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Sus enormes e hipnotizantes ojos de un azul tan profundo como brillante, miraban aquella enorme perla brillante en el cielo, sentado en el borde del precipicio dejando que el frío aire le acaricia su oscuro pelaje, no iba a ser la última vez que la vería, pero aquella noche en especial se sentía diferente.

Solo. Esa era la palabra.

Bajó su mirada hacia el pueblo el cual gracias a la luz de los faroles le daba una bonita vista en compañía de las luces de las casas y tiendas que a esa hora de la noche aún estaban abiertas, sintiéndose relajado y satisfecho con la tranquilidad de las personas que ahí vivían, fijando luego su vista en una zona en específico, observando el conjunto de casas residenciales en el área privada del pueblo donde residían.

Suspiró profundo cuando observó aquella casa en particular, gimiendo un poco cuando su corazón se estremeció con deseo y añoranza, con la ilusión de que en un futuro la persona que vivía ahí fuese también su compañero de viajes, pero sabía que hasta que no arreglara las cosas entre ellos y sobretodo su paryë no le aceptara, él no podía hacer nada al respecto.

Deseaba tanto tener a su pareja a su lado, y saber que existía una posibilidad bastante alta de rechazo por su parte hacia él le lastimaba el alma de una forma sorprendente, desde que había descubierto que eran destinados mucho antes de saberlo realmente, él ya se había enamorado de su pareja.

Apartando la vista de su pueblo, se puso en marcha con pasos suaves y silenciosos hasta la cascada la cual era el punto de reunión antes de partir, debía esperar a sus compañeros y por lo general siempre era en aquel lugar, una tradición que habían adquirido luego de dos años, pues hacerlo ahí frente aquel lago era como demostrar que estaban despidiéndose de su hogar por un tiempo con la promesa de volver a él.

A él le chocaba un poco tener que irse en esas fechas pues el pueblo empezaba a organizar los preparativos y adornos para el festival de invierno, luego decorando todo el pueblo para la navidad y por lo general él y sus compañeros de clan se aseguraban de tener todo bien preparado y que nada saliese mal, pero aquella situación requería que ellos abandonaran aquello para investigar.

Al norte de su hogar, a varias millas de distancia se habían encontrado con algo muy extraño meses atrás y que ahora había vuelto a aparecer, y ellos al ser los protectores de aquel lugar debían investigar a qué se debía y porque lo estaban haciendo ahí en el mismo sitio, aunque no estuviese realmente dentro de sus terrenos. Era bastante perturbador y preocupante encontrar cadáveres de animales con escritos amenazantes, no sabían realmente a quien iban dirigidos, pero de igual forma debían cerciorarse de cada cosa.

Sus pasos eran delicados, elegantes y silenciosos mientras caminaba por los confines de ese bosque que llevaba recorriendo toda su vida, adorando la naturaleza que lo rodeaba y lo había acogido durante tantos años. Inexplicablemente él sentía una muy leve conexión con ella, como la suave caricia de un océano en calma a unos pies hundidos en la arena de sus costas, pero tan fuerte como el rugir de un río, y esa sensación le encantaba por más sutil que fuese.

Una vez llegó a su destino, se detuvo entre los arbustos que rodeaban el lugar, su pelaje tan oscuro se camuflaba con las sombras que le rodeaban, sólo se podía identificar que estaba ahí gracias al brillo de sus ojos.

Ojos que, una vez se acercó al lago reposante bajo aquella cascada, brillaban igual que ella y portaban el mismo tono azul. Era extraño que sus ojos en aquella forma se asimilaran a aquellas aguas extrañas que cuando su paryë las tocaban brillaban de esa forma tan singular.

Secretos Del Bosque [KookV/Lobos] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora