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Yoongi tan solo siguió ascendiendo las escaleras que parecían multiplicarse y no tener final, al llegar finalmente a la cumbre quedó maravillado al ver la humilde pero hermosa casa, desde lejos se podía sentir el calor de hogar y una paz abrasadora, la señora caminó rumbo a la puerta y la abrió, sacó sus zapatos dejándolos a un costado de la puerta.

— ¡Llegue!‒ musitó alto la mujer, se escucharon pasos apresurados en el piso superior y en menos de un minuto un joven hacía acto de presencia.

— Mamá finalmente has llegado, estaba tan preocupado ‒ aseguró con reproche ‒ mi hermano me mataría si supiera que te dejé ir sola por las cosas para la cena ‒ comentó agitado.

— Tranquilo ‒ susurró la mujer ‒ ¿Y dime como te fue en la cita? ‒ preguntó por lo que el joven se sonrojó.

— Bien mamá, gracias por hacer esto por mí, te quiero ‒ aseguró besando en el rostro de la señora que sonrió ampliamente.

Yoongi se había despojado de su calzado y los miraba desde el marco de la puerta esperando con paciencia.

— Haría lo que fuera con tal de ver esa sonrisa ‒ susurró pellizcando levemente su rostro.

— ¡Mamá! ‒ Se quejó el joven por lo que Yoongi sonrió, solamente él sabía lo que valía la caricia de una madre y esa tierna sonrisa, aunque para los que lo tenían resultara ridículo.

El joven se percató de la presencia de Yoongi, por lo que lo observó con recelo.

— Hola ‒ saludó el pelinegro al verse blanco del escrutinio.

— ¿Quién eres? ‒ preguntó concretamente el joven.

— Es un amigo, él me ayudó a cargar las compras y lo invité a pasar noche buena con la familia ‒ comentó la señora.

— Yoongi ‒ se presentó extendiendo una mano.

— Discúlpame estoy un poco nervioso ‒ comentó aceptando el apretón de mano. ‒ mi hermano da miedo cuando está enojado ‒ agregó con una sonrisa.

— Ven Yoongi, ayúdame a llevar todas las bolsas a la cocina ‒ pidió la mujer.

— Sí ‒ susurró el pálido siguiendo a la señora, el joven amablemente tomó algunas de las cargas de Yoongi y también los acompañó.

— ¿Tus primos? ‒ indagó guardando las cosas en el refrigerador.

— Irían a recorrer la ciudad ‒ explicó el joven subiéndose sobre la mesada de la cocina y tomando un manzana.

𝐸𝑙 𝐴𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑃𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜 'ʸᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora