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Frunció su entrecejo, la actitud agena le dejaba un mal presentimiento, así que tras saber dónde estaba Suguru su corazón se aceleró, sabía que nada bueno podía estar sucediendo en aquella oficina, era conciente que mientras Ushijima estuviera involucrado significaba problemas.

Su mirada viajo hacia los cuartos de aquella enorme casa que conocía totalmente.
Paro su paso cuando estuvo frente a la puerta, tenía miedo de presenciar lo que ya se temía su corazón.

Sin embargo solo podía saberlo si abría la puerta, no teniendo de otra giró la manija, al dar un paso dentro de la habitación su mirada busco de inmediato a Suguru.

Pero lo primero que localizo fue el escritorio desordenado, con varios objetos sobre el mismo.
Su expresión paso a ser una de shock total, dejando caer la bolsa donde venían los helados que había comprado.

Desvío su mirada al sillón de la habitación encontrándose allí al mismo Ushijima arreglándose la corbata, mientras el chico que tenía al lado temblaba de miedo, sin poder decir una palabra para objetar.

– No – murmuró bajo riéndose de la escena que acababa de ver, riéndose de su cabeza quien le debía jugar una broma, sugestionandole una imagen mental que esperaba pero temía.

– Fuera de la habitación – ordenó el mayor mando, mirándole con calma, como si fuera normal lo que había hecho.

La voz de Tetsuro no hizo más que alterar más a Daishiō quien estaba en el sillón temblando con las prendas inferiores puestas gracias a que el acto sexual había acabado hace unos diez minutos.
Cada uno había tenido el tiempo de acomodar su ropa pero el... Realmente no podía hacerlo, sus manos temblaban y con dificultad había puesto la ropa que tenía ya.
Intento decir una palabra para intentar calmar el evidente enfado de su pareja, que cada segundo que pasaba mostraba más enojo y coraje, pero no pudo decir nada, de su boca no salió ninguna palabra.

En el marco de la puerta ya estaba Satori riéndose de la irá de Tetsuro, burlándose de la escena, parecía haber visto lo más gracioso en la historia.

Su risa revoltosa no paro en ningún momento, incrementando aún más el enfado de Kurō.

Daishiō supo que lo que proseguía después de ello era una pelea, y no se equivocaba, el de cabellos negros se aproximaba a Ushijima con la cabeza agachada, para no demostrar su enfado, pero se podía ver a kilómetros el enfado que llevaba consigo.

Suguru intento decir algo de nuevo, pero su voz y palabras filosas que solía usar no salían, se sentía obligado a callar de nuevo, pero ahora tenía un motivo, una razón para obligarse a decir algo.

Tetsuro alzó su mirada, reflejaba odio, irá, enfado, confusión, tanto en una sola mirada, necesitaba descargar aquel sentimiento con alguien.
Estuvo por golpear a Wakatoshi de no ser por su pareja que le alzó la voz.

– ¡Kurō!– cuando al fin salió una palabra de los labios del peliverde, su corazón se detuvo, esperando que el otro reaccionara – No... – negó varias veces, pero el otro insistía con querer golpear al sujeto frente a él.

El moreno bajo la guardia, cuando noto las lágrimas en los ojos del otro, su corazón se estrujó, ¿Acaso no era capaz de protegerlo?.

¿Tan malo era para cuidar de las personas que amaba?.

Bajo por un momento su mirada terminando por acercarse a Suguru quien sin dudarlo lo abrazo.

Ninguno era capaz de decir algo, siquiera para preguntar por el otro.

Satori rodó los ojos cuando la escena fue arruinada, esperaba más del gatuno, igualmente su sentencia la había puesto al llegar a la casa, camino hasta el escritorio de su jefe cuando lo vio regresar y sentarse en la silla.

Prisionero De Tu CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora