Capítulo 30

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ANDREA.

La verdad es que no tenía miedo por lo que me pasara en aquella casa, era pequeña y de una sola planta, se sentía muy acogedora, además de que el hombre que me había ayudado era muy amable.

—Oye, ¿quieres algo de comer?—me pregunta Loyd sacándome de mis pensamientos.

—No gracias, estoy bien—al decir eso mi tripa comenzó a rugir traicionándome ya que no quería causar molestias.

Loyd sonrió al escuchar el rugido de mis tripas y yo me comencé a poner un poco roja por la vergüenza que sentía en aquel momento.

—Te traeré algo para comer, tú espera aquí, enseguida vengo—dice Loyd mientras se encamina hacia una puerta con apariencia antigua que había en el lateral derecho del taller.

—Vale—digo un poco incómoda por la situación.

De repente oigo unos ruidos, lo que me hace mirar hacia la puerta por la que había entrado Loyd hace apenas unos segundos. De allí salió una mujer también entrada en años, la cual llevaba unas gafas de sol e iba tocando las cosas como si no viese nada...

Esperen... ¿es ciega?

—Buenas noches, señora—saludo con un tono suave.

—¿Quién eres tú?—pregunta la mujer un poco asustada y extrañada pero manteniendo la calma.

—Su marido me ha...—antes de que pueda seguir hablando me corta dándose cuenta de quien era.

—Ah, eres la chica que ha traído mi marido, la que se había perdido.

—Sí, así es. Me llamo Andrea—me presento.

—Encantada Andrea, yo me llamo Paola—sonríe.

—Encantada de conocerla, señora.

—¡Hija, no me llames señora, que me hace sentir más mayor de lo que ya soy! Llámame simplemente por mi nombre—dice mientras suelta una pequeña risa risueña.

—Como diga, señora... quiero decir, Paola—corrijo soltando una risa un poco nerviosa.

—Así me gusta, ahora ayúdame a sentarme en el sofá, por favor, que como ya has podido observar no puedo ver.

—Claro, faltaría más—la agarro del brazo derecho suavemente y la guío hasta el sofá dentro de la casa donde se aposenta y yo me siento a su lado, a lo que llega su marido por la puerta con un bocadillo de lo que parecía chorizo—quería agradecerles su hospitalidad, gracias a ustedes no sigo vagando por las calles con esta horrible tormenta.

—No hay de qué, hija—dice Paola con una sonrisa.

—Es una suerte que te hayamos encontrado antes que esa banda callejera...—dice Loyd mirando por una de las ventanas que adornaban su salón.

—¿Banda callejera? ¿De qué hablan?—pregunto atónita.

—En estos barrios es famosa una banda, que es mejor que no te metas en problemas con ellos, o sino, no lo podrás contar...—me advierte Paola ahora dirigiéndome a mi su atención dejando de observar por la ventana.

Yo me quedo sorprendida con esa afirmación y el tono de misterio que Paola le pone a la primera noticia que tengo de este barrio.

—Lo que mi mujer quiere decir, es que esa banda es muy peligrosa, está relacionada con peleas, drogas y armas. No es bueno juntarse con ellos... —continúa diciendo Loyd.

Entonces a mi me vino una idea un tanto horripilante como perturbadora a la mente, si esa banda es tan cruel y salvaje como la están pintando... Paola y sus ojos... No puede ser, a que es posible.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora