camelia de guerra

Capitulo VIII

Desperté en una incómoda cama de algún hospital, sentía mi cuerpo pesado adormecido quizá por el medicamento o por la herida en mi costado que dolía horriblemente, sin embargo se levante de la cama lentamente sintiendo como mi cabeza daba vueltas haciendo que mis manos se aferrasen al duro colchón sobre el que estaba, oí la puerta abrirse dando paso a mi hermano que pude reconocer por su característico olor a té verde y judías azuki, camino hasta mí y se quedó parado cerca de la cama para ayudarme a colocarme en una posición más cómoda, pude ver su entrecejo se contraía en una indescifrable expresión, temí lo peor.

-Tahomaru- lo llame esperando una respuesta.

-hermano, se trata de Dororo... - me incorpore casi de un salto haciendo que el dolor recorriera mi cuerpo por completo, mi hermano me miro antes de proseguir – será ejecutada, rompió una de las más antiguas y sagradas leyes de nuestra sociedad, ella un omega... rompió la ley al involucrarse directamente con los deseos de nuestro padre- dijo abatido dejándome en completo shock.

Solo tarde un par de segundos en procesar aquello, era verdad que Dororo era incluso más pequeña que las demás betas o más frágil pues solía lastimarse con mayor facilidad que otros, además de que ahora entendía por qué sus violentas reacciones cuando hablaban mal de un omega, ella era uno. Pese a ello aún tenía muchas dudas en mi cabeza, me levante de la cama y tome mi uniforme que estaba junto a la puerta en un pequeño montículo, escuchaba a mi hermano gritarme mientras caminaba por los maltratos pasillos del lugar y no me detuve hasta que llegar a una habitación donde dos alfas estaban custodiando un armario que era lo que le habían dado como habitación mi compañera, los alfas trataron de negarme el paso pero solo basto un par de golpes para dejarlos inconscientes en el suelo y me adentrara más que furioso.

-¿se puede saber qué haces con ella?- pregunte viendo como Asura apuntaba con una Katana a Dororo que estaba postrada en la cama.

-¿y tú sabias que un omega tiene prohibido transfigurar a otro género?- una vena se podía apreciar en la frente del alfa que veía con odio a la omega – su majestad imperial se ha enterado de este horroroso acontecimiento y ha decretado la inmediata ejecución del omega antes de que la noticia llegue a otros- dijo con notable asco en su tono causando que apretase mis manos, Tahomaru entro poco después de que dijo aquello y se quedó viendo seriamente al alfa.

-lo siento Kuroki-sama pero no puede lastimar al omega del heredero – dijo con superioridad mientras paso a mi lado dándome un golpe con su hombro - ¿lo ve? – dijo levantando la manga del brazo izquierdo causando que Asura abriera los ojos horrorizado mientras una satírica sonrisa surcara en rostro de mi hermano.

-¡esto es inconcebible! ¡Tú iras a juicio por proteger a un repugnante omega y usted su señor más le vale no interferir! – dijo señalando a mi hermano y a mí y vi con gracia como la vena crecía en su frente antes de salir completamente colérico.

Vi como mi hermano dejo el brazo de la chica con cuidado y bajo la manga de la camiseta que llevaba, le agradecí y camine hasta ella para tomar su mano entre las mías por primera vez pude ver su mano era más pequeña que la mía, vi como respiraba con dificultad y varias gotas de sudor corrían por su frente hasta caer en la almohadilla que tenía. Puse una de mis manos en su frente dándome cuenta que ardía en fiebre, así que le dije a Tahomaru que buscara ayuda, cosa que hizo rápidamente. Cuando estuve solo finalmente pude caer en cuenta que la chica que admiré desde que la conocí en el campo de entrenamiento resulto ser una omega cuando siempre mostro ser más fuerte que un beta, vaya ironía, me dije pero a decir verdad jamás me di el tiempo para verla detenidamente, jamás pensé en verla más allá de su encanto físico.

Era realmente bella no lo negare, su piel blanca contrastaba perfectamente con su apenas largo cabello azabache y aquellos ojos chocolate llenos de fiereza pero a la vez tan llenos de inocencia que ni la guerra pudo acabar, no era alta a decir verdad apenas llegaba a mi pecho teniendo solo quince años y yo recién cumplidos los dieciocho. En definitiva no solo me llamo la atención su encanto natural, lo que lo hizo fue la fuerza con la que peleaba con la que siempre se preocupaba por los demás, siempre me sorprendió lo amable que podía ser pese a su dura personalidad. Vi su brazo izquierdo que descansaba con cuidado sobre su estómago entonces recordé que yo la mordí después de que la hirieran para que de ese modo siguiera consiente, pues yo estaba perdiendo la conciencia, quien diría que lo que hice en un momento de desesperación salvo su vida, otra ironía más.