Capitulo X

156 15 4
                                    

Recuerdo la sosegada voz de mi madre hablarme de la maravillosa experiencia de un primer beso aquella tarde mientras contemplábamos la lluvia en el pórtico de la casa en espera de padre, recuerdo la gruesa voz de mi padre decirme que si mi razón pasaba sobre el corazón, mi omega sería feliz pero... lo que ninguno me dijo esa tarde fue que mi omega gritaría más fuerte que mis pensamientos por aquellos pálidos labios sabor a sangre.

Mi mente estaba en blanco o quizá así lo sentía por la felicidad que sentía mi omega y de no ser porque Hyakkimaru me sostenía de la cintura hubiera caído al suelo. Lo que sentí se podía comparar a las explosiones de los cañones, tan catastrófico pero el suave contacto de sus labios se sintió tan placentero como ver una flor crecer, simplemente fue un maravilloso desastre, tan hermoso, tan repentino, tan efímero que el rose de sus labios fue mi nueva mejor experiencia en esta guerra.

El agarre se desvaneció, en ningún momento quise alejarme de él, aunque tampoco tuve el valor de hacerlo, cuando se separó de mi lo mire a los ojos deje que una lagrima saliera de mis ojos, no podía hacerlo y por más que mi omega gritara que no lo hiciera, que aceptara lo que el alfa me pedía, pero por más que quise no pude hacerlo.

–Aniki yo... no puedo – murmuré débilmente mientras veía a mis compañeros, Saru capto de inmediato el mensaje pero Sukeroku no, por lo que mi amigo beta se lo tuvo que llevar – lo siento –

– ¿Por qué? ¿Por qué lo sientes? – pregunto mientras sujetaba mi brazo.

– No creo que sea lo correcto... te amo pero no es lo correcto – dije mientras mi voz se volvía un hilo de seda.

– ¿Y qué es lo correcto? Dororo mírame... ¿Sabes? A veces me pregunto qué le a la camelia que llego en contra del destino– el tono de voz que uso conmigo sonó casi como si fuera una súplica que por alguna razón hizo que algo en mi interior se comprimiera.

– Si bueno, tu busca tu destino y déjame a mí el mío– dije antes de soltarme de su agarre e irme de ahí corriendo.

Seguí corriendo hasta que sentir mis piernas desfallecer y a cada bocado de aire lo sentía arder en mi garganta, agotada me incline recargando una d mis manos en mi rodilla y la otra la lleve a mi costado donde tenía una herida semi-abierta, gruñí molesta y es que no podía creer que Hyakkimaru tuviera el atrevimiento para hacer tal hazaña después de estos casi tres años de conocernos en los que difícilmente podía esconder lo que sentía por él, venia como si nada me besaba esperando que reaccionara cual niña enamorada que saltaría a sus brazos mientras gritaba cuanto lo amo.

Aunque para ser sincera, si estaba enamorada de él pero no podía corresponder pues sabía que eso sería una razón más para que me tachen aún más de desequilibrada. Recuerdo que mi madre siempre me dijo que amor era difícil, pero nunca me dijo cuanto dolía esta mierda.

Maldije en un suspiro y camine por las estrechas calles de aquel distrito, deteniéndome cada que un niño me pedía la pelota con la que jugaba o solamente a observar las diversas estructuras derrumbadas que muchos usaban de refugio. Un par de señoras cuchicheaban cerca de donde estaba mientras miraban a mi dirección y de manera nada discreta me señalaban para después seguir en su charla, harta de aquello camine hasta donde ellas estaban mientras acomodaba entre mis manos el rifle que descansaba sobre mi hombro, las vi ponerse más pálidas que un papel y se fueron lo más rápido que pudieron de ahí dejando en evidencia la razón por la que me señalaban: un periódico en el que relataban cuestionando si era prudente dejarme ser parte de ejército o no, y aquí la razón por la que rechace a Hyakkimaru.

– ¡estoy harta! – grite tomando el periódico y hacerlo trizas.

Me hubiera gustado gritar mi descontento de no ser por los aviones que pasaron casi rosando con alguna edificación. Temerosa de que fuera un ataque corrí a donde seguramente estaría mi estúpido alfa, cuando llegue me tope a Hyakkimaru junto a un chico que no conocía pero tenía una mano robotizada.

camelia de guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora