4. Te extrañé mucho, lobita.

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Luego de que la señora Weasley y Ginny salieran de la habitacion, los tres siguieron desayunando.

-¿Qué es esto? -preguntó Hermione, sosteniendo una cosa que parecía un pequeño telescopio.

-No lo sé -respondió Ron-, pero si Fred y George lo han dejado aquí, seguro que todavía no ha pasado los controles de calidad, así que ten cuidado.

-Tu madre dice que la tienda funciona muy bien -comentó Harry-. Y que los gemelos tienen buen olfato para los negocios.

-Eso es quedarse corto -repuso Ron-. ¡Se están embolsando galeones a mansalva! Me muero de ganas de ver la tienda. Todavía no hemos ido al callejón Diagon porque mamá dice que papá tiene que acompañarnos para asegurarse de que no nos pase nada, pero él tiene muchísimo trabajo; por lo que sé, la tienda es una pasada.

-¿Y Percy? -preguntó Annie tomando las bandejas de Issa y Harry, dejándolas en una caja que había al lado.- ¿Sigue sin hablarles a tus padres?

-Llevaré las bandejas a la cocina -dijo Issa, pues sabía que aquellos temas solo les correspondían a los cuatro. Hasta que la puerta de la habitacion se cerró, Ron prosiguió.

-No -contestó Ron.

-Pero si ahora ya sabe que tu padre tenía razón cuando decía que Voldemort había vuelto...

-Dumbledore afirma que para la gente es más fácil perdonar a los demás por haberse equivocado que por tener razón -terció Hermione-. Le oí decírselo a tu madre, Ron.

-La típica majadería de Dumbledore.

-Este año va a darme clases particulares -comentó Harry. Ron se atragantó con un trozo de tostada y Hermione soltó un gritito ahogado. Annie lo observó con curiosidad.

-Me sorprende que no haya hecho eso desde antes -dijo Annie.

-¡Qué callado te lo tenías! -exclamó Ron.

-Acabo de acordarme -repuso Harry con sinceridad-. Me lo dijo anoche en su escobera.

-¡Jo, clases particulares con Dumbledore! -se admiró Ron-. ¿Y por qué supones que...?

Dejó la frase en el aire. Harry vio que sus dos amigos intercambiaban una mirada cómplice.

-No sé con exactitud por qué quiere darme clases particulares, pero me parece que es por la profecía. -Ron, Annie y Hermione permanecieron callados. Harry tuvo la impresión de que se habían quedado pasmados. Sin dejar de mirar el tenedor, añadió
-: Ya saben, esa que intentaban robar en el ministerio.

-Pero si nadie sabe lo que decía -repuso Hermione con presteza-. Se rompió.

-Aunque según El Profeta... -empezó Ron, pero Hermione le cortó:

-¡Chissst!

-El Profeta tiene razón -continuó Harry, haciendo un esfuerzo para levantar la cabeza y mirarlos. Hermione ponía cara de susto y Ron, de asombro-. Aquella esfera de cristal que se rompió no era el único registro de la profecía. Yo la escuché entera en el despacho de Dumbledore; fue a él a quien se la hicieron, por eso pudo revelármela. Según ella -prosiguió, y respiró hondo-, al parecer soy yo quien acabará con Voldemort. Al menos, vaticinaba que ninguno de los dos podría vivir mientras el otro siguiera con vida.

Annie suspiró. Había tenido todo el verano para hacerse la idea a aquello, pero no dejaba de aterrarle y sentirse como su pecho se oprimía.

Entonces se oyó un fuerte «¡pum!» y Hermione desapareció detrás de una bocanada de humo negro.

Annie y el Misterio del PríncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora