a su armario y saco dos toallas para secar al castaño.

- Traje carne y vino - dijo Tōru dejando esto en la mesa.

- Kusokawa idiota, mojaste toda la casa -

- Lo minimo que puedes hacer es secar mientras yo voy a darme una ducha - contestó Tōru tomando las toallas y caminando al baño.

Hajime soltó un suspiro y juro que en ese momento aguanto sus ganas de golpear a Oikawa.

Mientras Tōru se daba una ducha Iwaizumi se dispuso a secar el piso a buscar un poco de ropa para el castaño y luego empezó a preparar la cena.

Oikawa aveces podía sacarle canas verdes pero se estaba acostumbrando a aquello.

- Iwa-chan no pretendes que me ponga tu ropa interior-

- ¿Y que esperas que te dé?, Tu ropa está aún muy mojada -

- Pero es asqueroso y anti higiénico - se quejó Tōru quien traía amarrada una toalla a su cintura.

- Entonces solo colócate la jodida camisa y quédate sin nada abajo-

- ¡Eso es vergonzoso!, Iwa-chan pervertido - Hajime ignoro totalmente a Tōru y se dispuso a cocinar.

Oikawa por su parte se colocó el bóxer y camisa que Hajime le había dejado.
Era incómodo sin duda usar la ropa de Iwaizumi por qué extrañamente le quedaba pequeña y corta.

- Tu ropa me queda muy pequeña-

- No te quejes o te quedas desnudo-

- ¿Ah?, ¿Así es como tratas a tu amante Iwa-chan? - Tōru negó con decepcion - Que mal servicio, que mal servicio -

- Cállate Culogordokawa -

- Ya deja de ponerme esos ridículos apodos - se quejó Oikawa.

Al moreno se le escapó una risa y Oikawa imitó el gesto.

Tōru llevo su vista al pequeño sofá que había en el departamento y encontró a la cosa más bella que haya visto en su vida (después de el claro está)

- Awwwwww- el corazón de Oikawa se ablandaba cuando veía a aquel animal.

Y pues Tōru camino con rapidez al sofa para tomar al pequeño que jugaba allí.

- Nos vemos de nuevo pequeño - la bolita de erizo que hacia en el sofá rodo cerca de Oikawa y Tōru lo tomo en sus manos- ¿Cuál es su nombre?-

Hajime llevo su vista al castaño - eri -

- ¿Acaso es...?- Tōru se quedó con la boca semi abierta, quien diria que su amigo realmente era amiga.

- Todos se quedan sorprendidos cuando se enteran que es hembra -

- Es algo extraño- murmuró Tōru con el animalito en las manos.

- Terminaré de preparar la cena así que juega con ella un momento - el castaño asintió y se dispuso a jugar con la pequeña erizo.

Mientras Iwaizumi cocinaba la cena para ambos.

Hajime y Oikawa estaban empezando a tener la rutina de cenar juntos desde aquel día en el que cambiaron números de celular.

Habían pasado dos semanas desde aquello y aunque Tōru dijera que nunca le haría caso a Hajime al final siempre lo hacia y se enojaba consigo mismo por caer en la tentación.

Iwaizumi era un maldito policía de cara bonita y que cogía bien, o al menos eso quería pensar Tōru pues pese a que el moreno era todo aquello también había un sentimiento de trasfondo que Tōru se negaba a tener.

- La cena está servida - la voz de Iwaizumi hizo que Tōru volviera en sí y dejará a la pequeña erizo en el sofá.

- Al fin - el de ojos chocolatados llevo una de sus manos a su estómago y lo frotó - Realmente tenía hambre Iwa-chan -

- Ya deja de quejarte y ven a comer -

- Ah, le quitas lo divertido a la vida Iwa-chan -

Hajime miro por el rabio del ojo a Tōru y el castaño sonrio.

- Está bien, lo siento -

Quien diria que el mejor asecino le pediría disculpas a un policía.

Loco ¿No?.

- ¿Entonces que hay en el menú de hoy?-

- Carne frita y salteada con verduras - Tōru hizo un ligero gesto de desagrado.

- Compre carne por qué no quería verd...- el castaño vio a Hajime molesto así que prefirio morderse la lengua y callarse - ¡A comer!- expreso con alegría fingida.

- A comer - contestó Iwaizumi.

Ambos terminaron por sentarse a comer y a disfrutar de la cena y todo iba tan bien hasta que el celular de Tōru sonó.

Tanto Hajime como Oikawa feuncieron ligeramente el entrecejo pero oikawa sacó su celular y contestó.

- ¿Hola?, Oikawa, qué alivio ¿Dónde estás?- la voz de el rubio teñido se escuchó detrás de la línea telefónica.

El de ojos chocolatados trago lo que tenía en su boca y contestó - Estoy en el trabajo, no puedo hablar -

- Es una lástima- la voz del rubio sonó deprimida - ¿A qué hora sales?-

- No lo se probablemente sea hasta tarde -

- Tu trabajo es extraño aveces te dan descanso y aveces te explotan de trabajo -

- Bueno no me puedo quejar me pagan bien por hacer mi trabajo -

- Es cierto, bueno, entonces hablamos otro día -

- Claro, adiós te quiero Atsu-chan, cuídate - el castaño colgó la llamada y llevo su vista a Iwaizumi quien fruncia más que nunca su entrecejo- Ya te dije que te ves horrible cuando frunces el entrecejo Iwa-chan -

El moreno soltó un bufido y siguió comiendo.

Pasaba aquello en donde Atsumu llamaba a Tōru o Oikawa llegaba al trabajo del rubio para llevarle de comer y tener un poco de jugueteo con Iwaizumi en los baños pero siempre pasaba lo mismo y era que Hajime fruncia el entrecejo más molesto de lo normal.

Era extraño y Tōru no lograba comprender aquello aún, pero lo descubriría de eso estaba seguro.

Prisionero De Tu CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora