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Jimin lo miró sin saber que decir, sin dudas Agust le parecía hermoso, incluso angelical y si no amara a Yoongi no dudaría un segundo en aceptar la petición, la sonrisa arrogante del hombre le resultaba tentadora y sin dudas esos finos labios se veían deseables.

— No sé muy bien cómo va el trato entre ustedes, si tendré que pagar algo solo dímelo - murmuró el de mirada grisacea a lo que el joven negó con la cabeza.

— Agust... - susurró el rubio antes de suspirar sonoramente, no sabía que decir, sus sentimientos estaban claros, pero no sabía cómo rechazar tal proposición sin ser muy hiriente.

— Estoy dispuesto a hacer lo que sea por ti - aseguró suavemente, acercándose al menor todo lo que la mesa permitía.

— Yo...ehh...no - tartamudeaba sonrojado, tan solo deseaba en ese momento ser comido por un gigantesco monstruo, aunque bien sabía que era algo imposible y que debería solucionarlo solo.

— Solo una noche, tan solo eso necesito para sacarte de mis pensamientos - susurró como analizando la situación.

Yoongi había sido "atrapado" por Suran quien deseaba "preguntarle" sobre su padre.

— Entonces te casarás - indagó repentinamente por lo que el pelinegro la miró fijamente confundido - Eh...ese niño cree que te casaras con él - explicó mordiéndose los labios.

— Aún no lo sé, quizás - comentó Yoongi jugando con la paciencia de la mujer.

— Cariño, yo sé que no lo harás porque me amas - aseguró - además veo a tu hermano muy interesado en él y por lo visto a "tu príncipe" no le resulta indiferente - comentó.

Yoongi miró en dirección a la mesa y se molestó al ver a Jimin solo con su mayor, por lo que agarró lo primero que tenía en frente y se apresuró a volver junto al menor, dejando a Suran con su veneno en la lengua. Agust lo vio acercarse por lo que guardo un sepulcral silencio, Jimin soltó un grito al sentir una mano en su hombro, sentía que la descubrieron haciendo algo malo.

— ¿Estás bien, mi amor? - preguntó Yoongi extrañado.

— Sí, tan solo me asustaste - susurró.

— Solo se teme cuando se está haciendo algo malo - aseguró Yoongi - Aunque yo sé que tú no harías nada malo, mi amor - comentó ácidamente, tanto que los pelos del rubio se erizaron. Yoongi se sentó a un lado del menor, lo tomó por el mentón y capturó sus gruesos labios en un beso lento, tomó el labio inferior y lo mordió dejando una pequeña marca roja en este. Jimin amaba esa costumbre que Yoongi tenía de marcarlo cada vez que hacían el amor, con alguna mordida pequeña o moretones en el cuello, pero nunca antes había hecho algo semejante fuera de la intimidad por lo que le extrañó.

𝐸𝑙 𝐴𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑃𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜 'ʸᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora