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CAPÍTULO 5:

Problemas. Problemas y más problemas. Eso era lo único que hacía el caballero del crepúsculo: ocasionar problemas. Al principio, cuando el alcalde del pueblo era Sesshomaru, le caía bien. Gracias al caballero del crepúsculo había conseguido quitarle el puesto de alcalde al anterior. Consiguió meterse a los votantes en el bolsillo predicando que atraparía al caballero del crepúsculo y lo ahorcaría. Hizo quedar a Sesshomaru como un auténtico incompetente ante las masas, pero él tampoco había sido capaz de atraparlo. Llevaba cerca de un año mandando partidas de hombres en su busca, pero nunca lo encontraban o volvían mal heridos. Ese hombre era muy escurridizo.

Las próximas elecciones se acercaban y ya se estaba haciendo campaña. Sesshomaru volvía a presentarse en su contra y parecía muy dispuesto a ganarle. ¡Demonios! Si no atrapaba cuanto antes al caballero del crepúsculo, le ganaría. En el último debate, le echó en cara que no había cumplido todas sus promesas electorales y entre ellas citó el no haber atrapado al caballero del crepúsculo. ¿Cómo iba a rebatir eso cuando todo el pueblo lo vitoreaba? Si no atrapaba a ese delincuente, no recuperaría a los votantes.

Por suerte, contaba con nuevas armas secretas a su disposición. Nunca pensó que la más alta nobleza de Buxton fuera a involucrarse en el asunto. La sorpresa fue tremenda y muy bien recibida. El barón Ishida parecía muy interesado en que él volviera a ganar para poder seguir acudiendo a las tabernas repletas de prostitutas que su contrincante quería cerrar. ¿Y dejar a las putas en la calle? Todos salían ganando si ellas continuaban su labor. Ellas se ganaban la vida y los hombres, con un poco de dinero, ganaban mucho placer. Pero Sesshomaru era un hombre recto y de alta moral. ¡Fantoche! Contar con la ayuda de un barón ya era motivo para fardar, pero con la de un conde, y un conde tan importante como Lord Taisho, era para tirar cohetes.

No salía de su asombro cuando el conde lo citó en aquella taberna. Escucharlo fue toda una delicia. El conde Taisho parecía odiar con toda su alma a ese criminal y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para atraparlo. En seguida se había visto atraído por sus ansias de encarcelarlo y le había propuesto un trato para atraparlo. Tenía su apoyo y su dinero a su disposición. No podía fallar con semejante as en la manga.

Aunque debía admitir que la verdadera sorpresa de la noche fue que el mismo criminal a el que estaban acordando atrapar, apareciera allí mismo. Por primera vez, lo vio en persona y lo vio actuar. Era rápido, ágil, fuerte y astuto. Sin embargo, físicamente lo decepcionó. Era un hombre de baja estatura y sumamente delgado. Se esperaba una montaña de pura musculatura. ¿Cómo sus mejores hombres podían haber fallado ante él? También vio en acción al conde Taisho. Estaba claro que no perdió en absoluto aquellos años en la guerra. Tendría que ser un idiota para no darse cuenta de que besaba el suelo que pisaba la condesa Higurashi. Esa mujer también era condenadamente importante. Tenía dinero, fama y poder. Por eso había decidido ir a visitarla.

No estaba nada a favor de las actividades que realizaba con las mujeres del pueblo. Esa mujer altiva y arrogante se creía que tenía los mismos derechos que un hombre e intentaba meterles toda esa palabrería al resto de mujeres del pueblo, prostitutas incluidas. Ahora bien, no rechazaría una asociación con ella en un asunto tan peliagudo como lo era el atrapar al caballero del crepúsculo.

El carruaje se detuvo frente a sus propiedades y no pudo menos que suspirar. La hacienda de la condesa Higurashi junto con la del conde Taisho, era de las más grandes de Buxton y no solo tenían esas propiedades. Eran personas muy importantes y muy influyentes en la corte. Cualquiera de ellos dos podría conseguirle los medios para atrapar al caballero del crepúsculo y ambos juntos… Se relamió los labios con antelación de solo pensarlo. Ganaría las elecciones otra vez, estaba seguro.

El mayordomo personal de la condesa fue quien le abrió la puerta y lo guió hacia un salón de té mientras le lanzaba indirectas sobre su presencia con frases como la siguiente: "Algunas personas tienen la mala costumbre de presentarse en las casas ajenas sin haber sido invitados. ¿No le parece una desfachatez, alcalde?". Ese mayordomo haría bien en aprender a cerrar la boca. ¿Le hablaría de esa misma forma a la condesa? ¡No! Si fuera así estaría despedido.

ɛʟ ƈǟɮǟʟʟɛʀօ ɖɛʟ ƈʀɛքúֆƈʊʟօ |•INUYASHA•|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora