Capítulo 11

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ANDREA

Por si no fuera poco, al caerme y que mi cara acabase literalmente besando el suelo, hice demasiado ruido, y ahora estaba Aiden llamando con golpes secos repetidamente a mi puerta con los nudillos. Las chicas se habían quedado un poco sorprendidas por mi torpeza.

Alma se acerca a la puerta y abre una pequeña rendija, lo suficiente con el fin de que solo se pudieran ver las caras Aiden y ella, para que Aiden no pudiera ver lo patosa que había sido.

Seguro que Aiden si me viera así se reiría sonoramente de mí. Él era un chico atractivo y sociable, estaba claro que había conocido a miles de chicas guapas y que supieran andar con esas máquinas de tortura a las que llamaban como zapatos de tacón.

—He oído un golpe, ¿está bien Andrea?—pregunta Aiden asustado.

—No ha pasado nada—contesta Alma con un tono sereno intentando tranquilizar a Aiden que todavía aguardaba impaciente tras la puerta.

—He oído un golpe y quiero saber que ha pasado—responde Aiden en un tono con el que nunca le había escuchado hablar desde que había llegado a mi casa.

Con ese tono yo me levanto de golpe completamente asustada y me apoyo disimuladamente en mi escritorio como si no hubiera pasado nada.

—Te digo que no ha pasado nada—vuelve a repetir Alma sujetando la puerta para que Aiden no pudiese ver nada.

—Alma, déjame entrar.

Blanca me anuda el vestido mientras yo me coloco el pelo bien ya que estaba un poco revuelto después de mi caída.

— ¡Quiero saber qué pasa! ¡Ahora mismo!—grita mi niñero haciendo que yo me asuste de nuevo.

Entonces Aiden entra empujando un poco a Alma, que esta sonríe tras comprobar que estoy lista para ser presentada al mundo con ese tipo de ropa a la vez que se aparta un poco dejándole espacio a Aiden.

Y allí estaba yo, mirando al que era mi niñero, pero no un niñero cualquiera, un niñero guapo y sexy vestido perfectamente con unos vaqueros negros rotos y una camisa azul marina. Su pelo estaba peinado desenfadadamente mientras varios mechones le caían suavemente por la frente.

Manteníamos la mirada, el uno en el otro.

Yo decidí hablar ya que si seguíamos en esta situación de incomodidad silenciosa iba a darme un ataque al corazón.

— ¿Y bien?—pregunto tímida anudándome un poco más la falda del vestido que me habían prestado.

— ¿No dices nada?—pregunta Blanca con la misma sonrisa que tenía Alma.

—Estás... preciosa—dice Aiden sin poder despegar la mirada de mí.

— ¿De verdad?—pregunto de nuevo, la verdad es que quería desviar la atención ya que la reacción de Aiden me había puesto tan roja como un tomate.

—Sí, ese vestido te marca...—dejó la frase en el aire haciendo que yo le lanzara una mirada sorprendida con un atisbo de extrañeza.

— ¿El qué dices que le marca?—dice Blanca mirando a mi niñero con una sonrisa pícara.

Miro a Blanca la cual comienza reírse junto a Alma y luego desvío mi mirada a Aiden, ansiosa de saber su respuesta.

—Ejem...Vamos a llegar tarde—dice Aiden observando su reloj de pulsera mientras salía por la puerta de mi habitación.

No sé por qué pero eso me molestaba a la vez que me ponía triste. Claramente había evadido el tema. Pero, ¿por qué lo había evadido? ¿Acaso mintió cuando dijo que me veía preciosa? ¿Por qué demonios se había puesto tan nervioso?

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora