Capítulo veinticuatro |Editado

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Daniel

Recuerdo del pasado


Sentí un empujón que me hizo caer al piso. La furia comenzó a correr por mis venas pero el dolor que había en mi pecho era más grande y sentí ganas de llorar.

Así, aún en el piso, cabeza gacha, escuché la voz de Clay, al único que consideraba amigo, defendiendome.

-¡déjalo en paz! -gritó.

-¿Cómo es posible que lo defiendas, Clay? -escuché que decía uno de ellos -Al menos nosotros tenemos familia que nos visita, a éste nadie lo quiso y por eso lo botaron -se escucharon multiples risas.

Me encogí contra la pared aún sin levantar el rostro, las lágrimas no tardaron en salir.

-¡dije que largo! ¡fuera de aquí! -otra vez gritó Clay.

Escuché sus pasos alejarse y pude respirar con tranquilidad, sin embargo mi pequeño corazón estaba cada vez más roto; mi mente, preguntándose qué habría hecho mal para que me abandonaran en ese horrible lugar.

-Daniel, ¿estás bien? -preguntó hacia mí.

Levanté mi rostro y me sorbi la nariz. Asentí lentamente.

-No tienes que tomar en cuenta a ese bravucón, sabes que te tiene invidia porque tu tienes los dientes perfectos y a él le faltan tres, ¡levántate! te quiero enseñar algo.

Sonreí feliz por el halago y me puse de pie energéticamente, los pensamientos tristes se dispersaron como humo.

-¿qué cosa? -dije mientras corríamos entusiastas.

no te lo vas a creer! ¿recuerdas que la abuela de Melissa le prometió uno de esos aparatos que tienen juegos?

-¡si! ¡¿ya se lo dio?! -dije muy emocionado, nunca había visto uno de tan cerca.

-¡ven a verlo tu mismo!

Abrí los ojos de par en par y nos dirigimos a la habitación de Melissa, mi corazón latía rápido y de pronto sentía mucha curiosidad.

-¡Daniel! mira, mira, ¡¡mira!! ¿no es precioso? - Melissa puso el pequeño aparato frente a mí -pero... ¡ay! cierren la puerta, nadie puede saberlo -hizo un gesto de silencio en sus labios con su dedo. Su cabellera rubia brillaba más que nunca y sus trenzas caían delicadamente a sus costados. -es un secreto entre nosotros tres.

-está bien -susurré. Clay puso su mano en su frente modo militar y asintió.

-¿te lo dio por tu cumpleaños? -pregunté, curioso.

-no -dijo pensativa -sigo teniendo ocho. No entiendo por qué me lo dio, pero dijo que pronto me iré de aquí.

-pero no entiendo -dijo Clay -si tienes abuela, ¿por qué no vives con ella?

Prometo Olvidarte ©| CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora