Capitulo IV

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Era una extrañamente tranquila mañana que se vio afectada con la llegada de un hombre de piel morena, uniforme negro con incluso más medallas que el infernal muchacho que los supervisaba ese día, Dororo vio curiosa como aquel aterrador hombre se acercaba junto a Bandai a un tranquilo Hyakkimaru, intercambiaron unas pocas palabras y se fue junto a ellos dejando a cargo a Mutsu.

Muchos de los reclutas vieron con una gran extrañeza como aquel chico caminaba con una gran ira acumulada en él, pero lamentablemente no podía darse el lujo de curiosear como lo había hecho hace meses en el templo de Mai Mai, pues la teniente los hizo cargar el mismo costal de siempre sobre sus hombros para finalmente hacer el recorrido al que se había acostumbrado en esos casi seis meses de entrenamiento.

Aun recordaba el primer mes que había sido casi una tortura pues el chico los hizo sudar sangre en los entrenamientos, el segundo mes comenzaron las batallas campales que las dos primeras habían sido un infierno, para ese mismo mes había tenido un "pequeño" inconveniente con el comandante Hyakkimaru, en el cuarto fue donde sintió por primera vez la fuerza de una verdadera arma y desde la pelea ella y el alfa habían tenido pequeños encuentros donde no pasaban de un corto intercambio de palabras y finalmente esos últimos dos meses habían sido un poco más agresivos que los anteriores pues había sido testigo de cómo tan pronto terminasen los entrenamientos eran llevados a la batalla.

Mentía si decía que no temía ir a ese lugar, pero no podía retractarse, debía ir con la frente en alto protegiendo a los suyos sin importar el costo.

-escuchaste? ¡Hoy legan nuevos reclutas! - dijo un animado Yahiko un con quien había creado una buena amistad, pues ambos se entendían casi a la perfección, aunque se sentía culpable de no poder decirle su secreto.

-ah sí? no estaba enterada- comento un poco distraída limpiándose el fango de la cara con un poco de agua.

-no estas teniendo una buena racha ¿sucede algo? – hablo Yajiro un beta con quien igual entablo una amistad.

- no realmente, resbale eso es todo - mintió Dororo para despistar a sus amigos.

-si claro resbalaste pensando en el comandante Hyakkimaru- respondió como si nada el alfa obteniendo como respuesta que la omega escupiera el agua que hace un segundo bebía tranquilamente y comenzara a toser tratando de aclarar su garganta.

Ambos chicos soltaron una risa al ver a su amiga avergonzada, cosa que la hizo molestar bastante haciendo que les diera un golpe a cada uno, después simplemente siguieron con su entrenamiento todo bajo la supervisión de Bandai.

Ese mismo día el cielo era iluminado cálidamente por los rayos del sol, no tenía entrenamientos por el momento por lo que daba una pequeña caminata por los alrededores antes de ir a donde sus amigos estaban, cuando a lo lejos, recargado en uno de los árboles estaba aquel alfa dueño de sus nuevos pensamientos, se detuvo cuando lo vio discutir con el mismo alfa de la mañana, los vio intercambiar un par de palabras antes de que el mayor se fuera dejando a ambos solos.

-hey! ¡Yo lo sostengo y tú lo golpeas! - bromeo la chica haciendo de su mano un puño y estrellarlo en su palma.

-eres una beta- dijo viendo a la omega un poco divertido ante la cara ofendida de la misma.

-claro que lo soy! ¡Soy una beta que te pateo el trasero! - dijo ella victoriosa.

-Dororo?- hablo con voz suave haciendo que la chica lo mirara un poco extrañada.

-sí? - hablo nerviosa viendo al hombre-sucede algo? – pregunto con voz suave.

Pero no recibió respuesta, solo vio al chico caminar hacia ella y darle una flor rosa, que hasta ese momento no se dio cuenta que la tenía en mano, ella miro sorprendida al alfa para después sonreír y tomar la flor, haciendo notar la mancha de sangre que adornaba el dorso de la misma.

camelia de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora