Capítulo 8 - Hacia el Nido de Águilas

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"Oye mi rugido"

Sansa caminaba sin creérselo todavía

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Sansa caminaba sin creérselo todavía. Cuando la reina Daenerys había vuelto en lomos de Drogon y les había dicho que se detuvieran en su camino hacia el Nido de Águilas, puesto que los caminantes blancos se habían rendido y partido hacia el norte con Bran, Sansa se quedó boquiabierta.

La joven sintió una mezcla de emociones que no supo definir bien. Alivio. Sí, desde luego, esa era una de las muchas cosas que sintió, quizá la que más. Casi en el mismo instante en que se sentía increíblemente afortunada, comenzó a sentir una pena tan grande como una piedra... ¡BRAN! Se habían llevado a Bran, su hermanito. Y puede que ya no fuera como el niño al que dejó cuando marchó a Desembarco del Rey, pero seguía siendo su hermano.

La comitiva de niños, mujeres y ancianos dirigida por Varys y Tyrion se dispuso a volver a Invernalia. Realmente, tampoco habían avanzado mucho que digamos, con lo que la fortaleza Stark todavía estaba cerca. Con suerte, los niños se reunirían allí con sus padres, las mujeres con sus maridos y los ancianos con sus hijos. Siempre y cuando no hubieran muerto durante la contienda, claro.

De repente, la doble muralla de granito apareció ante Sansa... si bien la muralla no estaba rota, como era lógico, sí lo estaba la Torre Rota - ahora hacía honor a su nombre-, y la Torre de la Campana, y la Torre del Maestre, con sus pajareras hechas cenizas... No solo los caminantes habían debilitado la fortaleza al atacar, sino que los propios soldados y los dragones de la reina había contribuido a su destrucción, al intentar defenderse.

Pero lo peor, sin duda, era la cantidad de cadáveres que se agolpaban alrededor de Invernalia. "Y seguramente dentro haya más". Una arcada se agolpó en la garganta de Sansa: su hogar era ahora un verdadero cementerio.

Especialmente grande era el número de muertos que se encontraban en el foso, y también junto a la puerta. Sin duda, muchos hombres habían intentado entrar en la fortaleza antes de que se cerraran las puertas, y ahí estaban aquellos que no lo habían conseguido.

"Me pregunto dónde estará Theon. O, más bien, si está Theon", se corrigió.

La comitiva se dispuso a entrar en la fortaleza. Las mujeres corrían a buscar a sus hombres. Sansa creyó ver a Brienne y se acercó a paso rápido y le puso una mano sobre el hombro.

- Bri... - comenzó a decir. Pero entonces, se dio cuenta de que no era su querida guarda, sino un hombre de pelo rubio, apuesto, pero con un hueco lleno de sangre en el lugar donde debería estar su ojo izquierdo -. Lo siento, señor.

- Mi señora - al hombre se le iluminaron los ojos al ver a Sansa-. Hemos luchado por vos. Os he tenido presente en cada momento de la batalla.

Eso alegró a la pelirroja.

- Acompañadme. Haré que os curen esa herida cuanto antes.

Sansa guió a aquel hombre hasta el nuevo maestre, que se había quedado con ellos en las criptas y luego había seguido a Varys hasta el bosque. El hombre menudo y calvo se apresuró a atender al norteño de melena dorada.

Power is Power - My own Game of Thrones Season 8Where stories live. Discover now