Capítulo 12

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El camino a casa se me hizo eterno. No sabia por qué exactamente, pero estaba angustiada, como si una fuerza me estuviera oprimiendo por completo, tenia demasiadas ganas de descargar todo esto que me estaba pasando, pero no podría hacerlo arriba del taxi. Todavía conservaba algo de orgullo. No iba a dejar que nadie me viera llorar. Ni siquiera el chofer del taxi. Así que aguante todas las ganas y las reprimí hasta cerrar tras de mi la puerta de mi departamento.

El alivio de saber que estaba dentro de mi burbuja en completa soledad era similar al de escapar de una persecución de películas donde crees que el corazón no va a resistir ni un segundo mas. Pero no fue suficiente para aguantar y superar la angustia que me atravesaba desde que salí del estudio de grabación del canal.

De pronto, un llanto desconsolado salió desde lo mas profundo de mi. Y es que el no saber que hacer con todo lo que sucedía en mi interior me estaba desbordando por completo en todos los sentidos. El llanto me acompaño durante varios minutos mientras me encontraba acostada en el sillón del living en la pequeña oscuridad que las luces de la ciudad me lo permitían, mientras el sonido de los autos me hacían compañía.

El poder llorar aquello que no podía gritar fue un pequeño alivio, pero mantenerme así, descargando todo lo que siento de esa manera durante toda la noche no me traería buenos resultados. No quería amanecer mañana con los ojos hinchados, lo ultimo que necesitaba en esos momentos era quedaran rastros de la situación que estaba viviendo en estos momentos. Mas que nada, porque sabia que aquello me traería consecuencias que no tenia ganas ni voluntad de enfrentar ni explicar. Por lo que decidí poner el cuerpo en acción y tratar de tener la mente ocupada.

Como primer paso, decidí buscar algún vino a mi cava y luego a pedir algo por delivery para cenar ya que en este momento, no tenia ganas ni voluntad de siquiera calentar algo de comida hecha que guardaba siempre en el frezzer para casos de emergencia. Descorche la botella y me dirigí al balcón del departamento a disfrutar un poco de las vistas que la ciudad me ofrecía.

Venían siendo varias las noches en las que mi mente iba a un sólo lugar, o mejor dicho a una persona en particular. Cada uno de los minutos que tenía libre, la presencia de Rodolfo aparecía en mi mente y provocaba que volviera a reflexionar sobre lo que me estaba pasando. Y algunas dudas surgían en el medio; ¿Qué iba a decirle cuando mañana lo viera? ¿Cómo iba a reaccionar él? ¿Podría fingir que nada había pasado y seguir igual que siempre? ¿Cómo se sentirá él al respecto? Porque era obvio que aunque no supiera bien que, él sabia e intuía que algo me pasaba.

Esas preguntas estuvieron presentes toda la noche y sabia que iban a se las causantes de no poder conciliar el sueño durante toda la noche. Todas rondaban por mi cabeza durante todo el tiempo. Esta situación se estaba volviendo casi insostenible, pero no podía y no debía confesar todo lo que sucedía, pero ya me estaba quedando sin excusas para justificar mis reacciones y mi comportamiento, porque cualquier respuesta o excusa que se me ocurrieran, ya no iban a resultar creíbles.

Deseaba poder detener el tiempo y que el momento de enfrentar todo esto no llegara jamás.

Después de cenar y ordenar lo que había sacado de la cocina para hacerlo, volvía dirigirme hacia el balcón a admirar la ciudad ahora, prácticamente desierta.

En las noches, los sentimientos parecen intensificarse, cuando ya no hay nada que hacer y ninguna obligación por cumplir, la cabeza empieza a hacer de las suyas. Y este momento, después de todo lo que había pasado durante los últimos días, no era la excepción a eso.

Una imagen se repetía una y otra vez en mi cabeza. Esa especie de encuentro o mejor dicho, desencuentro, no paraba de reproducirse en mi cabeza, como si fuese una película; pero todo esto estaba muy alejado de eso, esto es la pura realidad, no hay guiones, no somos actores, ni tampoco hay cámaras, bueno cámaras sí hay, pero sólo durante una hora y media de aire, y cuando se apagan, todo vuelve a su sitio. A veces lo agradecía y otras lo padecía. En este preciso momento lo padecía y demasiado, porque desde hace un par de semanas, cuando las mismas se apagan no se que hacer conmigo misma.

Una, dos, tres, cuatro copas de vino llevaba contadas desde que llegue a mi casa y ni siquiera así, mi cabeza paraba de pensar ni un segundo. Creí que con algo de alcohol encima podría calmarla un poco, pero seguía igual o quizás un poco peor, porque además de que me sentía pésimo, ya no era completamente consiente de mis actos. Y eso podía ser demasiado jugado en este preciso momento.

Deje la botella de vino a un lado y fui a la cocina a buscar mi teléfono. Desde que había salido del canal, no lo había tocado y necesitaba distraerme con algo. Quizás algo de redes me ayudaría a distenderme un poco. Pero terminó siendo una pésima idea.

Revisando mis notificaciones de Instagram, me encontré con las, ya típicas publicaciones de las cuentas Rostina, donde había fotos, collages, videos, historias, y lo que mas fuerte me resultaba y mas ruido me hacían a mi en ese momento. Las frases que elegían para subir determinadas imágenes. Había una en particular que no dejaba de resonar en mi cabeza una y otra vez; "Ninguno de los dos creía en el destino y éste se vengó para hacerse notar". Parecía que era un completo chiste, pero nunca me había sentido tan identificada con una frase como con esta. Habíamos jugado con fuego, y ahora, la que se quemaba era yo. Esa frase me cayo como un baldazo de agua fría.

No mentía cuando decía que las Rostinas entendían todo. Las amaba muchísimo, pero en este momento, y en el estado en el que me encontraba, esa frase era un completo puñal.

Repartí algunos likes por las distintas cuentas, y cuando iba a dejar a un lado el celular, en medio de un impulso, lo llame por teléfono, pero cuando caí en cuenta de la locura que estaba a punto de hacer, corte de golpe y tire el teléfono al sillón. Tenia que tenerlo lejos si no quería terminar de arruinar por completo la situación.

Me recosté en el diván que tenia en el living mientras escuchaba algo de música clásica que había puesto de fondo previamente. Sabia con exactitud que me esperaba una noche larga por delante, así que lo mejor que podía hacer, era permanecer serena y tranquila, y entregarme y asimilar la situación, porque si seguía de esta manera, todo se podía volver en mi contra y no era algo que pudiera permitir. No mientras mis sentimientos estuvieran incontrolables.

No se cuanto tiempo estuve recostada, lo que si sabia o mas bien, suponía, era que ya era tardísimo, y mañana o mejor dicho, hoy, iba a ser un día largo y agotador. Así que decidí ir a darme un buen baño para relajarme un poco mas y de ahí irme a la cama a intentar dormir algo. Aunque estaba casi segura de que eso seria imposible.

Después del baño, me dirigí a la cocina a buscar una ultima copa de vino y luego al living a buscar mi celular, que lo había dejado tirado por ahí y debía ponerlo a cargar. Una vez tomada la ultima copa de vino, ahora si me dirigí a mi habitación a intentar dormir.

Y mientras estaba recostada en mi cama, pensaba e imaginaba como serian nuestras vidas si de vez en cuando, pudiéramos poner en pausa a nuestra cabeza y sobre todo, a nuestros sentimientos.

Zona de promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora