Capítulo 5 - Adrenalina

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"Todos los hombres tienen miedo durante una batalla. El cobarde es aquel que deja que su miedo supere su sentido del deber. El deber es la esencia de la humanidad"

 El deber es la esencia de la humanidad"

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- Te quiero - se sinceró el Lannister.

Brienne sonrió.

- Y yo.

En ese momento, la rubia pareció perder la conciencia por un segundo, o puede que dos. A Jaime se le había olvidado por completo el lugar y el momento en el que estaba, solo podía centrarse en Brienne. Esta meneó la cabeza y pareció volver a despertarse. Jaime, sin pensar lo que hacía y viendo que iba a perder para siempre toda oportunidad de hacerlo, se acercó a Brienne y la besó en los labios. La recién nombrada caballero pareció recuperar algo de vida y fuerza, y le sonrió. Se intentó incorporar, pero no pudo.

- Yo también llevaba tiempo queriendo hacerlo - le aseguró, con la respiración entrecortada.

Y con la poca fuerza que le quedaba, logró pedirle a Jaime una última cosa:

- Sé feliz por los dos, Jaime. Lucha y vive. Te lo ordeno. Y cuida de Sansa, aunque ella no quiera, tú... cuídala.

Jaime asintió.

Tras mirarle una última vez, Brienne sonrió y cerró sus ojos color zafiro para siempre. Él acarició su magullada mejilla y rompió, de nuevo, a llorar. Habría deseado abandonarse en un mar de llanto, e incluso haberse dejado morir, pero los gritos de los vivos reclamando su ayuda le devolvieron a la realidad. Tenía que luchar. Y vivir. A duras penas, y con una fuerza vital que no había sentido antes, se incorporó y continuó blandiendo la espada, era un caballero con una misión que cumplir, y los caballeros, no incumplen sus promesas así como así.

Sin embargo, antes de continuar con la batalla, sustituyó su espada por la de Brienne, un pequeño gesto simbólico para que aquella mujer que tampoco rompía su palabra pudiera cumplir su última orden: ganar la Batalla de Invernalia.

Sin embargo, antes de continuar con la batalla, sustituyó su espada por la de Brienne, un pequeño gesto simbólico para que aquella mujer que tampoco rompía su palabra pudiera cumplir su última orden: ganar la Batalla de Invernalia

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La Reina Dragón hacía honor a su apellido y, como si de Aegon el Conquistador se tratara, se desplazaba subida en un dragón, lanzando llamaradas y acabando con el mayor enemigo que Poniente, o que la humanidad, había visto nunca.

Power is Power - My own Game of Thrones Season 8Where stories live. Discover now