Capitulo 39

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ANDREA.

Trato de calmar los nervios mientras sujeto la mano de Aiden con fuerza.

—Es imposible, ¿puede mirar otra vez por si acaso es una equivocación? Por favor—le pide Aiden a la profesora un poco nervioso.

—Lo siento, todo es correcto—nos dice tras volver a mirar de nuevo la lista.

Esto no puede estar pasando...

¿Mis hermanos secuestrados? ¡Era imposible!

—¿Se acuerda de quién los ha recogido?—pregunto con la esperanza de que se acuerde de un rasgo que pueda identificar a la persona que se los ha llevado.

—Era un hombre joven, blanco con el pelo castaño—comienza a decir la profesora con un tono pensativo.

—¿Puede recordar algo más?—pregunto.

—Necesitamos algún rasgo que le caracterice—responde Aiden.

—¡Si!—exclama tras unos minutos intentando recordar—tenía múltiples tatuajes por todo el cuerpo, además de tenía un piercing en una ceja.

¿Tatuajes y un piercing en una ceja?

Una imagen me viene a la mente en forma de flashback:

Me parece una chica muy bonita y delicada... me gustaría hacerla mujer.

Hago una mueca de asco ante tal recuerdo.

—¡Scott!—exclamo al acordarme del nombre de ese indeseable ser.

—Tenemos que irnos, ahora—dice completamente decidido.

Nos montamos de nuevo en la camioneta a toda prisa y nos encaminamos hacia mi casa de nuevo.

Al entrar en la calle me percato de que hay un coche negro, elegante y de gama alta frente a la casa.

Tras aparcar frente al garaje, bajamos de la camioneta y dispuestos a abrir la puerta con la llave, está se abre sola y deja entrever a una persona.

—¿Papá?—pregunto atónita ya que todavía les quedaba una semana de viaje.

—¡Hija! Menos mal que estás bien—dice mientras se abalanza sobre mi y me abraza con fuerza.

—Sí, estoy bien, pero... ¿qué hacéis aquí?—pregunto cuando consigo volver a coger aire después de que su abrazo me dejase sin apenas aire.

Al entrar veo como Lexi y mi madre se levantan del sofá a la vez para darnos la bienvenida.

—Menos mal que estás bien, ya nos temíamos lo peor—dice mi madre brindándome un leve abrazo.

—Estoy bien, pero ¿alguien me puede decir por qué estáis aquí si todavía os faltaba una semana de viaje?—pregunto.

—Hija, nos llegó un mensaje SMS amenazándonos con que no volveríamos a veros si no pagábamos una cantidad desorbitada de dinero y cancelábamos el contrato de la compra del barrio que está a unas manzanas de aquí.

—¿¡Cómo!?—exclamo.

Scott ha ido demasiado lejos, una cosa es pedirles a mis padres que cancelen el contrato o hacer una manifestación pacífica en contra, pero ha decidido llevarlo todo por el mal camino, y esto no se lo perdonaré jamás. Llevarse a mis hermanos a sido la peor decisión que pudo haber tomado.

Aprieto los puños con fuerza.

—Sabemos quien se ha llevado a los niños.

—Hay que ir a por ellos ya—digo cogiendo mi chaqueta y lanzándole las llaves del coche a mi padre.

MI NIÑERODonde viven las historias. Descúbrelo ahora