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Capítulo 16:

Inuyasha no se despegaba de ella y había traspasado con creces los límites del decoro. El mismo día en que aquel médico le confesó su mentira, llamaron a otro médico que les confirmó su embarazo. Le pidieron discreción hasta que ellos quisieran anunciarlo y que fuera su médico durante todo el embarazado y el parto. Él aceptó, por supuesto. Fuera un hijo bastardo o legítimo, ayudar a traer al mundo el hijo de una condesa era todo un privilegio para cualquier doctor.

Había rechazado sus cientos de ofertas de matrimonio diarias a la espera de que él al fin se lo pidiera en condiciones. Deseaba casarse con él, no había nada que ansiara más en ese mundo, pero no podía aceptar si no había amor. Al mismo tiempo, comprendía que probablemente fue ella quien mató todo el amor que sentía Inuyasha por ella. Si sólo no hubiera sido tan estúpida y se hubiera molestado en mirar a su alrededor y descubrir las cosas. Aún así ella sabía que lo dijera o no, una parte de Inuyasha al menos debía amarla. Él no era un hombre que retuviera a una mujer por capricho y lo que hubo entre ellos dos siempre fue especial, diferente. Si fuera capaz de decírselo…

Todos en Buxton sabían que se había instalado en su casa. Apareció con sus maletas y no hubo manera de echarlo de allí. En cuestión de minutos se apoderó de toda su casa y encandiló a todos sus criados. Utilizaba su despacho para llevar sus negocios y los de ella como si ya fuera su marido. Había ocupado parte de su vestidor con su propia ropa. Invadió su lavabo con sus cremas de afeitado y sus lociones y en su mesilla se encontraba el reloj de su padre. No hubo forma de echarlo. Peleó, gritó y luchó contra él, pero Inuyasha se limitó a mofarse en su cara y apoderarse de absolutamente de todo. Le dejó bien claro que se casaran o no, vivirían juntos. Ella quiso oponerse, pero, lamentablemente, no pudo negarle nada cuando se acostó con ella por la noche. Quiso hacerse la fría cuando la acarició, pero, en realidad, estaba ardiendo y no pudo resistirse.

Sabía que estaba poniendo a prueba su paciencia contradiciendo todas sus órdenes y moviendo todo a su gusto en su hogar. Quería que ella terminara cediendo a casarse con él, pensaba que lo haría si ponía patas arriba su vida y su casa, pero estaba equivocado. Así sólo conseguiría enfurecerla.

A pesar de todo eso, la noticia de su bebé era lo bastante feliz e importante para ella como para que pudiera olvidarse de lo sucedido en su hogar. Adoraba tener nauseas matutinas. Esas nauseas le demostraban que su bebé estaba vivo, que era real y que continuaba creciendo dentro de ella. Su vientre estaba adquiriendo cada vez mayor dureza y sus caderas se redondeaban. Inuyasha no apartaba la mirada de sus pechos y ¿cómo iba a hacerlo? Tenía el pecho enorme y se le estaban quedando pequeños todos los vestidos y las combinaciones. Todo su cuerpo cambiaba para alimentar al bebé y ella se sentía flotar. Por fin tenía lo que más había deseado en el mundo. Ese bebé se había convertido en todo su mundo y eso que todavía era tan pequeño como una alubia. Deseaba que fuera niño. No por el título ya que lo "conveniente" era tener un hijo primero (otra injusta norma). No, quería que fuera niño para tener un niño igualito que Inuyasha que le recordara a él cada vez que lo mirara.

Odiaba las actividades femeninas y de igual forma, se encontró a sí misma tejiendo ropita para su bebé. Nunca había sido la clase de dama que pasaba largas tardes tejiendo, pero le gustaba la idea de vestir a su bebé con algo hecho por ella misma. Al fin y al cabo, fueron los hombres los que designaron la costura como una actividad femenina, no las mujeres.

Justo en el mismo instante en que daba la última puntada al pequeño jersey, entró Inuyasha en su salón de té. Él le dio un beso en la mejilla y, después, miró lo que ella acababa de tejer, dando su aprobación. Sin saber por qué se sintió bien al saber que él aprobaba lo que había hecho.

- El duque sigue insistiendo. – le informó- Sus cartas se empiezan a convertir en amenazas.

- Falta una semana para que se cumpla el plazo del rey…

ɛʟ ƈǟɮǟʟʟɛʀօ ɖɛʟ ƈʀɛքúֆƈʊʟօ |•INUYASHA•|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora