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A las tres de la madrugada Yoongi despertó con una punzada en la cabeza, sentía mucho dolor pero raramente se sentía muy cómodo. Abrió los ojos dificultosamente, acostumbró su vista a la oscuridad de la habitación que no era la suya y vio un cuerpo algo pequeño pegado a su costado y aprisionando su cintura en un abrazo.
/ ¿Pero que..? / se preguntó mentalmente, intentó mover la cabeza para aspirar el olor de sus cabellos, pero punzadas de dolor lo abordaron por lo que no pudo evitar gemir de dolor y atajar su cabeza con ambas manos tratando de mitigarlo.
- ¿Te duele mucho? ‒ preguntó somnoliento Jimin despertando asustado y mirándolo tiernamente por lo que Yoongi sonrió aún sintiendo mucho malestar.
- Ya pasará, duerme mi príncipe ‒ musitó dulcemente.
/ ¿Mi príncipe? ¿Desde cuándo es mío? Bah / se reprendió mentalmente al percatarse de su error.
Jimin negó con la cabeza y prendió el velador para pensar qué hacer, vio sobre la mesita el medicamento por lo que sonrió aliviado. Se levantó de la cama para ir a buscar agua, mientras tanto Yoongi lo detalló con la mirada, recorrió todas sus curvas y su blanca piel tan expuesta, deseaba tocarlo. Se quedó mirándolo tan descaradamente que el se sonrojó al volver con el agua y percibir ese escrutinio.
- Discúlpame, todo es mi culpa ‒ musitó triste pasándole el agua y una pastilla blanca. Yoongi miró la pastilla como examinándola.
- No te voy a envenenar, tranquilo ‒ Jimin está vezsusurró sonriente.
- Yoongi ‒ musitó mirándolo.
- ¿Qué? ‒ preguntó Jimin mirándolo interrogante.
- Me llamo Yoongi ‒ explicó.
- Ese nombre es excelente para un hombre como tú ‒ musitó sentándose en la cama del lado donde estaba acostado anteriormente sosteniendo el vaso en sus manos.
- ¿Por qué? ‒ preguntó confundido.
- Pues, es único, lindo e intrigante como el dueño de la misma ‒ susurró, pero Yoongi lo escuchó claramente ‒ por cierto me llamo Jimin, mucho gusto Yoongi ‒ musitó.
- Mhm.. me encanta como suena mi nombre cuando tú lo pronuncias ‒ murmuró sensual acariciándole lentamente su brazo por lo que Jimin cerró los ojos disfrutando el contacto. ‒ Jimin, ese si es un nombre para un príncipe ‒ aseguró.
Hizo un pequeño movimiento con la cabeza para besarlo, lo necesitaba, sonaba estúpido pero sentía una necesidad de besarlo, pero un insoportable dolor lo azotó por lo que solo se volvió a recostar poniendo con suavidad su cabeza sobre la almohada a la vez que cerraba los ojos con fuerza para aguantar y no gritar como su cuerpo se lo pedía.
