En cuanto llegaron al hospital Corey fue llevado a un consultorio, el doctor preguntó sobre los perros que le atacaron, entonces Alessandro dijo que trataría de averiguar algo y se marchó, mientras Corey recibía algunas puntadas para cerrar la herida.
Había perdido algo de sangre, pero nada alarmante, en realidad el doctor dijo que se sentía mareado por el estrés ante el ataque, su cuerpo reaccionaba protegiéndose de esa manera. Conforme se tranquilizaba, el dolor iba siendo más notorio, hasta que fue necesario tomar un analgésico y ni así se quitaba por completo.
Alessandro volvió y habló con el doctor en voz baja, Corey no alcanzó a escuchar, pero supo que todo estaba bien cuando él se acercó con una expresión relajada y le ayudaba a bajar de la camilla.
—Te llevaré a tu casa.
—No tardamos nada, pero Caren aún no sabe que no estoy en la clínica donde mi madre le dijo que me recogiera, te agradecería que me dejes ahí, la esperaré para no preocuparla.
— ¿Acaso no tienes su número? Llámala. —obvió Alessandro mientras salían del consultorio, lo estaba ayudando a caminar sosteniéndole firmemente a cada paso.
Estando tan cerca, Corey podía notar el aroma de ese hombre y eso le distraía demasiado, era de una loción que seguramente costaba una fortuna, porque olía tan bien que casi olvida lo que le estaba diciendo.
Subiendo al auto Alessandro le dio su celular, Corey lo observó confundido y luego levantó la mirada.
—Llama a la señora que iba a recogerte, dile que vas para tu casa. —le indicó antes de cerrar la puerta.
Corey, por suerte, se sabía el número de memoria, no tenía teléfono y al parecer Alessandro lo dedujo, pues de lo contrario no le habría prestado el suyo, en cuanto Caren respondió le explicó brevemente que ya había sido atendido y que volvería a casa, ella dijo que pasaría ahí más tarde para saber que ya se encontraba bien. Colgaron y Corey devolvió el celular, formándose finalmente un largo silencio.
—Y... ¿De dónde eres? —preguntó de pronto el menor, tratando de que el trayecto fuese más agradable.
— ¿Disculpa?
—Es que hablas como si fueras de otro lugar.
—Viajo demasiado, debe ser por eso.
— ¿Has estado antes aquí?
—No mucho.
—Hmmm, es que, me pareció que los guardias de aquel bar te conocían. —murmuró pensando en ello.
—Son ideas tuyas. —Alessandro le miró de reojo y suspiró, debía cambiar el tema de conversación, le incomodaba demasiado que ese mocoso comenzara a hacer tantas preguntas, pero sabía que no iba a quitarle la curiosidad tan fácil. —Realmente no hay nada interesante conmigo, me he mudado porque la empresa para la que trabajo ha decidido invertir en esta ciudad.
— ¿Enserio? ¿Y te pagan por vivir aquí? ¿Pagan también tus gastos? —preguntó mirándole sorprendido, pues había escuchado de cosas así. —Debe ser genial, seguro tienes un gran puesto.
—Se podría decir que sí, aunque los cambios tan constantes no ayudan a tener una vida tranquila, en realidad busco establecerme y dejar los viajes por un tiempo.
—Si lo dices así, seguro que a la larga puede ser agotador. —murmuró Corey pensándoselo con más seriedad. — ¿Te agrada esta ciudad?
—Aún no la conozco demasiado, llegué hoy.
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Después de ti.
RomansaCorey no sabe mucho de sí mismo, de su origen, vive creyendo en todo lo que ve, nunca se ha detenido a ver más allá, a cuestionar aquello que no comprende, su ingenuidad ante el mundo real será como una puerta abierta para cualquiera que decida entr...