12. Último suspiro

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Incomodo y preocupado, esas eran las palabras que estaban en el ser de Saitama. Caminaba en silencio detras de Tama entre los pasillos pulcros de ese hospital.

-Explicame.-  Exige con un nudo en el estómago y sin paciencia.

Paran frente a una puerta y el encapuchado se da media vuelta con pesar, extiende la mano derecha con un trozo de papel muy maltratado.

-Leelo.- 

Saitama toma el objeto y lo abre con un sabor amargo en la boca y lo lee en su mente mientras que Tama le mira con paciencia escondida debajo de las sombras.

"Querida Mulán:"

Saitama alza la mirada a su compañero con ojos sorprendidos al reconocer el nombre de la pequeña. 

-Sigue...- La voz de este es baja y llena de sentimientos nostálgicos.

Con clara incomodida y ahora preocupación continuo su lectura.

"Hija; sabes que eres una niña muy linda y muy fuerte. No podría pedir una hija mejor, eres mi ángel, eres una guerrera amor nunca lo olvides. Se que no me perdonarás y mucho menos me entenderas, pero me tengo que ir y no acompañarte en esta batalla. Se que eres muy sabia para tu edad y que debes saber todo lo que esta sucediendo en estos momentos y es por eso que te ruego el perdon amor. Puede que no sea muy valiente como tu, pero prometo nunca olvidarte mi vida. Gracias por ser mi hija hermosa y perdóname amor. Por favor... Te ama con el alma, tu mamá."

-¿Acaso ella...?-  Saitama estaba con el corazón hecho añicos, sentía su alma escapar de su cuerpo y que sus piernas perdían fuerza.

Tama suspira.  -Ella es Mulán, es una niña luchadora y llena de sueños. Mulán no era muy fanatica de los héroes hasta que...hasta que te conoció...a ti, porque se sintió identificada contigo, porque eres diferente.-  Tama saca una mano completamente vendada y la observa.  -Es una niña especial, a muy temprana edad a ella le diasnosticaron una terrible enfermedad en su cerebro que amenazaba con su vida y aun así siguió su vida como si todo fuese normal. Su madre al no poder soportarlo la abandonó sabiendo muy bien que ella no estaría sola.-  "Solo que en mi realidad la mujer se equivocó y cuando yo me enteré ya era demasiado tarde."  Piensa con amargura y culpabilidad este.

Saitama ve como Tama da media vuelta y toma la perilla de la puerta.  -Eres su héroe...ve por favor.-  Susurra con dolor en el alma.

-¿No quieres ir...tu?-

-Aunque quisiera siento que no debo.-  Aprieta la mano sobre el pomo de la puerta sin la fuerza suficiente de romperla al tener recuerdos en su cabeza. El vacío y desolación que se acumulan en su pecho al recordar como sucedio todo esto en su realidad.  -No la dejes sola; ella no merece morir sola.-  Murmura con un nudo en la garganta.

-Si...estaré allí.-  Saitama sentía que su alma estaba por escapar y su increible fuerza no era nada en estos momentos.

Tama ve como Saitama se adentra a la habitación  donde descansa un pequeño ángel mientras retrocede con dolor en el pecho hasta tocar la pared con su espalda y se deja deslizar con un vacio en el cuerpo.

-Pequeña...-  Susurra débil.

Aun recuerda su pasado y esto es como vivirlo ya dos veces, pero esta vez lo arregló.

"Esta vez no estarás sola pequeña. Se que no estuve contigo y fue por lo despistado que era. Se que hice mal mi pequeña luchadora...te dejé en soledad, porque desconocía tu situación...se que no es mi culpa, pero aun así, siento que debí ser mas atentos con los nas allegados a mi."

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Saitama estaba de pie en la entrada de la habitación y ante él estaba Mulán acostada en una camilla; sus ojos miraban sus manos como si fuera lo mas interesante en el mundo.

A Tiempo (Saigenos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora