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Habían pasado dos días desde que Yoongi se había marchado. Jimin se encontraba en su habitación, en esos días tan solo se la pasó en su cama, necesitaba descansar y pensar.

Observó desde lejos la caja negra sobre su escritorio, ni siquiera recordaba cuantas veces lo había mirado, pero no se animaba a abrirlo. Se incorporó lentamente y caminó en dirección al objeto, lo tomó en manos y sonrió levemente, leyó por décima vez la nota dejada por el pálido; necesitaba pensar que él realmente volvería.

— Eres un tonto.─ susurró reprendiéndose por aun esperar algo del mayor; recordaba claramente todo lo que le había dicho y si bien ahora se arrepentía mucho de lo pronunciado aún estaba seguro que no iba a volver con él. Miró fijamente la caja que sostenía y finalmente tomo coraje para ver su contenido. Soltó un grito de susto y lanzó la caja al suelo cuando la puerta de su habitación se abrió repentinamente.

— ¡Mamá no me asuste así!. ─ regañó sujetando su corazón y respirando agitadamente mirando a la mujer en el marco de la puerta.

— Lo siento hijo, pensé que aún estabas dormido. ─ se excusó la señora con varias ropas dobladas del menor en manos. ─ Tan solo traía tus ropas lo siento. ─ se disculpó avergonzada dejando la pila de ropas sobre el escritorio.

— Discúlpame mamá, tan solo me asuste, gracias por las ropas. ─ musitó un poco más tranquilo brindándole una pequeña sonrisa a su madre para tranquilizarla. La mujer correspondió la sonrisa y ambos quedaron en un incomodo silencio por unos segundos hasta que la señora visualizó la caja en el suelo y se agachó tomándola en manos, sin pensarlo un solo segundo lo abrió maravillándose con el anillo que el rubio no se había animado a ver.

— Es hermoso.─ susurró.─ ¿Te lo dió Yoongi?. ─ indagó interesada, el menor tomó la caja bruscamente y observó fijamente la delicada joya, en verdad era lo más hermoso y perfecto que había visto, tanto que sintió sus ojos agolparse con lágrimas.

¡Hormonas estúpidas!

— No quiero hablar sobre eso.─ murmuró cerrando bruscamente la caja y dejándolo sobre el escritorio. Jimin sintió su corazón oprimirse al ver el rostro de su madre con una expresión triste, no sabía cómo tratar a la mujer que le dio la vida, ésta era muy sentimental; pero no por ello dejaba de pasar en él a la vez que esa tristeza aparecía.─ Sí, me lo dio Yoongi. ─ contestó finalmente tratando así reconfortar a la mujer. ─ Él desea...─ musitó.

— No es necesario Jimin, sé que no deseas hablar sobre esto conmigo y lo comprendo.─ susurró. ─ Hijo yo tan solo deseo que seas feliz. ─ aseguró. ─ Te dejo para que pienses. ─ musitó dando la espalda para marcharse.

𝐸𝑙 𝐴𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑃𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜 'ʸᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora