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—Eres mío ahora, cachorro.— se encontró confuso con la satisfacción que aquellas palabras le dieron. No estaba esperando eso, un sentimiento profundo de felicidad con el conocimiento de que Tao estaba hecho sólo para él. —Nadie puede alejarte de mí.

Cuando el rostro de Tao empalideció, se inclinó y le dio un pequeño beso rápido.

—Nadie va a alejarte de mí cachorro, no te preocupes por eso.— Le dio una sonrisa tranquilizadora cuando rozó los dedos por el costado de su rostro —Eres mío ahora para protegerte.

Tao agarró la camisa alrededor de sus axilas y la pasó sobre su cabeza. Se habría mentido a sí mismo, si dijera que no estaba interesado en lo que tan descaradamente exhibió para él, pero también sabía que había sido terriblemente abusado recientemente. Nunca le haría un mal así.

—No, cachorro.— alcanzó la camisa con la intención de deslizarla hacia abajo por su cabeza, pero cuando vio la mirada triste en su rostro, en como los ojos de Tao se marchitaban, reconsideró su objeción. Dejó caer la camisa y agarró a Tao. Lo atrajo hasta su pecho y colocó su cabeza debajo de su barbilla, enseguida, comenzó a pasarle las manos de arriba hacia abajo por la espalda desnuda. —No tienes idea de cuánto quiero tenerte Tao— le susurró contra la parte superior de su cabeza —Mi cuerpo duele cada vez que pienso estar contigo. No consigo pensar en muchas cosas que quiera más que sentir tu cuerpo recibiendome como ya hiciste antes. Pero…

—¿Pero qué?— La cabeza de Tao se levantó tan rápido que casi chocó la nariz de Kris, quien se alejó a tiempo. —Tú me reclamaste. Me dejaste reclamarte. Pensé que me querías.

—Te quiero, cachorro. Acabo de decirlo.

—¿Entonces por qué?— Los pálidos ojos grises de Tao comenzaron a brillar, en cuanto las lágrimas los inundaron. Kris podría pensar en cien conversaciones diferentes que quería tener en lugar de esa.

—Alguien abusó de ti. Vi lo que te hicieron. Infiernos, yo te saqué la maldita estaca apenas hace unas horas. Necesitas tiempo.

—Te necesito a ti.

Dioses, Tao iba a matarlo. Curvó la mano sobre su cuello e intentó atraerlo de vuelta a su pecho.

—¿Bebé?

—Por favor— imploró Tao.

Acariciando su cuello, estudió a Tao. Vaciló. ¿El dolor en sus ojos era real y seria causado por su negativa en dejar que las cosas físicas sucedieran entre ellos o por el abuso que Hangeng había acumulado sobre él?

—¿Estás seguro?— Los ojos de Tao estaban llenos de un anhelo tan profundo que descubrió que no podía negarse a él, aunque supiera que era una idea muy, muy mala. —Si alguna cosa duele, cualquiera, me dices. ¿Entendido?

Tao soltó un pequeño gemido cuando afirmó con la cabeza rápidamente.

—Quiero decir eso cachorro. No quiero hacer nada que pueda perjudicarte.

—Yo sólo necesito…— Tao se lamió los labios mientras sus ojos fueron a la boca de Kris. Su rostro estaba nublado por el temor, como si realmente creyera que lo iba a mandar a volar. —Por favor, tócame. Vuelve esto real.

 —Oh, esto es real cachorro, muy real.— Dio una rápida sonrisa a Tao aunque era la última cosa que tenía voluntad de hacer. —Esto no podría volverse más real.

Percibió que su voz cayó en un susurro perdido cuando los ojos de Tao se encontraron con los suyos. El corazón le latía en la garganta por la desesperación en el rostro de Tao, lo que le hacía difícil respirar. Su boca estaba seca, árida. No conseguía tragar el nudo pesado formado en su garganta. Una pequeña voz dentro de su cabeza insistía en que se estaba moviendo muy rápido, que Tao necesitaba más tiempo. Lo quería como quería su próxima respiración, tenía miedo de herirlo más de lo que ya estaba.

Tao's happy place, The place where I feel loved {Taoris}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora