Capítulo cuarenta |Editado

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Mientras iba conduciendo más me convencía de que no quería llegar a la casa. De seguro estaría toda la tarde mal, y no quería que mi bebé sintiera eso, así que haría un par de cosas que tenía pendiente de hace mucho.

En primer lugar, iría a mi antiguo trabajo. De pronto me entraron unas enormes ganas de volver a trabajar. Por sobre todas las cosas soy una mujer que ama su profesión, una abogada con vocación.

No necesito dinero, eso es lo de menos. Mi padre nos dejó bien aseguradas en ese sentido a mi madre y a mí, pero ahora que mi madre ya no está... todo pasó automáticamente a mi cuenta.

Es tan irónico, porque daría toda la fortuna que tengo con tal de traer de vuelta a las personas que amo. Pero no, la vida es cruel.

Antes de darme cuenta nuevamente las lágrimas atravesaban mi rostro. ¿Cómo no? Estaba sola, embarazada y la única persona que podía llamar cercana estaba molesta conmigo.

Estacioné frente al gran edificio en donde trabajé afanada tantas horas. Sequé las lágrimas de una vez y me bajé del auto un poco nerviosa.

-¡No me lo creo! ¡Debe ser un sueño! -me tapé los oídos exageradamente ante el grito de louisa, la recepcionista.

-Siempre tan chillona -dije dándole un abrazo sincero.

-¡Ay! Siempre tan seriota, no cambias pero aún así te adoro. -arrugó la nariz. -¿qué? -preguntó al teléfono -Ah si es Celeste. Sí. Black. Segura. -dijo cabreada.

La extrañaba. Nunca habíamos hablado fuera del trabajo salvo en algunas juntas a las cuales iba una vez al año. Pero aún así a ella la extrañaba.

-Dice Laura que no te muevas que viene para acá. -dijo una vez que colgó.

¡Laura! Sentí una enorme felicidad de saber que volvería a verla.

-Oye y tú donde estabas, ¡de pronto desapareciste! Dicen las malas lenguas que te fuiste con un hombre casado.

Reí porque no se callaba nunca, pero también por las cosas que la gente inventaba.

-Algo así -mentí para aumentar su asombro. Intenté no reír para hacerlo más creíble.

Su cara se transformó e iba a decir algo pero no alcanzó.

-¿¡Celeste!? Oh por Dios, volviste.

Me giré hacia la proveniente de aquella voz y me encontré a Laura sorprendida. La abracé entusiasta por un largo rato.

A pesar de que antes no tuviéramos mucha relación fuera del trabajo, ella siempre fue mi compañera de piso, claro que la extrañaba demasiado.

-¡Volví! Y para quedarme -dije animadamente. -Bueno, si es que me necesitan.

-Claro que sí, de hecho ya estás contratada. -respondió Laura.

Reí ante el chiste, pero Laura me miró extrañada.

-¿cómo? -pregunté y luego me lo quede pensando. -Oh, no... ¡¿conseguiste el ascenso?!

-¡SÍ! -dijo Laura y comenzó a dar saltitos, emocionada. Ella luchó por aquello.

-Te felicito mucho, ¡te lo mereces! -la abracé nuevamente.

-Muchas gracias -me respondió el abrazo.

Nos alejamos un poco hacia los sillones que habían en la entrada del edificio, donde habían algunas personas solicitando algún abogado.

-Tengo que contarte algo... -le dije en un susurro.

Prometo Olvidarte ©| CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora