Día 22. Soft

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Ship: Piers x Félix (Golden Sun 2)

En un largo viaje por salvar al mundo, lo que menos esperas es enamorarte, y es precisamente lo que le estaba ocurriendo a Félix.

El adepto de tierra estaba bastante distraído últimamente, a veces fallaba en sus ataques, no escuchaba al resto... Y el culpable de todo esto tenía nombre, Piers. Aquel hombre de más de doscientos años con apariencia de alguien de su edad al que no conocía de nada lo tenía totalmente distraído. Su hermana y su otra compañera no entendían nada pero era muy complicado verle hacer algo bien.

-Félix. ¿Pasa algo? Estás muy extraño últimamente.
-No, no me pasa nada. -No era capaz de darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor, así que no entendía nada.
-Jamás habías fallado pescando y llevamos días comiendo en distintas ciudades porque sino nos morimos de hambre, luchando te dejas atacar en ocasiones. Vamos Félix, hasta te has perdido en mitad de un lugar que teníamos que explorar.
-Pues no sé la verdad...
-Yo creo que sé lo que le pasa. -La chica de cabellos rubios señaló al nuevo del grupo. El chico entró en pánico al ver eso y negó con bastante nerviosismo. -Oye, déjame terminar. Te molesta que otro hombre esté entre nosotros porque puede que no seas el más fuerte de aquí. ¿Verdad?
-Que no, que no es eso. -Al menos aquello lo dijo con seguridad.

Las chicas no dieron más importante al asunto y Félix intentó no estar tan distraído. Pero la noche después del reencuentro con Hans en el faro volvió a salir cierto tema de conversación.

-Bueno, Nadia, parece que has vuelto a ver a tu novio y quiere hablar contigo mañana. -La chica de cabellos rubios soltó una risilla mientras miraba a la adepta de fuego.
-¡Que no es mi novio!
-Claro, claro. Por eso estás roja.
-Bueno, ¿Y tú antes qué? No dejabas de mirar a ese chico rubio que iba con ellos.
-A ver. Es muy mono, no lo niego.
-Pues a mí él me gusta. Pero no es mi novio...
-Está bien, está bien. ¿Y vosotros? -Su mirada dirigió a los dos hombres. -Estáis demasiado callados.
-¿Nosotros qué? -Preguntó el adepto de agua sonriente, fingiendo ingenuidad.
-Que si os gusta alguien.
-Tsk, claro que no. -El de cabellos marrones intentó acabar con aquella conversación, pero el otro chico respondió ignorándolo.
-Ah, pues a mí sí me gusta alguien.
-¿En serio? -Las dos chicas sonrieron, ahora no dejarían de molestarlo.

Lo cierto es que el adepto de agua y el adepto de tierra no se habían separado desde que se habían juntado, pero aún así el menor tenía miedo de que no fuese él aquella persona. A pesar de estar siempre juntos, podía verlo solo como a un amigo.

-¿Y desde cuándo te gusta? -Preguntó la adepta de fuego con curiosidad.
-Pues desde hace poco. Fue como un amor a primera vista, la verdad.
-¿Es Sole? -La chica señaló a la de cabellos rubios.
-Que no, seguro que eres tú, Nadia. -Respondió ella.
-No es ninguna de vosotras.
-Vaya, no es nadie de aquí. -Dijo la pelirroja con decepción.
-No he dicho eso.

En aquel momento el corazón del adepto de tierra empezó a latir muy fuerte de los nervios, no creía que fuese Kraden así que tenía que ser él sí o sí.
Las dos chicas miraron fijamente al de cabellos castaños y volvieron a mirarlo a él.
-¿Es... Félix?
-No voy a confirmar ni desmentir nada.
-Bueno, él ha dicho que no le gusta nadie, ¿no? Entonces no pasa nada si lo admites -La rubia intentaba sacar información como fuese, era demasiado cotilla.
-La verdad es que... Sí me gusta alguien.
-Tranquilo, Félix. Estábamos esperando a que lo dijeras porque no has podido estar más distraído -Respondió su hermana riendo bastante fuerte. -Bueno... ¿Quien te gusta es él?
-Venga, confesaos. Una pareja en este equipo sería algo tan bonito. Os he visto a los dos pelear solos hoy y os sincronizáis tanto...
-Félix... ¿Quieres hablar? -El de cabellos azules se levantó y le ofreció su mano para levantarse. Este aceptó y asintió, marchándose con él lejos de las otras dos.

-Lo que he dicho antes... Es verdad. -El de cabellos azules lo dijo nada más cerrar la puerta de su habitación. -Me gustas.

El de cabellos castaños no dijo nada, solo rodeó el cuello contrario con sus brazos y besó sus labios con necesidad. Este correspondió y lo abrazó por la cintura. Y esto sería poco comparado con todo el cariño que recibirían y darían después. Pasarían la noche a base de abrazos, besos y caricias hasta quedar dormidos.

Al día siguiente estarían siempre abrazados y dándose mimos, por lo que sus compañeras supusieron que aquella charla había ido bien.

Fictober 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora