Capítulo 9

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Desde aquella grabación venir al canal implicaba muchas más cosas que solo venir a trabajar, y yo aún seguía sin poder creer como seguía pensando en eso y en como mi humor se veía alterado dependiendo las circunstancias con mi compañero.

Este fin de semana había sido tranquilo, me dediqué a ir al gimnasio y terminar algún que otro libro que tenía pendiente, todo esto sirvió bastante para relajarme. Uno a la distancia y estando solo, tiene el tiempo necesario para reflexionar sobre las cosas que están pasando a su alrededor y casi siempre logra comprender y manejar un poco más las cosas, aunque, en este momento, eso no estaba sucediendo.

Me encontraba a unas cuadras del canal, cuando recibí una llamada de Gastón dónde me avisaba que tendríamos reunión con los chicos de producción y me pidió que llegara lo antes posible, le comunico que estoy en camino y cuelgo. Ingresé al canal lo más rápido posible, supuse que como estaba cerca iban a esperarme para arrancar, pero aún así, para no hacerlos perder más tiempo fui directamente hacia la redacción. Saludé a todos de manera general y tome el lugar que quedaba libre en la mesa.

Una vez dada por concluida la reunión me despedí de los compañeros que tenía más cerca y recogí mis cosas para llevarlas a mi camarín, una vez que dejé las cosas desparramadas sobre el sillón, tomé mi notebook y comencé a editar algunas de las cosas que todavía tenia pendientes. Pero no podía concentrarme del todo, sentía que algo me faltaba para comenzar mi semana.

Por alguna extraña razón me levanté de la silla y tomé mi billetera, últimamente vengo teniendo este tipo de actitudes, no específicamente por lo de la billetera, sino el actuar por impulso, sin detenerme a pensar demasiado las cosas o hasta buscando una forma de despistar y evadir los pensamientos que rondaban por mi cabeza con respecto a Rodolfo.

Rápidamente salgo de mi camarín y me dirijo sin pausa hasta mi lugar de destino. El bar del canal. Mientras espero los vasos de café que le encargué a Josefina, pienso y me pregunto si hoy Rodolfo continuará con su interrogatorio o si los días que habían pasado bastaron para que se olvidara de mí repentino cambio de actitud, el cuál traté de disimular fallidamente.

Se me podrían ocurrir una y mil excusas que utilizar en caso de que me preguntara, pero ninguna se acercaba realmente a lo que me estaba sucediendo y me dolía. Me dolía tener que mentirle a él, pero ni siquiera se me podía cruzar por la cabeza contarle la realidad. Eso no iba a suceder ni en broma.

Me detuve en la entrada hasta divisarlo. Me quedé unos segundos observándolo de forma inconsciente. Una vez que tomé conciencia de lo que estaba haciendo y de lo rara que era esta situación a los ojos de los demás, me dirigí hacia su escritorio casi sin mirar alrededor y sin decir ni una sola palabra apoyé su café muy cerca del teclado de su máquina, a lo que él, no sé si por susto o por sorpresa reaccionó enseguida levantando su cabeza para ver quién era. Cuando su mirada se encontró con la mía me regaló una de sus hermosas sonrisas, yo por inercia lo saludé con un beso en la mejilla ya que antes no había tenido la oportunidad de hacerlo.

Nuestra pequeña charla marchaba normal, bastante mejor de lo que esperaba, o al menos así era, hasta el momento en el que me iba a despedir para ir a continuar con mis actividades. Cuando se lo comuniqué, me propuso que iniciara mis trabajos en una máquina cercana a la suya para que podamos seguir con nuestra charla. Yo supuse que dentro de toda la anormalidad de nuestro café, ya que nunca había sido en medio de redacción, él quería hablar, y yo también, pero me daba pánico el rumbo que podía tomar nuestra conversación.

Claramente mientras me imaginaba esta situación en la tranquilidad de mi casa, yo era capaz de seguir con mi actitud y manejar con total normalidad este momento. Pero si volvía a la realidad, me daba cuenta que aún no era capaz, pero si quería que Rodi dejara de sospechar e indagar, debía hacer algo más que solo traerle el café y sonreírle. No accedí a hacer mi trabajo en la computadora que el me había propuesto usar, ya que tenía las redacciones a medio terminar en mi máquina, pero si acepté su propuesta de al menos tomar el café juntos, y tomarnos aunque sea 10 minutos. El lugar me parecía ideal para seguir con mi farsa, ya que en medio del caos que estaba pasando por redacción, los ruidos, las voces de otros y la poca intimidad que teníamos, la charla iba a ser bastante liviana para mi suerte.

La charla había resultado mejor de lo que yo misma pensaba, hasta estaba siendo agradable, pero el deber me estaba llamando. Me despedí de Rodi y me dirigí a mi camarín a terminar con las benditas redacciones así ya me quedaba tranquila hasta la hora en la que teníamos que salir al aire.

Una vez terminadas las notas, me recosté un rato en el sillón para descansar. Mi cabeza no paraba un segundo desde hacia varios días, nada lograba concentrarme y despejarme del todo y me molestaba. Pero más me molestaba estos sentimientos confusos y absurdos que me acechaban desde aquella tarde de trabajo.

Unos pequeños golpes me trajeron nuevamente a la realidad, era Majo que me traía la ropa que usaría en el programa. Era un pantalón negro básico y una blusa blanca y negra rallada con un escote profundo en la espalda. Me la coloque al instante ya que faltaba poco para el aire, me maquillé, tomé mis cosas personales y me dirigí hacia el estudio. Hoy estaba menos tensa, tenía que aprovechar ese estado para evitar futuros interrogatorios del señor Barili.

*~~~~~*

Cuando pensé que todo por fin había vuelto a la normalidad con Cris, solo bastaron 2 minutos para hacerme dar cuenta que estaba completamente equivocado ya que, en uno de los bloques, mientras ambos estábamos sentados en nuestro escritorio, desde el control se nos comunica que faltaban dos minutos para volver al aire. Ambos nos levantamos de nuestros asientos para dirigirnos al centro del estudio, ya que debíamos arrancar sentados en las banquetas del lugar. Después de ese momento, toda la armonía que existía entre nosotros, desapareció por completo.

Y se notaba demasiado esa tensión al punto de que, pese a que esta noche ella no tenía radio, salió del estudio con la misma velocidad como si tuviera. Iba a detenerla, pero sabia que cualquier cosa que podría haber intentado, iba a ser en vano. Asombrado y confundido, hice lo mismo que ella, junté mis cosas, salude a algunos de los chicos que quedaban en el estudio y me dirigí a mi camarín.

Una vez listo para irme a casa, miré el interior de mi mochila y palmee mis bolsillos para controlar que no me faltara nada, pero para mi desgracia, no encontraba mi celular. Seguramente estaba sobre el escritorio del estudio. Al salir de mi camarín paso por la puerta del de Cris y para mí sorpresa la luz estaba encendida, mis ganas de hablar eran inmensas pero pareciera que no es el momento, así que fui al piso a hacer lo que debía.

Mientras guardo mi teléfono en el bolsillo veo algo que no reconozco como propio, era una lapicera, específicamente la de Cristina. A esta altura yo ya no sabía si esto era casualidad o el mismo destino jugando con nosotros, pero cuando ya había tomado la decisión de esperar un momento más adecuado para hablar más tranquilos, se me presenta esta posibilidad; y más allá de todo, éste era el empujón que necesitaba para hacerlo, porque realmente necesitaba irme del canal con la situación aclarada, así que sin pensarlo demasiado fui directo a su camarín. Esperaba y deseaba que todavía estuviera allí.

Una vez atravesados los últimos metros del pasillo, ví que la luz aún seguía prendida pero esta vez con la puerta entre abierta, supuse que estaba hablando con alguna productora pero yo solo escuchaba muy vagamente la voz de Cris, así que me lentamente un poco más hacia la puerta y noté que estaba hablando por teléfono, seguramente con una de sus hermanas, no sabia a ciencia cierta con cual de ellas, pero la sorpresa principal me la lleve cuando ya por la cercanía pude escuchar a Cris hablar en un tono bastante efusivo y alegre. Nada que ver a lo que había sido en el estudio minutos antes. Cada vez me generaba más preocupación y desconcierto esta mujer.

Me iba a volver loco.

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