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En la ciudad iban y venían las personas por las calles, en las mañanas era cuando mayormente se transitaba una gran afluencia de personas.

Tetsuro estaba tratando de acostumbrarse a tener que viajar en metro casi tres horas solo para poder ver y charlar con Suguru.

El chico aún parecía estar molesto con el desde la última vez que hablaron, pero tampoco se atrevía a preguntar la razón y el otro tampoco parecía estar dispuesto a decírselo.

La sonrisa divertida en el rostro del otro cada vez solía verla menos, los comentarios tontos para hacerlo reír dejaron de funcionar, hacer estupideces, o contarle cómo le iba a Bokuto tampoco servía...

Intentaba hacerlo reír por llamada pero no servía de nada.

Sería la primera vez que lo vería luego de que Ushijima lo apartara de su lado, y aún no estaba seguro que decirle para empezar.

Divago en su cabeza un buen rato, parecía que su mente acababa de abandonar a su cabeza tomando un viaje exclusivo a la luna.

Pensar en Suguru no era algo que hiciera solo ahora.

Si recordaba bien, desde que le conoció el peliverde se volvió parte de su vida, cuidarlo, mimarlo, hacerlo enfadar y reir, era dueño de la mayoría de los buenos recuerdos que tenía el otro.

Aquel chico no era su primer amor, pero quizás si la primera persona a la cual le gustaba robarle cada sonrisa. Ser dueño de cada sonrojo, ser el insultado y maldecido por los labios del otro.

Soltó una ligera risa, estaba bobamente enamorado.

Acomodó sus lentes de sol en el puente de su nariz, dio la vuelta en la esquina de aquella calle, tenía ganas de un café, quizás compraría un pastel para Suguru, pensaba que algo dulce podría animarle.

Su mente volvió en sí cuando noto que era seguido, los chicos no parecían ser malos en su trabajo pero Tetsuro estaba acostumbrado a tener que fijarse a su alrededor, era consciente que cualquier día aparecería algún oficial y le detendría por todos los delitos que hasta hoy en día cometió.

Y si no era un oficial sería un matón que tenía por enemigo, o posiblemente sería el mismo Ushijima quien le mataría en un dos por tres.

Supuso que tendría que perderlos si deseaba ver a Suguru.

Nada le impediría ver a aquel chico con el que llevaba soñando varias noches, con el que extrañaba dormir.

Ordenó un café y el pastel saliendo de la cafetería, decidió que caminar por allí unos minutos distraeria a los sujetos pero no funcionó.

Chasqueo su lengua con enfado, aún así no tuvo de otra que desviar su paso hacia algún hotel.

No podía arriesgarse e ir con Suguru, si le veían ponía en riesgo a su pareja y era algo que no deseaba. Suficiente tenía con preocuparse todos los dias pensando que Ushijima lo dañaría de nuevo.

El hotel en el que paro no era ni caro pero tampoco tan barato, pasaría el día encerrado sin mucho que hacer más que comerse el pastel de chocolate junto el café amargo y espeso que se había pedido.

Tampoco saco su celular para contarle lo sucedido a Tōru, lo haría cuando no tuviera a nadie a tres metros cerca de el pisándole los talones.

– Un día – le indico a la mujer quien le registro antes de darle las llaves de la habitación.

Se retiró los lentes de sol, siguió a la mujer que le indicaría cuál era su habitación.

Paseo su mirada por el lugar fingiendo curiosidad, noto que al menos ya no traía atrás a los dos sujetos, eso significaba que no estaban para matarlo, lo necesitaban vivo.

– Pase un buen día – indico la mujer antes de dejarlo frente a la puerta de la habitación.

¿Que tenía de bueno?.

No podía ver a Daishiō, no le podía hablar y explicarle la situacion.
Con dificultad podría decirle unas cuantas cosas a Oikawa, claro si tenía suerte de no ser descubierto.

Negó, se adentro a la habitación, al menos era bonita, claro sería mejor si tuviera a Suguru echado en la cama.

Arrugó su nariz con desagrado, al ver que habían cámaras en el lugar.

Dejó la bolsa con el pastel sobre la mesa de noche, el café se quedó junto a la bolsa, mientras Tetsuro se dirigió al baño.

Se encerró allí, en lo que se retiraba la ropa fue fijándose que no hubiera otra cámara allí, supuso que no debería haberlo, de hecho sería estúpido si la hubiera.

Cuando se aseguró que no hubiera nada dejo el grifo del lavamanos abierto, dejando que el agua corriera.
Y se metió a la ducha junto con el celular. Antes de marcarle a Tōru se hizo a un lado y encendió la regadera, a modo de no mojarse pero si generar ruido con el agua.

– Oikawa – nombró, cuando al final le contesto, soltó un suspiro – Yo... –

– ¿Te estás duchado?, ¿No me digas que no te has lavado allí abajo antes de ir con Suguru?, Que vergüenza... Eres un puerco –

– Oikawa – volvió a llamar tratando de ignorar los comentarios del castaño – Me están siguiendo – murmuró bajo, para que el castaño fuera el único capaz de oírle.

Hasta ese momento Tōru dejo de comer el desayuno que Hajime le había preparado – ¿En dónde estás?–

– Eso da igual –

– Le diré a Terushima que vaya hacia allá –

– Eso solo causaría más problemas, además no es ningún asesino, parecen ser policías... Adviertele a Bokuto de esto, de lo contrario nos hundirá –

– Bien, quédate allí por... –

– Lo sé, no te preocupes por lo que hago, preocupemonos por Bokuto – Insistió.

– Bien – formo un morro en sus labios un tanto disconforme por no poder hacer más – Cuídate –

– Lo haré –

Tras aquello corto la llamada, le envío un mensaje a Daishiō avisando que no podría llegar, luego le daría una explicación a detalle. Dejo el celular a un lado, salió a apagar el grifo del lavamanos y decidió tomar una ducha aprovechando que estaba dejando correr el agua.

Si eran agentes encubiertos quienes le seguían significaba que ya sospechaban de él y la mafia.

Mordió su labio inferior un tanto preocupado, esperaba que solo fueran alucinaciones suyas, y no fuera lo que estaba pensando.

Prisionero De Tu CuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora