X. ¿Me extrañaste?

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Ese viernes no pude más, estaba afuera de su edificio y, aprovechando que apenas me habían entregado el móvil que utilizaría en la oficina, le marqué desde ese para que no supiera quien lo estaba llamando. Después de tres timbrazos escuché su hermosa voz.


−Hola, buenas noches − me quedé mudo como vil adolescente, sin poder hacer la pregunta de rigor – Hola, ¿hay alguien ahí? − preguntó un tanto desconcertado.


Al volver a escucharlo, un suspiro me traicionó y colgué de inmediato el teléfono, entonces tuve la vaga esperanza de que supiera que era yo y me buscara. Casi veinte minutos después sonó mi móvil y una sonrisa se plasmó en mi cara al ver que se trataba de él, sin planearlo resultó.



– Hola – respondí pareciendo casual.

– ¿Estás libre esta noche? – preguntó casi en voz baja.

– ¿Lo estás tú? – exclamé sin pensar.

– ¿Acaso es un reclamo?

– De ninguna manera, sabes que así no funciona – le mentí, conservando mi papel de desconocido.

– Entonces, ¿nos podemos ver? – me alegré al escuchar esa frase, él estaba tan ansioso como yo, pero guardé silencio unos instantes para que no lo notara.

– Sí, en una hora en el lugar de siempre.


Y ahí seguía yo, con la sonrisa estúpida estampada en la cara, emocionado porque volvería a verlo después de casi cuatro semanas. Suspiré y arranqué a toda velocidad. Llegué al hotel y me quedé en el auto haciendo tiempo, luego me eche un poco de colonia y me dirigí a los ascensores. A los pocos minutos llegó el, vestido de forma informal, con unos jeans y una chaqueta, mi corazón se aceleró al verlo y comencé a excitarme a pesar que aún no lo tocaba ni lo tenía cerca.

Nos saludamos y después subimos al ascensor, alguien debió escuchar mis plegarias porque en el piso dos subieron demasiadas personas haciendo que él tuviera que pegarse a mí, aspiré el aroma de sus cabellos y exhalé en su oreja sin que pudiera evitarlo, había echado tanto de menos su perfume, en realidad, a todo el.

Salimos y caminamos rumbo a la habitación, le ofrecí mi brazo que acarició suavemente provocándome una cálida sensación que recorrió todo mi cuerpo. Cuando iba a sacar la tarjeta para abrir la puerta de la habitación sentí que mi celular vibró, así que tuve que excusarme con él para que no escuchara la conversación y que siguiera ignorando cosas sobre mi vida personal.



– Permíteme unos minutos, necesito pasar primero al baño – dije deslizando la tarjeta, el sólo asintió con la cabeza.


Entre y cerré el baño, caminé hacia la regadera y corrí la puerta de cristal para entrar en ella y tener un poco más de privacidad. Saqué el aparato del bolsillo y vi que la llamada era de YoonWoo, iba a marcarle cuando el volvió a hacerlo.



– Hola niño – respondí susurrando.

– Hola baby, ¿cómo estás?

– Ocupado, y ¿tú?

– Esperando, ¿por qué hablas en voz baja?

– Porque estoy en una junta, ¿qué necesitas?

– Escuchar tu voz baby, te extraño.

– Muy gracioso, ya dime en serio para que me llamas con tanta insistencia.

– Sólo para confirmarte que ya tengo las entradas para la función de Mamma Mía, es mañana a las nueve.

Tentación II.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora