VI. Tentándolo.

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Llegué a Seul a las seis de la tarde, saqué el móvil de la mesa de noche y lo encendí, tenía varios mensajes de voz y escritos, ninguno de el, pero como iba a buscarme si yo mismo le había dicho que estaría ocupado hasta el lunes y era domingo. Moví la cabeza y me metí a bañar.


El lunes tuve una junta muy temprano, estábamos viendo la posibilidad de extendernos al extranjero y ya se había adquirido un gran terreno en Londres para la construcción de un nuevo hotel, el primero que se construiría, así que nos turnaríamos para ir a supervisar como marchaban las cosas.


Por la tarde almorcé con YoonWoo y le conté como había estado la fiesta, se lamentó no haber podido ir pero había sido el cumpleaños de su hermano y había viajado para celebrarlo con él, así que se fueron a un bar en compañía de amigos y amigos de él.

Estaba en mi oficina un tanto desesperado, eran como las seis la tarde y miraba el celular esperando que sonara en cualquier momento, esperaría hasta las 7:30 y si él no me llamaba, yo lo haría, no podía esperar otro día para verlo. A la media hora sonó y era número restringido, dude en contestar, pero finalmente lo hice, cuando me di cuenta que no era el dije que esa noche no podía, sonó tres veces más y repetí el procedimiento, no me interesaba ver a otro chico que no fuera él.

Poco después de las siete la llamada que había estado esperando, casi todo el día, llegó. Sin saber porque había guardado su número con el nombre de "ángel", simplemente había sido la primera palabra que se me ocurrió. No duramos mucho hablando, quedamos de vernos a las ocho en el hotel, así que apagué el ordenador y salí de la oficina. Bajé velozmente al estacionamiento y me sorprendió ver a Minho recargado en mi auto.



– ¿Qué quieres? – pregunté serio y molesto.

– Vengo a decirte que ya no tienes que preocuparte por...él.

– ¿Tan rápido lograste meterlo a la cárcel? – pregunté quitándole la alarma al coche.

– No, está muerto.

– ¿Qué? – exclamé más que impresionado y lo miré estupefacto, no podía creer que desconociera tanto a Minho, jamás me imaginé que fuera capaz de llegar a ese extremo con tal de que su imagen no fuera dañada.

– No me mires así, yo no tuve nada que ver, fue cosa del destino.

– ¿Qué fue lo que pasó?

– No se dio cuenta que su auto se quedó sin frenos así que se estampó en un puente, lo rescataron con vida, pero al parecer en el hospital hubo una equivocación, no supieron que era alérgico a un medicamento y eso fue lo que le ocasionó la muerte sin que pudieran evitarlo – explicó como si me estuviera dando el estado del tiempo.

– Era un mal nacido, pero tampoco era para desear su muerte.

– Creo que tenía muchos enemigos, cuando se es estafador, ese es el riesgo, ¿puedes darme las fotos, por favor?

– Están en mi departamento.



Miré el reloj y faltaba media hora para la cita con el desconocido, pero, con tal de no averiguar de qué era capaz Minho, le dije que fuéramos por ellas. Manejé a toda velocidad, en silencio, en la universidad él había sido el típico chico que molestaba a los nerds y les hacía bromas bastante pesadas, por eso me quedaba la duda de si en verdad había sido un descuido de él lo de los frenos, ahora me arrepentía por haber acudido a Minho para resolver ese asunto, pero se veía tan tranquilo.

¿Podría ser tan frío o simplemente sí había sido obra del destino?

Llegué a mi edificio y subí rápidamente por el sobre con las fotos, lo tenía en un cajón, debajo de mi ropa, lo saque y volví a bajar a toda velocidad, se lo entregué y me sonrió satisfecho.

Tentación II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora