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Una semana atrás antes del festival...



—Su respiración es inestable, ¿de verdad esta bien que le prohibamos alimentarse? —preguntó una chica con bata blanca, la enfermera de aquel sitio, mientras observaba al inestable joven que estaba respirando de forma preocupante mientras se encontraba atado de manos a la pared con grilletes con gruesas esposas de hierro hechizado que evitaban el uso de sus poderes.—Han pasado ya cinco días...—murmuró, estaba ligeramente preocupada por el estado del muchacho.

El hombre a su lado sonreía de forma encantada al observar el estado del muchacho, sudoroso, sonrojado por la posible fiebre que estuviese experimentando y en un estado enfermo. —Si, mientras más días pase sin alimento, el veneno hará su trabajo más rápido, síguele administrando la misma dosis, pero cada doce horas, tenemos que apresurarnos. —dijo, lamiendo sus labios con un hambre de malicia.

La chica asintió, aunque en lo profundo pensaba que dejar sin comer por más días al chico terminaría matándolo, no tuvo más opción que aceptar, porque era su trabajo y porque no quería ser lastimada por pensar en las consecuencias. —Como ordene, mi señor. —habló en voz baja y sumisa, apartándose para ir en busca de una de las bolsas de sangre guardadas y poder suministrarle al chico el veneno.

Él observó cómo el joven se estremecía ante un posible escalofrío, y no pudo evitar que su sonrisa creciera. Sin decir nada, abandonó la habitación para reunirse con su compañero que lo estaría esperando en otra sala.

Encontró al sujeto sentado en el marco de la enorme ventana mirando más allá de los árboles que rodeaban la cabaña que era su hogar, y en cuanto entró al salón  él giró levemente su cabeza para verle, sus ojos de un fabuloso magenta y carentes de emoción conectaron con los suyos de inmediato. —¿Cómo está? —preguntó, y no hacía falta decir el nombre para saber a quién se refería.

Con una sonrisa maliciosa, se dejó caer en un sillón de piel frente a la enorme chimenea de piedra con su leña encendida, buscando en sus bolsillos un cigarro para después encenderlo. —Tan magníficamente enfermo como esperaba. —dijo, soltando el humo entre profundas y cortas carcajadas.

Suspiró, dirigiendo su fría y vacía mirada hacia el exterior de nuevo. —¿Podrías explicarme una vez más, porqué has decidido que fuera él, precisamente? —preguntó, su voz neutra y grave, aún seguía sin entender el extraño, peligroso y sobrevalorado plan que su compañero había tenido para poder raptar al hijo de la tierra por órdenes superiores.

Tras soltar el humo de otra calada al cigarro, el hombre de extraños cabellos negros con mechas de un verde brillante, de ojos peculiares de un tono cremoso rodeados de un gris profundo mostró una hilera de dientes blancos con un par de colmillos tan afilados como un cuchillo con filo sin estrenar. —Porque, amigo mío, es el único apto para esto, el chico es el único capacitado para cumplir con este trabajo, después de todo, los de su especie se reconocen de inmediato. —dijo, y tras darle otra succión al cigarro, apagó la colilla sobre su brazo.

Secretos Del Bosque [KookV/Lobos] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora