Capítulo 1: Prólogo

655 61 25
                                    

No hay luz, no se oye nada, totalmente causado por el silencio. Tic tac es lo que se oye en una habitación, es lento pero al mismo tiempo simultáneo. Alluka Zoldyck no tiene idea de donde lo saco su hermano, pero la complace, un pequeño reloj colgando de la pared, especialmente ahora que va progresando.

La más joven Zoldyck, se sienta sobre la cama, su vista sobre el reloj apenas es visible por la oscuridad. Alluka debería estar durmiendo, pero no puede, las bolsas debajo de sus ojos son testimonios de eso, pero si alguien comentaba sobre sus ojos apagados, aun no habían visto los de su hermano. El sueño parece haber estado eludiendo a los ocupantes de este apartamento durante los últimos días.

Alluka necesita despejar un poco su mente. Pasa sus dedos cuidadosamente sobre su cabello, recogiendolo en una cola de caballo. La fría madera sobre sus pies la hace brincar un poco, pero nada fuera de lo común. Ella esta a punto de salir de su habitación, cuando el sonido del cristal rompiéndose desde el exterior de la habitacion resuena en el pequeño espacio haciendo que la pelinegra salte y casi deje caer la bola de cabello extra en sus manos.

—¿Killua?— Alluka grita en el silencio, colocando su bola en el pequeño tocador de su habitación antes de salir a caminar por el corto pasillo hasta la sala de estar. Los fragmentos de vidrio esparcidos por el suelo le llaman la atención cuando brillan en la luz de la luna que entra por las ventanas, pero aparte de eso, no hay nadie allí.

Alluka es cuidadosa al pasar los dedos por el desorden antes de agacharse al lado del marco en el piso, preguntándose cómo logró caerse del estante. Lo levanta y siente un nudo en la garganta cuando sus ojos se posan en la imagen. Son Killua y Gon, su hermano arroja fácilmente un brazo sobre el cuello del hombre más joven gracias a su diferencia de altura. Killua es más alto, un poco más grande que Gon, pero por otra parte, es mayor que la morena por al menos cinco años.

El cristal roto había cortado sus dos caras, la foto dañada era demasiado para mirar cuando Alluka la vuelve a colocar en el suelo y la desliza debajo del sofá. Killua no puede ver ese marco, especialmente no con lo destrozado que está.

Alluka echa una mirada sobre su hombro, preguntándose si Killua se había despertado con el sonido. Se levanta, sus pies descalzos salen suavemente de la sala y caminan por el pasillo. No hay sonido en la habitación de Killua, la luz de la luna apenas ilumina la habitación mientras la pelinegra empuja la puerta un poco más abierta.

El bulto debajo de las sábanas está quieto. Killua todavía está frío, su cuerpo en la misma posición que había estado cuando llegó de la SSG a tumbarse en la cama hace unas horas. Siempre pasaba ahí primero cuando salia del trabajó. Su hermano había trabajado hasta el agotamiento, pero su cuerpo y mente se cerraron sobre él durante una búsqueda. Nada lo va a despertar por un tiempo.

Un suspiro suave se escapa de Alluka mientras apoya la cabeza contra la puerta, cruzando los brazos frente a su pecho. Odia ver a su hermano así.

El timbre del teléfono devuelve a la pelinegra a la realidad y llena el silencio del apartamento. Alluka vuelve a mirar a Killua, sin ningún movimiento para indicar que el timbre le está llegando antes de que ella se aleje de la puerta de su habitación.

Alluka se dirige a la sala de estar y toma el teléfono y se lo acerca a la oreja. —¿Hola?

—Alluka—, la voz profunda de un hombre se filtra a través de los altavoces y Alluka sabe exactamente quién es.

—Leorio—, saluda la pelinegra, con una pequeña sonrisa en su rostro a pesar de que el hombre mayor no puede verlo.

—¿Cómo está él?—, Pregunta Leorio, Alluka no se pierde la preocupación que le ataca la voz.

Las estaciones mueren una por unaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora