Octubre

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-Yo abro tia- tocan la puerta y al momento voy a abrir, los demás están ocupados en sus cosas.
-¡Hola!- abro la puerta y veo que es él.
-Ah, ¿Hola?
-¿Quieres salir a jugar conmigo?- hizo una breve pausa, esta nervioso- ¿Y con mis amigos?
-Ya iré a dormir, no puedo- en verdad no pero, no quiero salir.
-Oh, ¿en serio?
-Así es.
-¿Ni un pequeño momento?
-En verdad no puedo.
-Oh, me hubiera encantado que jugaras conmigo, nosotros.- al momento llegaron sus amigos.
-Quizá sea para la próxima- sus amigos susurraban y al instante soltaban pequeñas risas.
-¿En serio no te dejan?
-Ya apúrate- dijo uno de sus amigos pero con tonalidad de broma.
-Ustedes vayan, en un momento más los alcanzó.
-De acuerdo, vámonos chicos, no dures  mucho, eh- sin más antes de irse le dieron una mirada burlona.
-Tus amigos te están esperando, ve- reflejó una mirada triste, es tan necio.
-Es que... Mmm nada, que pases una linda noche.
-Igual- dió media vuelta pero como siempre sin antes de darme un sonrisa, está vez no fue de oreja a oreja, fué leve.

Ya es octubre, volvimos a nuestra casa, al fin.
Es temporada en donde se acostumbra poner un altar de muertos a tu difunto o difuntos, sin embargo, mamá no quiere poner uno, le parece muy melancólico colocar uno, yo le insistiré hasta lograr que pongamos uno, mi papá lo merece.
Mi mamá esta en casa por suerte, trabaja medio día, mientras nosotros estudiamos ella se va a trabajar.

Hoy en la escuela iremos al altar de muertos de la escuela, es una gran emoción, me encantan como lo adornan y más por el pan de muerto que nos dan, aunque sea un pequeño pedazo lo disfruto.

-Niños salgan y formencen por estaturas, ya iremos a visitar el altar de muertos- todos obedecimos al instante a la maestra. Llegamos a la biblioteca donde está el altar y nos sentamos en el suelo.
-¿Verdad que está bonito?
-Sí, me encanta como lo adornan, y más como hacen dibujos con el acerrin.
-Me alegra que te guste- estiré mi mano sin darme cuenta y toque su mano ligeramente, al instante la quité y él solo se limitó a reírse levemente.
-Ustedes dos guarden silencio- susurro la maestra parecía un poco molesta, él y yo compartirnos una sonrisa.

Cuando salimos de la biblioteca ya era hora de receso, él me acompaño hasta el salón y se fué hasta cuándo se aseguró que me fuera con mis amigas.  Su sonrisa como siempre tan dulce hizo una gran alegría a mi corazón.

🌼 Aquél chico 🌼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora