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No quiso hablar. Sólo quería estar envuelto en los brazos de Kris para el resto de sus vidas. Se sentía más seguro de lo que podía recordar. Cada centímetro de su cuerpo dolía de alguna manera, únicamente quería cerrar los ojos y descansar donde estaba. No podía creer que después de todo lo que pasó, incluyendo la manera en que le había mentido al beta, ahora estaba siendo llevado para la casa de Kris. Parecía casi irreal.

Tal vez lo fuese.

Tal vez se hubiera llevado golpes de más en la cabeza y se encontraba descansando en su lugar feliz. Sabía que no iba a durar para siempre. En algún momento, se despertaría y se encontraría con la realidad. Pero hasta que eso pasara, quería pasar cada momento cuidado por el gran beta.

—¿Puedes hablar conmigo?— murmuro Kris en voz baja —¿Puedes contarme lo que pasó? ¿Quién te hizo esto?

Agarró fuertemente la camisa de Kris enterrando su rostro el tejido de algodón suave. No quería que el mundo exterior entrase en su burbuja. No quería hablar sobre lo que le había sucedido, mucho menos enfrentarlo.

—Shh, está todo bien, cachorro— murmuro Kris. Casi ronroneó cuando sintió la mejilla de Kris frotarse sobre la parte superior de su cabeza. Fue un gesto reconfortante y lo absorbió como una esponja. —No tienes que decir nada si no te sientes seguro de hacerlo.

No se sentía seguro. Dudaba que algún día lo hiciese. No quería pensar en la pesadilla en que su mundo se había transformado en la última semana. Había pensado que esa parte de su vida había terminado cuando Zhoumi murió.

No podía estar más equivocado.

Joo Zhoumi no era nada como su hermano Hangeng en el departamento de la crueldad. Hangeng era un maestro en eso. Él se alimentaba del placer de infringir dolor en sus víctimas tanto como podría ser posible, cuanto más sádico mejor. Y ahora estaba allá afuera en algún lugar, esperando.

Podía sentir los vellos de sus brazos erizarse, sabía que Hangeng estaba observando desde el bosque. No se iría hasta que él estuviera bajo su mando nuevamente, o muerto, lo que pasara primero. Tao sólo podía esperar estar muerto antes que Hangeng pudiera acercarse a él nuevamente.

Hangeng había estado furioso cuando volvió a casa y descubrió que había ido al encuentro de la manada. Estaba esperandolo cuando volvió. La golpiza que recibió acabó en un momento, aunque le pareció que duró horas. Estaba esperando dentro de la casa. Lo golpeó con su gran puño robusto a un lado de la cabeza en cuando entro por la puerta. Eso fue suficiente para dejar a Tao aturdido.

El resto de lo que pasó sólo fue un borrón. Hangeng había olido a Kris en él y se había enfurecido. Sacó un cuchillo y amenazó con ir tras Kris. Le había gritado, diciéndole que le pertenecía cómo le perteneció a Zhoumi. No iba a dejar que nadie, ni siquiera el beta de la manada, alejase a Tao de él, aunque tuviera que matar a Kris. El miedo por el beta lo había movido a hacer lo que él no había sido capaz de hacer por sí mismo. Había cambiado y atacó a Hangeng determinado a evitar que fuese tras Kris. Él no había hecho nada, sino mostrar preocupación por él. No merecía morir por sus acciones.

La estaca que Hangeng le había en clavado en el costado había detenido rápidamente su rebelión. Si Kris no hubiera aparecido cuando lo hizo, estaba seguro que habría dejado de respirar. No podía cambiar con esa cosa en su costado y no era capaz de sacarla estando en forma de lobo. Se había quedado así para que lentamente se desangrase hasta la muerte. La llegada de Kris lo había salvado.

¿Pero por cuánto tiempo?

Hangeng era determinado y lo sabía. No desistiría hasta que estuviese entre sus garras nuevamente. Y Tao prefería morir antes que volver con Hangeng. Sólo tenía que descubrir una manera de mantenerse alejado de él y proteger a Kris, porque no tenía duda de que estaba tras él.

Tao's happy place, The place where I feel loved {Taoris}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora