22.

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A pedido del público otro capítulo y aquí ya empezamos a despedirnos de a poco... Besos y mucho love 💕😘

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Irene inclinó a un lado la cabeza con gesto inocente al escuchar a Minho.
 
–No sé a qué te refieres.
 
–Sabes muy bien a qué me refiero. Has hecho todo lo posible para sabotear su estancia aquí… deja de hacerlo –le advirtió Minho con tono firme.
 
Un momento después, Taemin cenaba sin ningún apetito y bebía agua mientras los demás bebían vino y charlaban en inglés. Le acababa de decir a su futuro marido que lo amaba y no había pasado nada.

¿No decían que el valor siempre era recompensado?

Pero no creía que así fuera. Comió en silencio, pero cuando se levantó para escapar de allí, Minho lo detuvo con una mirada y tres sencillas palabras…
 
–Tenemos que hablar.
 
Y, de repente, Taemin tuvo miedo.

Lo llevó al jardín de lavanda atrás de la mansión y allí, bajo la luz de la luna, le pareció tan imponente.
 
–Retira tus palabras.
 
–¿Qué?
 
–Retira lo que has dicho antes en la habitación.
 
–No puedo –dijo él, sintiendo que estaba a punto de desmayarse.
 
Minho frunció el ceño.
 
–Ni siquiera te gusta este sitio.
 
–Porque no es mi sitio, pero tampoco es el tuyo.
 
–Quiero que vuelvas a Seúl.
 
–¿Tú te quedarás?
 
–Sí.
 
Taemin tuvo que contener una risa amarga.
 
–Muy bien, de acuerdo. Siempre fui el segundo plato. Nunca has querido casarte conmigo, solo querías portarte como un hombre responsable.
 
–Sigo queriendo hacerlo, pero te dije desde el principio que el amor no debía ser parte de ese acuerdo.
 
Lo había estropeado todo con su sinceridad. Minho había tomado la decisión de romper el compromiso porque le había confesado su amor.
 
–Lo siento –dijo en voz baja.
 
De repente, también él quería que todo terminará lo antes posible y se quitó el anillo del dedo, temiendo tocarlo, temiendo que si lo hacía se abrazaría a Minho y le rogaría que no lo dejará ir.
 
–Toma, es tuyo.
 
Minho miró el anillo, pero no lo tomó. 

¿Por qué quería hacerlo sufrir? ¿Por qué no guardaba el anillo y acababan de una vez?

Suspirando, él mismo lo guardó en el bolsillo de su chaqueta.
 
–En realidad, nunca ha sido mío. Lo compraste para ella.
 
–¿Te lo ha contado?
 
–Por supuesto. Cada vez que oigo el repiqueteo de sus tacones me siento como un nadador viendo la aleta de un tiburón en el agua –intentó bromear Taemin–. Pero Irene es como tú. La conoces de toda la vida y entiendo que estés enamorado de ella.
 
–¿Enamorado? –repitió él, haciendo un gesto de sorpresa–. No digas tonterías. Es la viuda de mi hermano, nada más.
 
¿Por qué intentaba negar lo que era evidente?
 
–Y ahora es libre. La única mujer a la que has amado como nunca, la mujer por la que hubieras matado dragones, como un caballero andante –Taemin levantó la mirada–. Y ahora serán el primer ministro Yoo y la primera dama de Jeju y vivirán en esta mansión fría y enorme –añadió, mirando la iluminada luna–. Yo sé bien que no soy un trofeo para ningún hombre.
 
Minho alargó una mano para tocar su cara.
 
–Es mejor para ti, Taemin. Yo no puedo darte el amor que mereces, pero ahora tendrás la posibilidad de ser feliz.
 
–¿Y nuestro hijo? ¿Has pensado en él?
 
–Haremos lo que tú sugeriste, compartiremos la custodia. Nunca les faltará nada. Siempre tendrás más dinero del que puedas gastar. Te compraré una casa en Seúl, la que más te guste, donde tú quieras.
 
Taemin tenía un nudo en la garganta.
 
–Solo quiero una casa –susurró–. Era una enorme casa, a la que odie en su primer momento, pero que ahora era nuestra casa. La que he decorado con amor y vuelto confortable y acogedora, aquella mansión, la que tiene una habitación pintada de celeste pastel para nuestro hijo. Con Nana, con la señora Park, con Lay y Suho. Nuestro hogar, Minho.
 
–No te preocupes la casa de Seúl es tuya desde ahora. Y lo siento –dijo Minho. 
 
Cuando se fuera, todos sus sueños infantiles podrían hacerse realidad, pensó Taemin. Sería un Yoo, tendría un padre y una posición como heredero. Y a la mujer a la que siempre había amado.

La vida era corta y el amor era lo único que importaba. Tenía que aceptarlo. Dejarlo ir y liberarse a sí mismo también. Desolado, Taemin levantó la mirada y se obligó a pronunciar unas palabras que le rompían el corazón.
 
–Entonces me iré mañana.
 
–Esta noche sería mejor. Llamaré a mi piloto para decirle que prepare el avión –su tono era tan seco, tan frío. Como si no le importará en absoluto.
 
Mientras él sufría una agonía.
 
–¿Tanta prisa tienes por librarte de mí?
 
–Una vez tomada la decisión, es mejor hacerlo cuanto antes. Tú mereces un hombre mejor que yo, un hombre que pueda amarte.
 
–Tú podrías ser ese hombre –susurró él, con los ojos empañados–. Sé que podrías serlo.
 
Vio un brillo de emoción en sus ojos, pero Minho apartó la mirada.
 
–Esto es lo mejor para los dos, Lee.
 
Lee” era un final muy civilizado para su compromiso. Los dos seguirían adelante con sus vidas y le dirían a sus amigos que la separación había sido de mutuo acuerdo.

Pero Taemin no podía marcharse en silencio, dignamente. Su corazón se rebelaba frente a esto.
 
–Sé que no puedo competir con Irene –empezó a decir–. No soy hermoso como ella, no puedo ofrecerte el puesto que has anhelado toda tu vida. Pero hay una cosa que yo puedo darte mejor que nadie, mi amor. Un amor que durará el resto de nuestras vidas –lo miró, con los ojos llenos de lágrimas–. Elígeme a mí, Minho –susurró–. Quiéreme.
 
Sentía como si fuera a desmayarse. La imagen de la mansión empezó a dar vueltas y tuvo que hacer un esfuerzo para mantenerse en pie. Pero Minho lo miraba con expresión firme.
 
–Por eso tenemos que separarnos, Lee. Me importas demasiado como para dejar que desperdicies tu vida y tu alegría conmigo.
 
La pizca de esperanza que había en su corazón murió de repente.
 
–Muy bien –musitó, sintiendo como si hubiera envejecido cincuenta años–. Voy a hacer el equipaje.
 
–A menos que…
 
–¿Qué?
 
–Dime que estabas mintiendo, que no me quieres. Si no me pides más de lo que yo puedo darte aún podríamos casarnos como habíamos planeado.
 
¿Estaba dispuesto a casarse con él?

Por un momento, volvió a hacerse ilusiones. Pero no podía ser. Años antes, Onew había exigido que se hiciera una operación para evitar el embarazo, una exigencia monstruosa cuando él solo era adolescente y puro.

Taemin se había engañado a sí mismo pensando que ese sacrificio era el precio de su amor por Choi. Había sido un tonto, pero no pensaba volver a cometer ese error.
 
–No –dijo en voz baja.
 
Minho lo miró con gesto incrédulo.
 
–¿No?
 
–Puede que yo no sea una estrella de cine y que no tenga una fortuna, pero también valgo algo. Necesito que me quieran y lo conseguiré algún día –Taemin intentó sonreír–. Me hubiera gustado que fueras tú, pero…
 
–Taemin…
 
De repente, sintió un agudo dolor en el abdomen. Aún faltaban semanas para la fecha del parto, de modo que no podían ser contracciones. No, era su cuerpo reaccionando a un corazón roto.
 
–Siempre te amaré, Minho –susurró, mientras tomaba su cara entre las manos por última vez–. Y creo que podríamos haber sido felices juntos. Felices de verdad.
 
Poniéndose de puntillas, lo besó con toda su alma, con toda su ternura, con todo su amor, sabiendo que guardaría ese recuerdo para siempre en el corazón.
 
Luego, sintiendo un dolor desesperado, se apartó por fin.
 
–Adiós, Minho.
 
Se dirigió a la mansión cegado por las lágrimas, subió a su habitación e hizo la maleta a toda prisa, dejando allí los caros trajes. No los quería. Cuando bajó de nuevo, la limusina estaba esperando en el patio.
 
–Yo llevaré sus maletas, joven –dijo el conductor.
 
Taemin subió a la limusina y miró la mansión por última vez. Vio a Minho en la ventana de la biblioteca, el futuro ministro, el futuro marido de Irene, el multimillonario hecho a sí mismo… el hombre más apuesto del mundo, mirándolo con unos ojos fríos, muertos.
Y luego, como si fuera un sueño, desapareció entre las cortinas cerradas.

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Se fue Taemin, y Minho no cambio de parecer... Tuve sentimientos encontrados al resubir nuevamente este fanfic...

Espero pronto traerles más, abrazos!! 💖😊🌺

Una noche de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora