camelia de guerra

Capitulo XIX

 Las noticias de ese mes corrían como pólvora entre las calles niponas, y solo quizá también por las enemigas, miles de encabezados con los mismos interrogantes, la misma palabra repetida una y otra vez escrita de mil formas pero todas interrogando lo mismo ¿estaba tan desesperado Daigo como para permitir que un omega estuviera en el ejército? Comentaban causando revuelo en la multitud causando que no se sintiera orgullosa al saber que ahora su imagen era bendecida por los omegas que igualmente luchaban por dejar atrás el estereotipo de un omega así como también era difamada afirmando que ella había traído una mala imagen para la conservadora sociedad nipona arraigada a sus costumbres.

El juicio fuese anulado pues según las viejas leyes no podían ejecutar a un omega marcado y menos si este era el omega del heredero pues a diferencia de los alfas normales, los de casta pura no podían formar lazos con cualquier omega y de hacerlo el lazo debía ser consagrado si o si, algo a favor y en contra de la teniente y del coronel. Su regreso a las filas no había sido bien visto por la gran mayoría –especialmente alfas- pues "como por arte de magia" los grandes logros que formo a favor del ejército imperial fueron olvidados por la gran mayoría de sus compañeros, aunque agradecía que sus amigos le diesen su mayor apoyo pese a los estigmas y después de una larga charla y una gran disculpa por no decir la verdad el pequeño grupo formo unos lazos de amistad aún más fuertes.

-¡Hey! ¿Qué se supone que haces?- pregunto altanero un alfa pateando el pequeño tarro que hace unos instantes contenía un humeante café – eso es para los alfas que están de guardia ¡no para que un descarriado como tú lo malgaste!-

-Ryuho... ¡¿ya olvidaste que fui yo quien salvo tu asqueroso trasero en las trincheras?!- grito desesperada mientras levantaba el puño que fue detenido por una mano más grande que la suya.

-¿y a ti ya se te olvido quienes están por encima de ti, niñita?- Ken, un alfa algo gordo y grande sostuvo con fuerza su pequeña mano y de una patada en una de sus pantorrillas la hizo caer de rodillas al suelo mientras dos más la sostenían.

-¿Qué dicen... le enseñamos de nuevo quienes mandan?- la femenina voz de Aiko hizo ver con decepción a la beta que muchas veces ayudo siendo ahora una de sus agresoras, trato de liberarse dándole una fuerte mordida en el brazo a la beta que chillo de dolor pero esta solo se aferró más a ella.

Los cuatro agresores rieron divertidos y con una siniestra sonrisa tomaron a la joven y la arrastraron hasta llegar a un pequeño río que llevaba a una cascada, una de los cuatro presentes pateo a la omega aprovechando que Dororo estaba en el suelo, sin embargo esta se volteó y tomo la pierna de la alfa que cayó de bruces para después intentar ponerse de pie pero Ryuho la tomo de su cabello y la estrello múltiples veces contra uno de los arboles cercano a ellos dejándola aturdida, inconformes Ken le arrebato a la chica de las manos a su compañero para recostarla sobre el suelo boca abajo.

-Sujétenla...- ordeno el hombre mientras luchaba por bajarle los pantalones mientras los otros tres veían divertidos lo que estaba por suceder.

-¡déjenme! ¡Malditos bastardos me las pagaran! – grito sintiendo como una fuerte corriente eléctrica recorría cada fibra de su ser y de un solo impulso tomo una roca y la estrello contra el alfa sobre de ella, sin embargo no contó con que Aiko la tomase del cabello para lanzarla por el río.

Solo tuvo un milisegundo para tomar apenas una bocada de aire antes de que su cuerpo cayera a las frías aguas, sintiendo como si miles de cuchillos cortasen su carne y los salvajes movimientos que la fuerte corriente le hacía hacer mientras impactaba una y otra vez con las diversas rocas hasta que, finalmente cayo por la cascada dejando a los cuatro agresores satisfechos con su cometido y sin pena se fueron de ahí.