Camus salió del hospital pensativo, Shaka tenía razón, podía recordar perfectamente lo decepcionado que Milo lucia cuando lo dejo en el templo de Escorpión. No queria que su compañero se sintiera de esa manera por su culpa, por su incapacidad de expresar sus sentimientos.
Camino de regreso al santuario mirando los aparadores de las tiendas de pronto distinguió algo que le trajo recuerdos...
-¿A qué hora termina tu turno?-texteo teniendo una maravillosa idea
-Salgo en media hora ¿por qué?-
-Te veo afuera-
Milo leyó aquel texto incrédulo ¿Camus estaba teniendo la iniciativa? Eso sí que era nuevo, soporto el pasar de los últimos minutos de su turno ansioso. Casi sale corriendo para encontrarse con el francés
-Hola ¿Qué pasa?-
-Compre esto- Camus le mostró a Milo la botella de chocolate líquido que había comprado al griego se le iluminaron los ojos
-Eso significa que vamos a....
-Si-
-Pues vamos-
Milo tomó a Camus de la mano y juntos corrieron rumbo al santuario
Había un lugar especial en el que cuando eran niños solían juntarse para comer golosinas a escondidas.
Un viejo roble al que trepaban para esconderse de sus cuidadores y no tener que compartir "su botin".
-Había olvidado lo hermosa que es la vista-dijo Milo en cuanto estuvieron sentados en una de las ramas, como adultos decidieron que podían subir un poco más alto.
-Lo se-
Frente a ellos podían apreciar todo el santuario y parte de Rodorio
Camus destapó el chocolate y le dio un largo trago disfrutando de la calidez que este producia en sus papilas gustativas
-¿Lo compraste para mi o para ti?-pregunto el griego divertido
-Pará ambos-respondió el francés pasándole la botella
Milo la tomó y dio un trago aún más largo
-Dioses es delicioso, hace mucho que no hacía esto-
-Lo imagine-
La cálida sonrisa que Camus le dedico hizo que todo dentro de Milo se removiera, quería decir algo, pero las palabras se le fueron de la boca, lo que sentía por Camus era tan intenso que no encontró las palabras para expresarlo
Se quedaron en silencio un buen rato, disfrutando de la vista y de lo dulce del chocolate y demás golosinas que Camus había comprado
-Milo yo... Quería disculparme por lo del otro dia-
-¿De qué hablas?-
-El día que te deje, el día del parque, el helado tu sabes...
-¿Por qué te estas disculpando exactamente?-
Camus se rasco la cabeza nervioso, detestaba aquello, las palabras se atoraban en su garganta y el temor de que al volver a su templo no pudiera portar su armadura era algo que le oprimía el pecho, sentía miedo, vergüenza, impotencia pero lo que sentía por Milo era mucho más fuerte que todo eso
-Yo... - apretó los puños reuniendo valor-Soy pésimo para esto Milo y Aioria me hizo sentir muy incómodo-
-Sí, reconozco que no fue nada discreto, me disculpo por eso, pero supongo que no está acostumbrado a verte de esa manera-
-Estoy consiente de eso y no tienes que disculparte, no es tu culpa que yo... bueno-
-¿Por qué te cuesta tanto hablar conmigo?-
-No eres tú, al contrario contigo es con quien me siento más cómodo es solo que... Hay muchas cosas Milo, cosas en mi interior que no están del todo bien. Pero no quiero que te sientas mal por ello, nada de esto es tu culpa-
-Puede que no sea mi culpa, pero me siento mal porque no sé cómo ayudarte-
- Ni siquiera yo sé cómo ayudarme- ironizó Camus sonriendo con amargura
Se quedaron en silencio Milo columpiaba sus piernas esperando que Camus continuara
-Lo que trato de decir es... - continuó Camus-Lo siento, por lo de esa tarde y por las ocasiones en las que pueda comportarme así en el futuro, porque aunque me gustaría no puedo garantizar que no se vaya a repetir. Solo que no quiero que te sientas mal cuando eso pase-
Milo suspiro era la plática más honesta que habían tenido cara a cara, era obvio que Camus se estaba esforzando por ser sincero y debía corresponder de la misma manera
- Quiero hacer más por ti, pero siento que no me dejas. Es como si aún existiera esa pared entre nosotros y no me gusta-
-Lo sé y créeme que me estoy esforzando al máximo para no hacerte sentir de esa manera pero...
-No estas listo lo se, ya me lo dijiste-
-Perdoname-
-No me pidas perdón, no quiero que te sientas mal estando conmigo. Si hay cosas que tienes que resolver sólo hazlo, no voy a ir a ningún lado, pero déjame apoyarte-
-Ya lo haces, el hecho de que me tengas paciencia es suficiente confort para mí, el hecho de que aún sigas intentándolo a pesar de todos los errores que ha cometido, el que bueno... el que me aceptes a pesar de lo que hago y de lo contradictorio que puedo ser-
-¿A qué te refieres exactamente? -
-Las fotos- aclaro Camus sonrojándose Milo estaba sorprendido que lo trajera tema pero no iba a desaprovechar la oportunidad para dejar clara su opinión al respecto
-¿Estás bromeando verdad? adoro esa faceta tuya tan provocativa, honestamente estoy fascinado por ello, aunque si debo confesar que es un poco confuso que seas tan descarado algunas veces y en otras ocasiones te cueste tanto ser directo-
-A veces ni yo lo entiendo- confesó Camus sintiendo que estaba excediendo sus límites, tenía que parar, ya había hablado demasiado y la ansiedad de que en cualquier momento dejará de sentir el cosmos de su armadura le hizo buscar la manera de ponerle fin a esa conversación -Es como si las cosas que hago en el celular no fueran parte de la vida real sabes, como si no pudieran afectar la realidad de mi día a día, es una zona segura para mi-
-Entiendo un poco ese sentimiento. Y si puedo pedirlo no dejes de hacerlo. Me gusta coquetear contigo y sé que de momento no eres capaz de hacerlo cara a cara así que por mí está bien de esa manera, me gusta jugar-
Camus sonrío de lado, sabía que volvería a hacer justo por lo que se estaba disculpando, pero necesitaba ir a su templo, asegurarse de que la armadura aún lo aceptará y todo estaría bien
-Debo irme hay... Hay algo importante que debo hacer-
-Esta bien, yo me quedaré aquí otro rato, si no te molesta volver tú solo-
-No, no te apures quedate-
Camus bajo del árbol con prisa y recorrió el camino hacia la onceava casa corriendo, llegó frente a su armadura y levanto los brazos en posición para realizar la ejecución de aurora. La armadura de inmediato se adhirió a su cuerpo brindándole una sensación de fuerza y alivio.
-Aún soy digno-dijo arrodillandose-Todo está bien, todo va a estar bien- se cubrió el rostro con las manos tratando de contener el ataque de ansiedad que la duda le había provocado, se abrazo a sí mismo apretando la quijada-No me abandones por favor- le suplicó al ropaje sagrado que vestía-No soy tan fuerte pero por favor no me dejes- continuó suplicando horrorizado con la idea de que por haber hablado de forma tan sincera sobre sus sentimientos la armadura lo consideraba indigno y lo abandonará, pero todo estaba bien el metal adherido a su cuerpo le brindaba cierta sensación de paz y a la vez le hacía cuestionarse - ¿Dónde estaba el límite? ¿Qué sí y que no tenía permitido? ¿Qué tan lejos se podía permitir llegar?
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Sexting
FanfictionCamus está harto de llevar el título de caballero de hielo y a través de mensajes bastante sugerentes le hará entender a Milo que las cosas no son como el cree. Créditos de la portada a Khail