capitulo II

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El cielo se pintó de un negro profundo, no había estrellas decorándolo, no había más que los destellos de las bombas pintando brevemente el cielo para después desaparecer en el aire.

Esa misma noche una joven omega veía el mismo cielo deseando poder cumplir su ambición, le comento al aire su miedo para que este lo llevase lejos, sostuvo la respiración al ver un destello de combate más cerca de lo habitual, por una fracción de segundo los ojos de aquel alfa inundaron sus pensamientos ¿estaría en esa misma batalla? Debía ser así no había más razón para que un coronel estuviera en ese lugar, y deseo que aquel joven estuviese bien deseo secretamente volver a ver esa pequeña sonrisa en sus labios, deseo saber su nombre y oír su voz.

cuando acabo de vaciar sus pensamientos camino hasta la cama donde estaba dormido su hermano, quizá ya podían utilizar la habitación de sus padres y dormir separados, pero no querían, sentían que si se separaban jamás volverían a estar al lado del otro.

-Dororo despierta- llamo Jiheita moviendo a su hermana.

-¿Qué pasa?- pregunto esta pues no debían ser mas de las seis de la mañana y ya había mucho movimiento al menos en su hogar.

-alguien quiere hablar con nosotros...vístete- respondió el alfa con voz cansada saliendo de la habitación dejando a su hermana, quien con pereza se levantó y vistió.

En cuestión de un par de minutos bajo vistiendo un pantalón ceñido al cuerpo negro, un suéter verde olivo un poco grande y sus inolvidables botines cafés, cuando entro a la sala soltó un jadeo de sorpresa pues ahí estaban sus amigos sentados en el sofá y enfrente de ellos en el sillón individual estaba Mai-Mai que vestía con un uniforme idéntico al del inexpresivo solo que se diferenciaba por las tres estrellas en el mismo.

-Mai... ¿Qué está sucediendo? - pregunto un poco preocupada.

-ayer Osushi me comento sus planes para esta mañana...pero no podía marcharme sin despedirme por eso los traje a ellos aquí- hablo tranquila dejando su taza de té vacía en la mesa.

-marcharte? – volvió a hablar la azabache viendo a la omega.

-creo que es un poco evidente ¿no? - sonrió con tristeza- debo volver a mi puesto como coronel en la batalla...pero sentía que debía despedirme de la forma adecuada- hablo con una pequeña sonrisa, por primera vez en su vida los jóvenes en la habitación vieron una sonrisa genuina en los labios de la mujer que rápidamente fue atrapada en un abrazo grupal, hubo más de una lagrima que salió sin permiso de los ojos de los que por mucho tiempo fueron sus estudiantes, los niños que vio crecer y con el corazón podía decir que eran lo más cercano a aquellos hijos que perdió hace años.

Les deseo suerte antes de salir de la casa y subir a la camioneta color negro para después desaparecer en la oscuridad, Jiheita abrazo a Osushi y Dororo quienes lloraban por la despedida, Saru y Sukeroku estaban parados en la entrada de la puerta viendo por donde la camioneta se había ido, limpiaron sus lágrimas y volvieron a la casa para comenzar a prepararse para marcharse.

era demasiado temprano pero así era mejor, mientras más lejos estuvieran del lugar mejor, dejaron que los inesperados invitados desayunaran en el comedor mientras ambos hermanos preparaban lo necesario, despedirse de la casa fue difícil, muchos recuerdos habitaban ahí y era inevitable sentir un nudo en la garganta cada que detenían su trabajo para observar las habitaciones, ya habían sido muchas lágrimas que habían derrochado usaban toda su fuerza de voluntad para no llorar más, cerraron sus respectivas mochilas y bajaron las escaleras donde sus amigos los esperaban, todo estaba listo, era la hora de decir adiós a aquel pueblo que por muchos años fue su hogar.

camelia de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora