Con cariño Milo

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Milo despertó sintiéndose extrañamente liviano, su cuerpo estaba completamente relajado y sonrió al recordar la razón, conforme fue tomando conciencia noto la respiración de Camus en su pecho y una de sus piernas sobre él, se remolineo para abrazarlo suspirando de satisfacción por la sensación de tenerlo entre sus brazos, dormito un rato más disfrutando de la acompasada respiración de su compañero pero inevitablemente tuvo que levantarse para ir al sanitario. Mientras se lavaba las manos miro su reflejo, el tipo del espejo tenía una sonrisa completamente idiota y tuvo ganas de abofetearlo para quitarle la cara de tonto, pero sabía que no podría, aquella sonrisa iba a estar en su rostro por el resto de sus días. Reviso los medicamentos que Camus tenía en el espejo/gabinete y cuando encontró lo que buscaba regreso a la habitación para ponerse la ropa interior y se dirigió a la cocina para tomar un poco de agua, lleno una jarra y volvió a la habitación, cuando entro a esta Camus tenía los ojos entreabiertos y sonrió al verlo

-Buenos días-lo saludo sin terminar de abrir los ojos con esa voz ronca que a Milo le parecía deliciosa

-Buenos días-contesto sonriente-¿Cómo te sientes?-

-Me duele todo-

-Pero el señor insistió en cabalgarme-le hizo burla provocando que Camus se sonrojara y hundiera el rostro en la almohada

-Déjame en paz-se quejó con una sonrisa avergonzada, se había excedido estaba perfectamente consciente de ello pero le daba igual, recordarse a sí mismo rebotando sobre las caderas de Milo solo hizo que comenzara a excitarse nuevamente

-Toma dos de estas, te vendrá bien-dijo el griego sirviéndole agua y extendiéndole el medicamento, Camus se enderezo haciendo una mueca y tomo sin chistar las pastillas que Milo le ofrecía.

-Me imagino que no tienes fuerza para que bajemos a desayunar a Rodorio-

-La verdad es que preferirá no levantarme-reconoció el francés recostándose boca abajo

-Entonces duerme otro rato, preparare el desayuno-

-Gracias-

Milo se acercó a la cama y beso con suavidad los hombros y nuca de Camus, disfrutando de los suspiros que aquellas tiernas caricias provocaban en el-Descansa bombón, enseguida vengo-

El acuariano asintió enternecido e intento volver a conciliar el sueño mientras Milo preparaba el desayuno, su cuerpo se sentía agarrotado pero era una sensación extrañamente satisfactoria, el reflejo del dolor solo era una prueba de su entrega, de su osadía de por fin materializar sus sentimientos, la plática con Shion había sido reveladora y entonces recordó las cartas.

Se enderezo con esfuerzo y busco en el suelo aquellos sobres que le habían sido entregados la noche anterior, el suelo de su habitación estaba tapizado con sus ropas y las de Milo pero no le costó trabajo distinguir entre estas su objetivo

Cuando las tuvo entre sus manos suspiro con nostalgia al ver su propia caligrafía infantil, abrió el sobre de la primera carta que no había llegado a su destino

*****

Hola Camus:

¿A que no adivinas quien consiguió dominar por fin la técnica de Antares? ¡¡¡¡Obviamente que yo!!!! Y como he avanzado tanto en los entrenamientos Adelphos* me ha dejado visitar el santuario, dice que podre ir cada fin de semana si continuo así ¿Crees que a ti te permitirán visitarlo? Me encantaría volver a verte, debes estar tan diferente ahora.

Mencionaste a un tal Surt en tu carta y aunque no sé cómo sentirme de que tengas nuevos amigos me alegra que ya no estés solo, yo al menos podré ver a los demás ahora que tengo permitido visitar el santuario pero tú...

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