Wild no era estúpido, apenas se levantó pudo ver algunas personas que no parecían estar ahí para pasarla bien, miraban a Milán, quien en cierto momento también hizo contacto visual con ellos. Sonrió tomando al chico de la cintura y giró empujándolo contra la mesa.
—Me siento alagado de ver que has venido a buscarme, más aún que no me subestimaras. —siseó inclinándose hacia su oído. — ¿Qué pretendes con esto?
—Quiero que hablemos.
—No tengo nada qué hablar contigo, pero si pretendes que estemos a solas, intenta convencerme de una mejor manera. Vamos, puedes hacerlo mejor. —le apretó el trasero tan descaradamente, que ya comenzaban a atraer miradas de otros clientes del lugar.
Milán vio a los hombres que había contratado, tenían indicaciones de vigilar, pero actuarían a su señal, no antes, sin embargo, los cuidadores que envió su padre eran otro caso completamente diferente, ya estaban dirigiéndose hacia ellos en medio de semejante escena.
— ¿Crees que puedes acorralarme con unos cuantos idiotas armados? —cuestionó apretándole más, mirando con advertencia al par de hombres que se detuvieron dudando antes de intervenir.
—Suéltame. —se quejó Milán al sentir el frío filo de una navaja en su espalda, por debajo de la camisa, no había notado eso cuando comenzó a tocarle, ni siquiera supo en qué momento la sacó, pero sabía que él no se tentaría para herirle.
—Diles que se marchen y tal vez me lo piense.
—No siguen mis órdenes, los contrató mi padre. —le dijo en voz baja. —Pero no saben quién eres, no tienes qué hacer esto.
—Estás mintiendo, seguramente esto es una trampa, ¿o me equivoco?
—Por supuesto que te equivocas. Deja de clavarme eso, vas a lastimarme. —gimoteó molesto. —Yo no pude hablar con mis padres cuando volví, creen que estuve divirtiéndome y se enfadaron conmigo por desaparecer como lo hice.
Wild le miró a los ojos, tras un instante le pareció que decía la verdad, el chico tenía una expresión dolida, algo que no podía haber fingido de solo querer. Quizá Milán no era tan privilegiado como aparentaba, si bien, podía ser un niño rico hijo de padres millonarios, esa clase de chicos eran comúnmente ignorados por su familia, no era tan sorprendente en realidad.
Finalmente, Wild cedió, se alejó de Milán ocultando la navaja y volvió a sentarse.
—Lárgate, estás siendo una molestia.
—No llegué tan lejos buscándote solo para que me ignores. —dijo Milán azotando la mano en la mesa, inclinándose sobre ella para acercarse a Wild. —Lo que pasó..., te aseguro que no quedará así.
— ¿Me estás amenazando? —Wild arqueó una ceja mirándole con burla.
—Tómalo como quieras.
Tras decir eso, Milán se incorporó dispuesto a marcharse, dejando sobre la mesa un papel que Wild no pasó por alto, lo tomó antes de que alguien más lo notara y se quedó ahí observando mientras se iba. Al ver que también se retiraban los dos tipos que lo estaban cuidando, y otros tres más, revisó el papel que tenía algo escrito.
La nota era particularmente extraña, no esperaba que Milán le buscara, mucho menos que pidiera algo como un encuentro a solas tal le hubiese sugerido, ¿acaso ese chico tenía las mismas intenciones que él?
Le citaba en un motel a las afueras de la ciudad, un sitio solitario, decía claramente que le esperaría ahí después de la media noche y estaría solo. El contexto de aquel mensaje era tan sugerente, pero a la vez demasiado bueno para ser del todo creíble, así que Wild no se lo tomó muy enserio por el momento, quizá la mejor manera de comprobarlo sería enviando a alguien para merodear la zona antes de acercarse.
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Después de ti.
Roman d'amourCorey no sabe mucho de sí mismo, de su origen, vive creyendo en todo lo que ve, nunca se ha detenido a ver más allá, a cuestionar aquello que no comprende, su ingenuidad ante el mundo real será como una puerta abierta para cualquiera que decida entr...